_
_
_
_
OBITUARIO

John Demjanjuk, criminal de guerra nazi

Fue condenado por colaborar en el asesinato de 28.00o personas

John Demjanjuk (esposado), antes de ser juzgado en Jerusalen en 1986.
John Demjanjuk (esposado), antes de ser juzgado en Jerusalen en 1986.CORDON PRESS

Hay documentos que demuestran que John Demjanjuk fue guarda en Sobibor, uno de los principales campos de exterminio que los nazis construyeron en Polonia. Durante los meses de 1943 que pasó como vigilante de campo murieron allí unas 28.000 personas, asesinadas en cámaras de gas. Casi todos eran judíos. Nacido en Ucrania en 1920, Demjanjuk fue uno de los esbirros de la SS que se conocen como trawniki, prisioneros de guerra soviéticos que colaboraron en los campos de exterminio a cambio de un mejor trato por parte de los alemanes. Murió el pasado sábado en un asilo de ancianos cercano a Múnich, donde fue ingresado después de que un tribunal bávaro lo condenara a cinco años de prisión por colaborar en aquellos 28.000 asesinatos.

Los nazis emplearon a cientos de estos prisioneros rehabilitados en los campos de exterminio de Sobibor, Treblinka y Belzec, donde fueron asesinados unos dos millones de judíos y decenas de miles de gitanos. Los alemanes seleccionaban a sus colaboradores entre los prisioneros de guerra que no fueran comunistas ni judíos. Les proponían abandonar los campos de prisioneros para convertirse en colaboradores del Holocausto. Recibían una especie de uniforme y algunas armas cortas con poca munición. En los campos de exterminio trataban a los judíos como les venía en gana. Su función principal era sacar a los deportados a golpes de los vagones de transporte, obligarlos a que se desnudaran y conducirlos a la muerte en las cámaras de gas. No se hacía otra cosa.

A las órdenes de los alemanes de la SS, los esbirros como Demjanjuk comían mucho mejor que los internos o que los otros prisioneros de guerra, disfrutaban de licores y de otras prebendas y no pasaban frío. Las tareas peores, como la de arrancar los dientes de oro a los miles de cadáveres diarios, quedaban para pequeños grupos de judíos, a su vez asesinados cada par de semanas.

Los supervivientes de Sobibór no han podido identificarlo personalmente pero los jueces consideraron probado que Demjanjuk fue un esbirro de la SS en el campo. Lo destinaron a Sobibor en 1943. En las cámaras de gas del campo murieron 250.000 judíos. Se cree que era el último superviviente de los guardianes. Él aseguraba no haber pisado jamás el lugar y se declaró inocente. No habló durante los dos años que duró su proceso judicial en Múnich.

Antes de su acusación en Alemania y de su consiguiente deportación desde Estados Unidos en 2009, el mecánico jubilado había sido condenado a muerte por un tribunal israelí en 1988. Se consideró entonces probado que había sido un guardián del campo de Treblinka tristemente célebre por su singular sadismo que tenía el sobrenombre de Iván el Terrible. La pena fue anulada por el Supremo de Israel, que valoró nuevos informes exculpatorios para determinar que Iván Micolayóvich Demjanjuk no era el mismo de Treblika. Regresó triunfante a Estados Unidos, donde vivía desde 1952. Recuperó la nacionalidad estadounidense para perderla de nuevo en 2002.

Tras su muerte en Múnich, su hijo estadounidense declaró la agencia AP que Demjanjuk “fue una víctima de la brutalidad de los soviéticos y de los alemanes desde que era un niño.” Asegura el huérfano que su padre “amaba la vida, la familia y la Humanidad”. Así que “la historia demostrará que Alemania lo utilizó de cabeza de turco para culpar a los presos ucranios de los crímenes de los nazis”. El presidente del comité central de los judíos alemanes, Dieter Grauman, señaló que “la muerte de un ser humano siempre es trágica”, pero defendió el proceso contra Demjanjuk: “la Justicia no caduca y la edad no te hace inocente”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_