Rousseff acusa a los países ricos de "canibalizar" los mercados emergentes
La mandataria brasileña afirma que “hay que combatir la política perversa de esos paises”
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que suele medir mucho sus palabras y hablar poco, pronunció ayer jueves una intervención durísima contra los países desarrollados, a los que llegó a acusar de “practicar el canibalismo con los países emergentes”.
Ante una platea de empresarios y sindicalistas -reunidos para el lanzamiento del Compromiso Nacional de la Industria de la Construcción-, Rousseff dijo que está dispuesta a “combatir la política perversa” que dichos países ricos llevan a cabo, a su juicio, con los países en vías de desarrollo.
“Quiero decirles que nosotros vamos a continuar desarrollando este país, defendiendo su industria, impidiendo que los métodos de salida de la crisis de esos países desarrollados supongan una canibalización de los mercados de los países emergentes, y al mismo tiempo asegurando que nuestro mercado interno, nuestro mercado de masa, crezca cualitativamente”, afirmó la presidenta con voz firme.
Dilma Rousseff también se mostró preocupada por lo que definió como “ese tsunami en el mercado monetario de los países desarrollados, que no usan políticas fiscales de ampliación de capacidad de inversiones para salir de la crisis en que están sumergidos”.
Dirigiéndose a empresarios y sindicalistas, la mandataria brasileña añadió: “Nosotros sabemos que hoy las condiciones de competencia son adversas. No porque la industria brasileña no sea productiva, no por que no sea productivo el trabajador brasileño, sino porque existe una guerra de divisas, basada en una política monetaria expansionista que crea condiciones inflacionarias desiguales”.
Sin pelos en la lengua, afirmó que está dispuesta a “combatir esa política perversa para el resto de los países, principalmente para aquellos en crecimiento, que son los países emergentes y que demuestra que ellos compensan esa rigidez fiscal con una política monetaria absolutamente inconsecuente desde el punto de vista de lo que ella produce en los mercados internos”.
El Gobierno de Rousseff, asimismo, acaba de tomar la decisión de poner una tasa de un 6% a los préstamos hechos al exterior con plazo inferior a tres años, para desestimar la entrada de capitales a corto plazo y asegurar la valorización del real, la moneda brasileña.
Dicho todo eso en su discurso, Rousseff tranquilizó a la platea de industriales y sindicalistas con estas palabras: “Brasil afronta un periodo de estabilidad política, de estabilidad institucional, un periodo de crecimiento económico, de distribución de renta e incluso social sin precedentes en la historia del país”.
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