Las revueltas no son noticia
Damasco ha prohibido la entrada a todos los periódicos extranjeros, incluso los más cercanos al régimen de El Asad
La sede del diario Tishrin está justo enfrente de la mezquita de Al Hasan. Así que sus redactores ven cada viernes los amagos de manifestación y la respuesta de las fuerzas de seguridad. Sin embargo ni ese periódico ni el resto de los medios oficiales sirios han recogido una sola línea sobre las protestas.
“No reconocen la revolución, no reconocen las protestas. Ocho meses después de que empezaran las manifestaciones, aún se escudan en la teoría de una conspiración extranjera”, lamenta Maher, un profesional en la treintena.
La paranoia ha llegado al punto de que se ha prohibido la entrada de periódicos extranjeros; no sólo los saudíes Al Hayat o Al Sharq al Awsat, generalmente críticos con el régimen sirio, sino incluso los libaneses más cercanos a Damasco como Al Akhbar, un diario próximo a Hezbolá.
“No quieren que haya versiones distintas de la oficial”, interpreta Maher. “Al principio dejaron que siguieran entrando los libaneses, pero a medida que bajaban sus ventas y empezaron a recoger otros puntos de vista, también les cerraron el paso”, añade.
La medida tiene escaso efecto, ya que todos aquellos que están interesados en saber lo que sucede no tienen más conectar su televisión al satélite o bucear en Internet que, tras el bloqueo inicial, sigue funcionando con relativa normalidad. Los tejados de Damasco y del resto de las ciudades sirias están sembrados de parabólicas. ¿La cadena de referencia? Un sondeo rápido confirma que, como en el resto de las revueltas árabes, es Al Yazira.
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