“Estamos echando a la gente joven”
La sociedad griega afronta el éxodo de miles de licenciados que huyen de la falta de trabajo y de expectativas
Abrirse, largarse, recoger las cosas y marcharse. Un billete de avión y adiós a Grecia. El abogado Giannis Sarakinos tiene 29 años, una fecha en la cabeza, febrero, y tres destinos posibles: Londres, Bruselas o Singapur. “En mi especialidad, el sector financiero, claro que hay trabajo para un asesor legal en estos tiempos, mucho, pero la mayoría de mis clientes dejó de pagar en abril”, explica. Si encontrase empleo —pagado—, asegura, no se iría. Formado en Atenas y en Londres, en 2009 dejó Reino Unido para volver a su tierra y se estableció junto a un socio. Aquel año la economía ya encadenaba su segundo año en recesión, la crisis de deuda soberana estallaría al siguiente y el país iba a pedir su primer rescate financiero. Aun así, ha aguantado el tirón hasta ahora.
Coger el portante y buscarse la vida fuera de Grecia. Es difícil hablar estos días en Atenas con alguien de 25 a 40 años, sobre todo licenciados universitarios, que no esté planteando emigrar dado lo negro del horizonte económico. No hay cifras oficiales de cuántos griegos se han marchado desde que empezó la debacle, pero sí estimaciones. El profesor Savas Robolis, director del Instituto del Empleo, vinculado a los sindicatos GSEE y ADEDY, calcula, basándose en una investigación con universidades, que unas 50.000 personas de alta cualificación se han establecido en otros países entre 2009 y 2010. “Ahora tenemos un grave problema económico, pero vamos a un crash social”, alerta Robolis. “Grecia va a perder todo ese capital humano porque, en el mejor de los casos, esta gente no podrá volver a este país en al menos 10 años, no hay oportunidades para ellos”.
Es difícil hablar estos días en Atenas con alguien de 25 a 40 años que no esté planteando emigrar
Más números. Desde la fundación del portal europeo de la movilidad laboral (EURES), en 1993, y hasta 2010, casi 8.000 griegos han colgado su currículo, pero la cifra se disparó durante el año pasado y alcanzó los 15.500 (son cerca de 7.500 nuevos en 12 meses), según un estudio del profesor de Geografía Económica de la Universidad de Macedonia Lois Labrianidis.
Alemania, por su fortaleza industrial, y Reino Unido, por el tirón económico de los Juegos Olímpicos, están acogiendo a muchos griegos emigrados y la tendencia, se teme Robolis, seguirá. Las estadísticas oficiales sitúan el desempleo en el 18% de la población activa, aunque esta tasa puede llegar al 23% y uno deja de considerar trabajadores a las personas que realizan prácticas no pagadas de tres meses, a aquellos que han trabajado una sola hora la semana anterior a la encuesta o a los parados de larga duración. El año que viene, según los cálculos del Instituto, puede llegar al 25%, solo teniendo en cuenta el recorte de personal público previsto. Y la tasa de paro juvenil ya roza el 44%.
A veces, no solo es el paro lo que impulsa a los jóvenes griegos a marcharse, sino también la precariedad. Sofia, de 26 años, es economista y ha estudiado tanto en Reino Unido como Francia. Ahora trabaja sin contrato en una firma de inversión ateniense que, cuenta ella con ironía, “ahora invierte muy poquito”. Son sus padres los que la empujan a marcharse. “No ven futuro para mí aquí, yo me he dado unos meses para ver si algo mejora, no querría irme porque veo además un cierto deber nacional, pienso que si todos hacemos lo mismo, ¿qué va a pasar con este país?”, se pregunta.
Unas 50.000 personas de alta cualificación se han establecido en otros países entre 2009 y 2010
Labrianidis tiene una respuesta para eso. “Es un desastre, si las personas más formadas se van a emplear su talento a otros países de Europa o a Estados Unidos, esta economía difícilmente podrá al fin generar nada”, apunta. El profesor ha realizado un estudio sobre la “fuga de cerebros” en Grecia y concluye que la crisis lo ha intensificado, pero “el fenómeno lleva ocurriendo desde hace décadas, porque este país no genera puestos de trabajo suficientes para nuestros jóvenes cualificados”.
Hay de 114.000 a 139.000 científicos griegos trabajando en el extranjero en la actualidad, según sus estimaciones, lo que representa entre el 9% y el 11% de los licenciados superiores griegos (unos 1,2 millones de personas, según el censo de 2001). Las academias de alemán, el país al que aquí muchos ven como la bestia negra por los ajustes económicos que les reclama a cambio del salvamento económico, no dejan de ganar alumnos.
¿Cómo convencerles de quedarse, viendo el panorama? El ministro de Desarrollo Regional y Competitividad, Michalis Chryssohoidis, atiende a la pregunta en su despacho, en una pausa del debate parlamentario para ratificar al Gobierno interino que debe salvar a Grecia de la bancarrota. “Les estamos dando facilidades para que formen sus propias empresas, este año abrimos un programa de 90 millones en subsidios y 150 en préstamos, pero se presentaron solo 20 proyectos, falta vocación emprendedora”. El problema de abrir un negocio ahora es que crédito, salarios y consumo están en caída libre. “El entorno no ayuda, por supuesto, pero las exportaciones van bien; eso es señal de que Grecia puede crear empresas competitivas que vayan bien”, no deja de insistir.
No todo el mundo lo ve así. “Grecia está echando a la gente joven”, advierte George Tzogopoulos, investigador de Eliamep, instituto de estudios europeos. A su juicio, “no hay una estrategia concreta para lidiar con el desempleo y soy pesimista respecto a la posibilidad de que se encuentre una en el futuro próximo”.
Giannis-Alkaios Pothos, licenciado en Sociología, también está preparando su marcha a la capital londinense con el fin de reforzar sus estudios. Ahora trabaja de forma desinteresada en una organización de ayuda a familias numerosas, pero sabe que debe empezar a ingresar dinero. “Mi profesión está muy vinculada a lo público y ahora es imposible encontrar un empleo aquí, pero mi idea sería volver en unos cinco años, no me iría si las cosas estuvieran mejor”, asegura.
Grecia en 2016. Labriadis cree que muchos de los que se van no volverán. “La gente echa raíces y, aunque tenga planes de volver, luego cuesta encontrar un empleo del mismo nivel que tienen en los países a los que han emigrado”, reflexiona. El abogado Giannis Sarakiros tampoco sabe si los viajes tienen fecha de regreso. “Pero yo he luchado mucho por mis estudios, he pagado mucho, y no puedo arruinarlo”, concluye.
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