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ESPECIAL: CHINA CONQUISTA AMÉRICA LATINA

Los países andinos se unen a la nueva ruta de la seda

Venezuela, Ecuador, Colombia, Perú, Chile y Bolivia aumentan sus exportaciones y buscan en el capital chino la liquidez que necesitan para el desarrollo de sus infraestructuras e industrias

Fernando Gualdoni
Planta extractora de petróleo durante una puesta de sol en Maracaibo.
Planta extractora de petróleo durante una puesta de sol en Maracaibo.AP

Los países de la cordillera andina, desde Venezuela hasta Chile, han hallado en China un aliado comercial y financiero que les ha permitido aumentar sus exportaciones u obtener préstamos que nadie más estaba dispuesto a dar. Las ventas a Pekín de cobre chileno, petróleo venezolano o colombiano, hierro y oro peruanos; han subido como la espuma en el último lustro y las perspectivas del mercado son alentadoras. Perú y Chile, ambos con tratados de libre comercio con el gigante asiático, encabezan la lista entre los socios regionales. Venezuela, Ecuador y Bolivia, en permanente desencuentro con las organizaciones multilaterales de crédito y agobiados por el gasto público, han buscado en el capital chino la liquidez que necesitan para el desarrollo de sus infraestructuras e industrias. Colombia, cada vez más conectado con China, prevé convertirse con la construcción de un ferrocarril paralelo al canal de Panamá en una pieza clave del incipiente orden económico mundial, en un hito la nueva ruta de la seda.

Tras casi dos años de libre comercio entre Lima y Pekín, los intercambios alcanzan los 10.000 millones de dólares anuales. Las inversiones de empresas chinas en Perú superan los 1.200 millones y se espera que en los próximos cinco años se multipliquen por diez. Los gobiernos peruanos, principalmente desde el segundo mandato de Alan García, que acaba de concluir, han visto en las relaciones con China la oportunidad de diversificar el comercio y explorar nuevos mercados; y reducir la dependencia de los socios tradicionales como Estados Unidos y la Unión Europea, ambos en franco retroceso. Los sectores de la minería y el petróleo suponen el grueso de las exportaciones peruanas a China y concentran las inversiones del país asiático en el andino. Sin embargo, en los últimos años, otros sectores de la economía peruana, como el del café, el cacao, entre otros productos agroindustriales, comienzan abrirse paso hacia Pekín. Perú ya es parte de esa nueva ruta del comercio del hemisferio sur tras la construcción de una carretera entre la costa brasileña Brasil y los puertos del Pacífico peruano por el que fluirá el comercio de los gigantes de Asia y Sudamérica.

Para Chile, el tratado de libre comercio disparó los intercambios hasta los 25.000 millones de dólares en 2010, convirtiendo a China en el principal socio económico y comercial del país. Sin embargo, el peso que tiene el cobre entre las exportaciones chilenas al gigante asiático es tan formidable que el Gobierno de Santiago se ha visto obligado a sondear caminos para la diversificación de las ventas. Por ejemplo, Chile ha buscado que el capital chino se interese por los proyectos de observación astronómica y energía solar que se desarrollan en Atacama. Por otra parte, el país andino pretende que su sector universitario atraiga una ingente cantidad de estudiantes chinos que paguen las matrículas a buen precio. Chile también aumentará su importancia como punto de salida y entrada de mercancías hacia el sureste de Asia cuando acabe el túnel ferroviario de 52 kilómetros que prevé construir a medias con Argentina bajo la Cordillera de los Andes. Recientemente, la prensa chilena destacaba que al Gobierno lo que más le preocupaba era que la inversión china en el país era muy escasa –por debajo de los 100 millones de dólares-, teniendo en cuenta los desembolsos chilenos dentro del mercado chino –más de 230 millones-.

Colombia amenaza con dar el gran campanazo de las inversiones chinas en infraestructuras en Suramérica. Si se finaliza con éxito la construcción de un corredor ferroviario para unir el Atlántico con el Pacífico que compita directamente con el Canal de Panamá, el país será el referente del comercio transoceánico en el centro de América. El proyecto “está muy avanzado, los estudios que han hecho [los chinos] sobre el coste del transportes por tonelada, el coste de las inversiones, todo habla a favor", declaró el presidente Juan Manuel Santos a la prensa a principios de este año. "No quiero generar expectativas exageradas, pero tiene mucho sentido. Asia es el nuevo motor de la economía mundial", añadió.

El nuevo 'canal' en tierra firme, de 220 kilómetros de longitud, irá desde el Pacífico a una ciudad de nueva construcción cerca de Cartagena, donde los productos que se importen de China se ensamblarán para su reexportación a otros países latinoamericanos. Al mismo tiempo, las materias primas colombianas utilizarán el mismo enlace ferroviario aunque en sentido inverso para su exportación al país asiático. Ese proyecto de 7.600 millones de dólares, financiado por el Banco de Desarrollo Chino y que será gestionado por el Grupo Ferroviario de China, tendrá capacidad para el transporte de hasta 40 millones de toneladas de carga al año desde el centro económico de Colombia hasta el Pacífico.

Políticamente, quienes más están rentabilizando el potencial chino son los presidentes venezolano, Hugo Chávez, y ecuatoriano, Rafael Correa. El primero ha logrado recientemente un acuerdo de suministro de petróleo a cambio de un crédito de 1.000 millones que le permitirá financiar el clientelismo político con vistas a las elecciones de 2012. El pacto es el último de la serie de préstamos a tipos de interés bajos concedidos por China a Venezuela desde 2007 por un valor de 32.000 millones, de los cuales Pekín ya ha desembolsado más de 20.000. A cambio, Caracas destina diariamente casi medio millón de barriles de crudo y derivados al mercado chino, la mitad de lo que envía Estados Unidos, el principal cliente del sector petrolero venezolano. La oposición chavista ha denunciado insistentemente que el Ejecutivo utiliza los fondos chinos a su antojo, sin pasar por ningún control público, a pesar de que se han obtenido a cambio de un bien del Estado como son los recursos naturales.

Correa, que vive despotricando contra el Banco Mundial y el FMI, ha buscado en China buena parte del dinero que necesita para, como dice él, “refundar Ecuador”. "China está haciendo lo correcto", llegó a declarar el presidente ecuatoriano, "en lugar de financiar a los Estados Unidos con papeles de bajo rendimiento, nos ayudan a desarrollarnos a cambio de recuperar su inversión". La inversión china en Ecuador ya ha superado los 2.200 millones de dólares, lo que ha convertido a Quito en uno de los mayores receptores de capital asiático. Entre otros proyectos, los gobiernos de Ecuador y China han puesto la primera piedra para constituir una empresa mixta para la explotación petrolera en la Amazonia. Además, Pekín financiará y construirá el proyecto hidroeléctrico Coca Codo Sinclair, que se convertiría en el más grande del país.

El presidente boliviano, Evo Morales, va un poco rezagado frente a sus colegas de Ecuador y Venezuela a la hora de estrechar los lazos con China. Las exportaciones de Bolivia a China apenas superan los 200 millones de dólares y se trata de materias primas sin valor añadido y minerales como el zinc, estaño, plomo y plata. Consciente de la necesidad de darse prisa a la hora de cortejar a Pekín, Morales se vino de su último viaje a la capital china, a mediados de este año, con un buen número de acuerdos y compras para poner a Bolivia en el mapa del imperio celeste. El gobernante indígena tentó a China a invertir en el proceso de industrialización del litio que alberga el Salar de Uyuni, una de las mayores reservas mundiales de este recurso; vital para las baterías eléctricas. Además, encargó a una compañía china la construcción de un satélite de comunicaciones valorado 300 millones, que será puesto en órbita en 2013. Poco antes de la visita, la aviación militar boliviana había estrenado seis aviones chinos para el combate contra el narcotráfico. “China es un país tan grande que hasta me imagino que en poco tiempo Estados Unidos va a ser colonia de China”, bromeó un entusiasta Morales a su regreso del viaje.

Al margen de la euforia que ha generado en la región andina el potencial comercial e inversor de China, no son pocas las voces que advierten que a medio plazo es fundamental que todos los países dejen de ser solo proveedores de materias primas y compradores de sus bienes manufacturados chinos, porque esto deteriorará irremediablemente el nivel de las relaciones comerciales con el gigante asiático. En segundo lugar, es importante no crear una relación excesivamente paternalista que otorgue a Pekín la hegemonía económica y comercial que a lo largo de la historia han tenido primero Europa y luego Estados Unidos. Tercero, recordar que China no es una democracia y que América Latina tiene la obligación de mantener viva la presión por asegurar el respeto de los derechos humanos y las libertades civiles allende sus fronteras e intereses.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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