Irán advierte de que "jamás" abandonará su programa nuclear
Crece la tensión en torno a las intenciones militares de Teherán Washington propondrá nuevas sanciones
“No vamos a retroceder ni un milímetro en el camino que hemos emprendido”, reiteró ayer el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, en su primera reacción tras conocerse el último informe de la ONU sobre el programa nuclear de Irán. Los desmentidos iraníes se han convertido en la respuesta automática a cada evaluación trimestral del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Sin embargo, el texto que se filtró anoche aporta nuevos documentos que respaldan las acusaciones de que Teherán intenta obtener armas nucleares. Falta por ver si las pruebas serán suficientes para que Rusia y China, los dos principales valedores de Irán en el Consejo de Seguridad, aumenten la presión sobre su aliado.
Ahmadineyad ha vuelto a repetir que su país no necesita armas nucleares y ha acusado al OIEA de “dañar su prestigio por las absurdas alegaciones de Estados Unidos”. Sus palabras coronan un rechazo que empezó antes incluso de que se hiciera público el informe. Desde el pasado fin de semana, diversos portavoces iraníes han tratado de contrarrestar su impacto asegurando que se trataba de un “documento politizado para respaldar una acción militar israelí”.
La sensibilidad de Teherán está a flor de piel a raíz de que se filtrara que el Gobierno israelí sopesaba un ataque preventivo para evitar que Teherán se haga con el arma atómica. Sus militares han advertido que la respuesta no se limitaría a Israel y que las fuerzas estadounidenses desplegadas en la vecindad de Irán serían vulnerables a sus misiles y lanchas rápidas. El jefe adjunto del Estado Mayor, el general Masud Jazayerí, volvió a amenazar ayer con destruir a Israel si ese país osa atacar a Irán.
La República Islámica siempre ha negado que su programa nuclear tenga objetivos militares y retado a los inspectores a que presenten pruebas. Aun así, en lugar de ofrecerles mayor acceso, reacciona a la defensiva, descalificando su trabajo y profiriendo advertencias contra Israel y EE UU, a los que acusa de querer frenar su desarrollo. Ayer, el representante iraní ante el OIEA, Ali Asghar Soltanieh, dijo que el director de esa agencia, Yukiya Amano, ha actuado de forma “parcial, política y poco profesional”.
El informe del OIEA afirma que, si bien algunas de las actividades de Irán pueden tener aplicaciones tanto civiles como militares, otras son “específicas para [la fabricación de] armas nucleares”. Entre éstas menciona las pruebas con explosivos de alta potencia y el desarrollo de un cebo para detonar una carga nuclear, así como la simulación informática del núcleo de una cabeza atómica. En sus 25 páginas también se citan los preliminares para una prueba nuclear y el desarrollo de una carga atómica para los misiles Shahab 3, un cohete de alcance intermedio que puede llegar hasta Israel.
La mayoría de esas acusaciones no son nuevas y ya se han mencionado en informes anteriores desde que se descubrió el programa nuclear secreto de Irán en el verano de 2002. En esta ocasión, sin embargo, el OIEA asegura que han sido corroboradas con documentos facilitados por 10 países miembros y por la investigación de sus propios inspectores.
Eso ha sido suficiente para que el Reino Unido, Francia y Alemania expresen su deseo de que se refuercen las sanciones a Irán, tal como desea EE UU, y como alternativa a la opción militar que plantea Israel. No obstante, parece complicado que se logre el consenso necesario para las “sanciones letales” que ha sugerido el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak. Eso significaría un embargo internacional respaldado por un bloqueo marítimo que frenara físicamente sus exportaciones de petróleo e importaciones de productos refinados.
Rusia, que cuenta con poder de veto en el Consejo de Seguridad, ya ha rechazado esa posibilidad, a la vez que hace un llamamiento a que se reanuden las conversaciones entre Teherán y las seis grandes potencias (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania). La última de esas reuniones concluyó sin ningún avance a finales de enero. China, por su parte, ha pedido a Irán que muestre “flexibilidad y sinceridad” con el OIEA. Aunque tanto Moscú como Pekín respaldaron las cuatro resoluciones sancionadoras anteriores contra Irán, se oponen a nuevas medidas. Ambos defienden que el diálogo y no la coerción es el camino para resolver la crisis con ese país, donde tienen importantes intereses económicos.
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