_
_
_
_
TRIBUNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Laura Pollán, la profesora a la que no interesaba la política

Ella sólo quería enseñar matemáticas, pero su voluntad de concordia, encarnada en su gladiolo blanco y su eterna sonrisa la han hecho entrar en la historia de Cuba

El movimiento de las Damas de Blanco surgió la primavera de 2003 como reacción a la detención por el Gobierno cubano de 75 opositores, luego condenados, algunos hasta a 20 años de prisión. Uno de ellos era Héctor Maseda, marido de Laura Pollán.

Según refería la propia Laura, hasta que cayó preso su marido, nunca se había interesado por la política. Era profesora de matemáticas. Junto a otras mujeres de presos, fundó el movimiento de las Damas de Blanco, del que se convirtió en alma. En su humilde casa de la calle Neptuno, en centro-Habana, organizaba coloquios y reuniones. Acogía a todas las mujeres de presos que viajaban a La Habana y recibía a cualquiera que quisiera visitarla.

Jamás le escuché una mala palabra contra nadie

Conocí a Laura Pollán en el verano de 2006. En aquella época, las relaciones de una buena parte de la posición cubana con el Gobierno español no eran buenas y el diálogo estaba prácticamente interrumpido. Ella fue una de las pocas personas - lo que le acarreó críticas importantes - que, más allá de las discrepancias, siempre mantuvo esos canales de comunicación abiertos.

Creía en el diálogo. "Yo no hablo de política, decía, sino de Derechos Humanos". Jamás le escuché una mala palabra contra nadie. "Mientras quede un sólo preso, yo seguiré marchando", decía sonriente. Todos los domingos, al salir de misa en la parroquia de Santa Rita, las Damas de Blanco marchaban, en silencio, con un gladiolo en la mano. El movimiento pasó por momentos difíciles que lo pusieron al borde de la desaparición. Pero Laura Pollán nunca dejo de encabezar aquella columna silenciosa que, en los momentos más difíciles, llegó a estar integrada únicamente por ella y sus fieles Berta Soler y Julita Núñez. Damas de Salamina.

Luego vino el premio Sajarov, los reconocimientos. El movimiento creció, y las marchas llegaron a ser muy numerosas, con gran cobertura de prensa y TV. Después de la muerte de Orlando Zapata, el propio Raúl Castro expresó su respeto por las Damas de Blanco.

Acogía a todas las mujeres de presos que viajaban a La Habana y recibía a cualquiera que quisiera visitarla

Luego vino el diálogo que permitió la liberación de los presos. El de Laura Pollán es uno de los nombres que propiciaron ese acuerdo histórico. Hubo otros; el Cardenal Ortega, Raúl Castro, Fariñas, Moratinos... Pero estoy convencido de que sin la prudencia - no exenta de firmeza - de Laura Pollán aquel acuerdo no hubiese sido posible.

Ella sólo quería enseñar matemáticas, pero su voluntad de concordia, encarnada en su gladiolo blanco y su eterna sonrisa la han hecho entrar en la historia de Cuba.

Carles Pérez-Desoy Fages Consejero en la Embajada de España en La Habana de 2006 a 2010

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_