Sobre nubes volcánicas
La erupción del volcán islandés Eyjafjall tiene colapsados los aeropuertos europeos desde ayer. Esta erupción comenzó el pasado 20 de marzo y, aunque el lunes parecía que la erupción se detenía, el martes por la noche comenzó a registrarse un enjambre de sismos que acabó en la apertura de un nuevo centro de emisión el miércoles. Desde esta nueva boca se formó ayer una columna eruptiva de unos ocho kilómetros, generando una nube de cenizas que se ha desplazado sobre el noroeste de Europa, imposibilitando el tráfico aéreo. Las columnas eruptivas están formadas por gases y fragmentos de rocas y magma que ascienden hacia la atmósfera por el empuje de gases y por convección. Cuando la densidad de la columna es igual a la de la atmósfera, las partículas más finas se expanden propagándose lateralmente a favor del viento. Las partículas más gruesas caen por gravedad originando flujos piroclásticos.
La ceniza volcánica está compuesta por rocas de grano muy fino y fragmentos de minerales y vidrio volcánico. Son partículas pesadas, muy duras y abrasivas de tamaño inferior a dos milímetros, aunque a distancia del centro de emisión suelen ser menores de 0,5 milímetros. Las partículas más pequeñas (< 0,01 milímetros) pueden permanecer en la atmósfera meses. Además, estás partículas están acompañadas de gases ácidos como el dióxido de carbono, el dióxido de azufre, sulfuro de hidrógeno, hidrógeno y flúor.
La suspensión del tráfico aéreo en esa zona está totalmente justificada y es una medida preventiva necesaria ya que puede provocar la detención de todos los motores al mismo tiempo. Esto se produce porque la ceniza se funde por el calor de los motores afectando al flujo de gases de combustión y provocando la parada del motor. Otros efectos de la ceniza son la disminución de la visibilidad, la afección a los equipos de vuelo y la abrasión del fuselaje.
Aunque los volcanólogos pueden pronosticar con cierta precisión cuando un volcán (estudiado y monitorizado) va a entrar en erupción, predecir cuando esta erupción va a parar es complicado. En base al estudio de las erupciones anteriores podría durar semanas, meses o incluso años. La actual erupción, además de la emisión de lavas y cenizas, está fundiendo una capa de hielo de unos 200 metros de espesor y ha provocado grandes inundaciones. Estos flujos han destruido puentes y carreteras. Más de 800 personas han sido evacuadas como medida de prevención.
Ahora, los volcanólogos islandeses están siguiendo con especial atención la información que obtienen del Katla, un volcán vecino que se ha reactivado tras las tres erupciones históricas del Eyjafjall. La última erupción del Katla fue en 1918.
Otro volcán cercano, el Laki entró en erupción en 1783 y su ceniza cubrió más de 8.000 kilómetros cuadrados. Durante esta erupción se emitieron más de 10 millones de toneladas de SO2, que reaccionó en la atmósfera originando una densa nube de ácido sulfhídrico. La temperatura del planeta disminuyó y el invierno de 1784 fue uno de los más fríos en Europa. El envenenamiento de reses y la destrucción de los cultivos provocaron una hambruna en todo el norte de Europa. Esta situación ha sido propuesta como uno de los disparadores de la revolución francesa.
Este fenómeno no es aislado, son comunes los cierres de aeropuertos en el mundo a causa de nubes de ceniza volcánica. Uno de los casos más espectaculares fue el del volcán Pinatubo en 1991, una erupción mucho más explosiva que la de Islandia, en la que las cenizas llegaron a distancias de hasta 1.740 kilómetros del volcán. Las erupciones del Etna suelen tener consecuencias en el aeropuerto de Catania.
Las nubes de ceniza son solo uno de los peligros que pueden asociarse a las erupciones volcánicas. Otros peligros son los flujos de lava, los flujos piroclásticos, la proyección de piroclastos, sismicidad, etc. El hecho de que se produzcan fenómenos volcánicos de distinto tipo y con diferentes efectos hace del estudio de la peligrosidad volcánica un tema complejo pero abordable, y es en este sentido en el que estamos trabajando desde el IGME. En 2007 se presentó el mapa de peligrosidad volcánica de Tenerife y ahora Laura Becerril (IGME) está desarrollando una Tesis Doctoral en El Hierro sobre el análisis de la peligrosidad volcánica.
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