Morales arrasa en las elecciones de Bolivia
El partido del presidente aymara asegura que tendrá mayoría en la primera Asamblea Plurinacional y que podrá reformar las instituciones democráticas
El presidente Evo Morales logró ayer su reelección por un periodo de cinco años al frente del Gobierno boliviano. Los sondeos a pie de urna le dieron una enorme ventaja sobre sus rivales, el conservador Manfred Reyes -un ex gobernador de Cochabamba procesado por corrupción- y el empresario Samuel Doria Medina. Morales arrasó en las presidenciales con más del 60% del sufragio de los 5,1 millones de bolivianos habilitados para votar en su país y los 168.000 en el exterior. El Movimiento al Socialismo (MAS) también dio por conseguida la mayoría de los dos tercios en la primera Asamblea Plurinacional (130 diputados y 36 senadores), la llave que necesita el dirigente aymara para crear el nuevo Estado, para desarrollar sin trabas su Constitución de corte indigenista y reconstruir a su medida instituciones democráticas clave como el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema y la Corte Electoral.
El presidente salió al balcón del palacio presidencial en la céntrica plaza Murillo de La Paz bien entrada la noche para proclamar su victoria. Agradeció al pueblo que le permitiera seguir cinco años más en el puesto y profundizar su "revolución democrática y cultural al servicio del pueblo". "Hoy Bolivia nuevamente demuestra una vocación democrática (...) Hemos demostrado que es posible cambiar el país en base al voto del pueblo". Morales enfatizó que la clase media no le había dado la espalda como habían augurado sus críticos. "Aquí también están los profesionales", exclamó el dirigente.
Durante la campaña Morales cortejó a la clase media ante el temor que aún infunde en este segmento de la población. "Deseo servir cinco años más porque he aprendido a gobernar en los cuatro últimos (...) Algunos compañeros de la clase media dicen: será indio, pero nos hace respetar, nos da dignidad; por eso quiero decir a la clase media: Bienvenidos a este proceso revolucionario", dijo en el acto de cierre. El respaldo de la clase media de toda Bolivia ha sido clave para obtener la victoria en la elección de los senadores de la Asamblea, cuatro por cada una de las nueve provincias.
Con una oposición desunida y con escasas ideas, Morales tiene vía libre para profundizar su reforma del Estado y caer en la tentación de buscar la reelección indefinida, una tendencia que ya se ha propagado a Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Colombia. Las propuestas del MAS para gobernar hasta 2015 merecen estar en un museo de novedades. Morales ofreció un proyecto que recuerda al capitalismo de Estado, donde el Gobierno profundizará el control de los sectores energético y minero y con los excedentes de esos negocios creará empresas públicas -los habitualmente ineficientes elefantes blancos- y financiará las ayudas sociales. Otra prioridad se supone que será la constitución de las autonomías indígenas, pero aún no hay una ley que las defina, por lo que no se conoce con certeza cómo se financiarán o cómo convivirán con las autoridades regionales, provinciales y municipales ya existentes.
El presidente arrancó su fulgurante carrera nacionalizando en mayo de 2006 el sector de los hidrocarburos y aumentando los impuestos de las petroleras en plena escalada de los precios internacionales de la energía. Con esta medida garantizó al Estado una enorme cantidad de dinero que utilizó para sentar las bases de un nuevo país plurinacional con el fin de acabar con la marginación social y económica de los indígenas, el 62% de la población. Otorgó subvenciones directas para los niños, las mujeres embarazadas y los pensionistas. También concedió tierras a los indígenas y cerró el capítulo del analfabetismo a escala nacional. Su proyecto de transformación del Estado encontró una fuerte oposición en el llamado Oriente boliviano, la región criolla rica en gas y petróleo, que estuvo a punto de fracturar el país.
La popularidad de Morales ha ido en aumento a pesar de que sus primeros cuatro años de mandato estuvieron plagados de denuncias de abuso de poder por parte de la prensa y la oposición. Los escándalos de corrupción, que el dirigente había prometido erradicar, tampoco faltaron. Los más sonados fueron los vinculados a la gestión de la petrolera estatal YPFB, la madre de la riqueza boliviana. La empresa pasó por las manos de cinco presidentes y todos dimitieron bajo la sospecha del fraude. El último directamente fue a la cárcel.
La producción de hidrocarburos ha caído drásticamente por la falta de una buena gestión y de inversiones, tanto locales como extranjeras. Esta situación, añadida al retroceso de las exportaciones de gas y crudo (casi el 50% del total) y de los precios internacionales, le restarán este año más de mil millones de dólares a las arcas públicas (el 17% del presupuesto). Los problemas en este sector son una de las principales amenazas que se cierne sobre el futuro de Bolivia tal y como está planteado el plan de desarrollo económico.
A pesar del alto crecimiento en el último lustro, la sociedad boliviana sigue echando de menos la creación de empleos estables. No hay datos oficiales de paro desde 2007 y la informalidad de la economía sigue siendo tan grande que hace imposible consolidar la inclusión social y económica de la mayoría de los 10 millones de bolivianos, entre los que el 60% es pobre y más de la mitad de este porcentaje raya la indigencia.
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