Los Kirchner sufren una contundente derrota
El ex presidente Néstor Kirchner pierde por más de 2 puntos en Buenos Aires frente al peronista disidente Francisco de Narváez con el 87% de mesas escrutadas
Los Kirchner sufrieron ayer una contundente derrota electoral al perder las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires y en los otros cuatro grandes distritos del país (Capital Federal, Córdoba, Santa Fe y Mendoza), según los datos del cómputo oficial.
Con el 87,62% de las mesas escrutadas, el ex presidente y candidato a diputado Néstor Kirchner había perdido por más de 2 puntos (34,6% a 32,3%) frente al peronista disidente Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires, donde vota el 38% de los argentinos y en la que suponía que residía su mayor fuerza electoral.
Néstor Kirchner ha reconocido su derrota frente a Narváez y ha minimizado el impacto del revés generalizado sufrido por el oficialismo en las elecciones legislativas. Arropado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, Kirchner rompió su silencio y compareció, ocho horas después del cierre de las urnas, ante los cientos de simpatizantes reunidos en el hotel donde el oficialismo organizó su "cuartel general".
"Hemos perdido por muy poquito, hemos luchado con toda dignidad en Buenos Aires", ha comentado el ex presidente, que ha evitado hacer una valoración sobre la derrota generalizada del oficialismo en los principales distritos del país y la pérdida de la mayoría parlamentaria. "Los resultados nacionales todavía no los tenemos, pero hemos ganado en muchos provincias y estamos satisfechos", ha dicho el ex presidente, que ha insistido en varias ocasiones en que ha sido una "elección muy pareja".
Especialmente humillante fue la derrota sufrida en su provincia natal, Santa Cruz, en la que fue gobernador. La pérdida de la mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado hará que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, tenga que enfrentarse en los dos años y medio que le quedan de mandato con un Gobierno muy debilitado.
Hegemonía en entredicho
La derrota en Buenos Aires, donde se peleó voto a voto hasta entrada la madrugada, da idea del gran desgaste sufrido por el matrimonio Kirchner. Estas son las primeras elecciones, desde 2003, en las que se ponía en entredicho su hegemonía al frente del peronismo y los resultados finales van a dar también los primeros indicios sobre quiénes pueden ser sus posibles herederos, para las elecciones presidenciales de 2011.
Los comicios han dado una victoria aplastante en la provincia de Mendoza al grupo radical del vicepresidente Julio Cobos, lo que proporciona un nuevo impulso a su posible candidatura. Igualmente importante ha sido la victoria de Carlos Reutemann en Santa Fe, que lanza también a este senador peronista antigubernamental a un primer plano con vistas a 2011.
Aunque la oposición continúa dividida y no existe una dirección única ni un candidato presidencial común, los resultados electorales suponen una auténtica revolución y provocarán cambios fundamentales en la vida política argentina.
Francisco de Narváez y sus aliados, el alcalde de la capital, Mauricio Macri, y el peronista disidente Felipe Solá se presentaron ante sus electores a las 11 de la noche para anunciar su victoria en la provincia y manifestar su alegría. Los radicales, por su parte, reconocieron la victoria de Nárvarez y de Macri pero recordaron ellos que serán la segunda fuerza política en el Congreso.
Como un plebiscito
Durante la campaña electoral, Néstor Kirchner insistió repetidamente en que no se trataba solo de unos comicios para renovar la mitad de Congreso y un tercio del Senado, sino que se planteaba un plebiscito sobre la gestión presidencial y la suya propia. Kirchner, que pese a no tener un cargo público, es percibido por la opinión pública, como "copresidente", junto a su esposa, necesitaba imperiosamente ganar en la provincia de Buenos Aires para mantener el control del justicialismo y controlar el proceso de sucesión en 2011. La derrota en ese feudo es la peor noticia posible, el símbolo del fin de una época y de lo que se ha venido llamando el kirchnerismo, una manera bastante autoritaria de hacer política y de dirigir el país.
En la capital federal, donde la oposición estaba dividida entre conservadores, radicales y la izquierda, la victoria fue de la conservadora Gabriela Michetti, candidata del alcalde Mauricio Macri, que confiaba en sus buenos resultados para proyectarse como presidenciable dentro de dos años. El escaño de Elisa Carrió, candidata a diputada del Acuerdo Cívico y Social y dirigente de origen radical, estuvo en el alero hasta el ultimo minuto, al confirmarse el ascenso del independiente de izquierda Fernando "Pino" Solanas, el director de cine, que desplazó a los radicales del segundo puesto en la capital. Los sondeos indicaban que Carrió, finalmente, lograría entrar en el Congreso.
En Santa Fe, la oposición acudió a las elecciones partida entre el peronismo disidente y una alianza de socialistas y radicales. El senador Carlos Reutemann, peronista antigubernamental, logró conservar su plaza, lo que lo sitúa como claro candidato presidencial en 2011. Reutemann pidió ayer que "el Gobierno haga una lectura inteligente de los resultados". El gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, por su parte, necesitaba que su candidato, Ruben Giustiniani, ganara a Reutemann para poder aspirar a la Casa Rosada y su derrota ha supuesto un momentáneo repliegue.
Temores de gripe
La jornada electoral se desarrolló en medio de los temores por la rápida propagación de la gripe porcina y, por primera vez, proliferaron las mascarillas en muchas de las colas. La gripe, y una campaña electoral en la que lo más llamativo ha sido un programa humorístico televisivo (Narváez se presentó a votar acompañado por su "muñecote"), podrían haber dejado a muchos electores en casa, pero en Argentina el voto es obligatorio y se esperaba que la participación fuera la habitual.
Las elecciones debían haberse celebrado el 25 de octubre, pero los Kirchner decidieron adelantar la fecha, en un intento por esquivar los efectos de la crisis económica, con la mala suerte de que ha coincidido con la llegada de la epidemia y el desbordamiento del sistema sanitario. Las autoridades estudian incluso la posibilidad de, pasadas las elecciones, declarar la emergencia sanitaria y prohibir las concentraciones de público en locales cerrados, si no se consigue bajar rápidamente el número de contagios.
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