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Reportaje:

Primer apoyo sindical a los Sin Tierra

La mayor unión brasileña, la Central Única de los Trabajadores, se unió al MST en 14 ocupaciones durante los pasados carnavales

El Movimiento de los Sin Tierra (MST) brasileño ha logrado por primera vez apoyo sindical. Ocurrió durante los pasados carnavales, que concluyeron la semana pasada. Los Sin Tierra realizaron un total de 14 ocupaciones, todas ellas en el Estado de São Paulo, en las que también participó la Central Única de los Trabajadores (CUT), la mayor unión sindical del país, que cuenta con 300 sindicatos afiliados. Se trata de algo inédito en la historia del MST y, por eso, ha suscitado todo tipo de reacciones, incluso dentro del propio sindicato, que ha acabado dividiéndose.

La dirección ejecutiva nacional divulgó ayer una nota en la que justificaba el apoyo dado por la CUT a las invasiones “por considerar justa la lucha en favor de la reforma agraria”, mientras que, por ejemplo, la coordinadora regional de Presidente Prudente, Sonia Auxiliadora, se ha mostrando en contra: “La CUT está a favor de la reforma agraria, pero no participa en las ocupaciones”, aseguró.

El origen de la polémica está en la atávica mala distribución de tierras en Brasil, que ha originado la lucha por una reforma agraria que ningún Gobierno ha querido o podido hacer ?ni siquiera el de izquierdas que preside Luiz Inácio Lula da Silva? y que implicaría cambios en lo económico, lo social y lo político. En Brasil existen aún 371 millones de hectáreas aptas para la agricultura; es decir, un territorio equivalente a las superficies que ocupan Argentina, Francia, Alemania y Uruguay juntas. Pero sólo una parte ínfima de esta tierra está cultivada. Más del 50% se dedica hoy a pastos para el ganado. Hasta la década pasada, casi la mitad de la tierra cultivable del país estaba en manos del 1% de los propietarios, y sólo un 3% pertenecía a los 3,1 millones de productores rurales.

Comparado con los países vecinos, Brasil es líder en la concentración de tierras en manos de pocos. Lo que ocurre es que, en un país que se ha industrializado y urbanizado con una rapidez vertiginosa, la reforma agraria no puede ponerse en práctica al ritmo que desean algunos dirigentes del MST; es decir, dando sin más las tierras a las miles de familias que no pertenecen a cooperativas y tienen que seguir siendo sufragadas por el Estado; muchas de ellas acaban abandonando sus tierras, que no les permiten sobrevivir.

Las ocupaciones han causado cientos de muertos desde 1985. El MST tiene 19 años de historia y 1,5 millones de afiliados. Está considerado como el mayor movimiento de campesinos de izquierdas de Suramérica y ya ha conseguido colocar a 350.000 familias, gracias a las invasiones y a las tierras que el Gobierno expropia por considerarlas improductivas.

Cuando, en 2003, Lula llegó al poder ?y con él, el Partido de los Trabajadores (PT), brazo político del MST?, dijo a los Sin Tierra en su primer discurso que, con su Gobierno, no sería necesario que ocupasen las tierras porque él “se las iba a dar pacíficamente”. Pero no fue así. El MST se sintió defraudado por las promesas no cumplidas de un Gobierno que ellos consideraban de su parte y, por ese motivo, en estos cuatro últimos años ha realizado más ocupaciones que nunca.

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Ahora, la unión del MST con la mayor central sindical del país preocupa al Ejecutivo. Se trata de una nueva, difícil y delicada papeleta para Lula, que tiene que nombrar en las próximas semanas al nuevo ministro de Agricultura. El nuevo titular de esta cartera se enfrentará a la asignatura siempre pendiente de realizar una reforma agraria seria y moderna, capaz de acabar con las injusticias de los latifundios pero también con la violencia en el campo.

Aspecto de una invasión de los Sin Tierra, la semana pasada en Caxias do Sul.
Aspecto de una invasión de los Sin Tierra, la semana pasada en Caxias do Sul.EFE

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