Chávez afirma estar dispuesto a tomar las armas para defender su revolución
El presidente venezolano dice que "Hitler se queda corto" en comparación con la oposición que pide su cese
El día en que la huelga general en Venezuela cumple su primer mes, el presidente venezolano, Hugo Chávez, desde Brasil, donde ha asistido a la toma de poder de Lula da Silva, se ha manifestado dispuesto a tomar las armas para defender su "revolución pacífica". Para Chávez, la oposición, que busca su salida del Gobierno no es sino "un movimiento fascista" ante cuyos dirigentes "Adolf Hitler se quedaría corto".
"Los que cierran el camino a la revolución pacífica lo abren a la revolución violenta. Eso es lo que está en juego en América Latina", ha dicho Chávez, quien a su vez estuvo involucrado en un golpe militar en 1992.
"El dilema en Venezuela está entre una revolución pacífica o una revolución violenta", ha recalcado al asegurar que tampoco se puede simplificar la situación en la dicotomía Chávez o un baño de sangre.
Chávez se ha reafirmado en su intención de no aceptar el "chantaje" de la oposición, que le pide la renuncia. A su juicio, la salida al conflicto venezolano está en el marco de la Constitución, la cual establece la posibilidad de convocar un referéndum popular para preguntar al pueblo si quiere revocar su mandato.
Por último, Chávez ha dicho regresaba a su país como vino, dispuesto a seguir buscando soluciones al conflicto. En ese sentido, la oposición ha retomado hoy las negociaciones con el Gobierno, conversaciones auspiciadas por la Organización de Estados Americanos (OEA) y su presidente, César Gaviria, principal impulsor de las negociaciones.
Retoma de las negociaciones
En este sentido, el secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y miembro de la Mesa de Negociación y Acuerdos, Manuel Cova, ha desmentido las versiones que apuntan a una presunta suspensión de la huelga general, al tiempo que ha reafirmada que ésta se mantiene y que incluso nuevos sectores estudian sumarse a la paralización.
La protesta, organizada por partidos opositores, la principal central sindical y la cúpula empresarial, no ha paralizado Venezuela pese a cerrar escuelas, bloquear vuelos nacionales, restringir el servicio bancario o poner en peligro incluso el abastecimiento de cerveza en los bares. La guerra de desgaste es posible porque las empresas pagan el salario de los trabajadores en paro, funcionan los ministerios, mercados populares y pequeños comercios, y todavía hay gasolina. Las colas son kilométricas, pero la escasez no alcanza todavía la penuria.
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