Solo una cuarta parte de la población mundial, incluida España, vive en democracias plenas
Los indicadores de calidad democrática muestran un retroceso lento pero continuado


Hace 20 años, más de la mitad de la población mundial vivía en democracias más o menos perfectas, dentro de las limitaciones de ese tipo de sistemas. Ese número sigue desde entonces una tendencia descendiente, hasta el punto de que en 2024 solo el 28% de los ciudadanos convive en democracias y para el 38% de ellos las condiciones empeoraron el año pasado. La ciudadanía se muestra insatisfecha con el rendimiento de la democracia en cualquier país donde se pregunta, y los indicadores de democratización elaborados por instituciones especializadas muestran un retroceso lento pero continuado a escala planetaria.
Y España, ¿dónde está? Se mantiene en equilibrio en un mundo que empeora, que no es poco. Coinciden con ello los citados indicadores mundiales y nacionales, pese a tener que escuchar algunas opiniones un poco disparatadas sobre la vacuidad de la democracia española. A pesar de ello “seguimos siendo un país libre, con políticas razonablemente moderadas con algún sobresalto que las mayorías terminan por corregir antes o después”. Lo analiza con exhaustividad el Informe sobre la democracia en España 2024 (IDE24), que todos los años elabora la Fundación Alternativas.
Podría ocurrir que a la democracia le sucediera como al literario retrato de Dorian Gray. El historiador Francisco J. Leira desarrolla esta idea-fuerza de Oscar Wilde en un libro de próxima aparición (Retratos de la Transición). Aunque realmente la analogía de Leira es entre la Transición y el cuadro de Basil Hallward, puede servir también para democracias que poco a poco van dejando de representar a la realidad. El paso del tiempo las va haciendo inoperantes en cuanto a sus resultados, y no evolucionan según las necesidades y exigencias de cada momento. Un sector sociopolítico cada vez más amplio sigue prefiriendo no mirar ese retrato de Dorian Gray por miedo a lo que pueda encontrar. El análisis crítico de las democracias servirá para sacar a la luz el cuadro escondido en el diván.
Los datos que proporcionan respecto a España los principales institutos de estudios sobre la calidad de la democracia son los siguientes:
—V-Dem (Varieties of Democracy), de la Universidad de Gotemburgo, el centro académico contemporáneo más importante en este tema: España es una democracia liberal plena desde que se dio por concluida la Transición a finales de los años ochenta. España está en el puesto 25º, entre el 10% y el 20% de los países más avanzados.
—Freedom House, con sede en Washington: otorga a España 90 de los 100 puntos posibles en la valoración de las libertades políticas y derechos ciudadanos (que en 2024 solo obtiene Finlandia). Ocupa el puesto 37º de los 207 países evaluados, justo por encima de Italia y Francia, y por debajo de Portugal.
—International Idea: posición 22ª de 151 en el índice de calidad del proceso de representación, puesto 11º en la protección de derechos, 24º en funcionamiento del Estado de derecho y 31º en participación, uno de los puntos débiles de la democracia española. España es evaluada como un país de “alto rendimiento” en 14 de las 17 dimensiones básicas, y de “rendimiento moderado” en las otras tres.
—The Economist (Unidad de inteligencia): España está en el pequeño grupo de las 25 “democracias plenas”, en el puesto 21º, con 8,13 sobre 10 puntos. La clasificación la encabeza Noruega, con 9,88 puntos. España es la nación mejor valorada de todas las de la región del Mediterráneo.
—La Fundación Alternativas concede a la democracia española un 6,4 sobre 10 puntos, la misma calificación que en 2022 y 2023. Entre los aspectos positivos del aprobado alto destaca la celebración regular de elecciones libres y transparentes, la garantía del derecho al voto, el respeto a las libertades religiosas, sindicales y de asociación, el comportamiento legal de los funcionarios, o los compromisos del país con las normativas europeas. Entre las debilidades figuran la corrupción, la desprotección de los ciudadanos frente al acoso mediático, la dependencia económica del poder político, etcétera.
Como dijo el místico, si me contemplo soy un pecador, pero si me comparo soy un santo.
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