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Ensayos de persuasión
Columna
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La democracia española no es perfecta, pero no está en crisis irremediable

A pesar de los excesos y desahogos retóricos, el sistema español sale muy bien parado en los índices y estudios internacionales más prestigiosos

Congreso de los Diputados
Los leones de la puerta del Congreso de los Diputados en abril de 2024.Cristina Arias (Cover / Getty Images)
Joaquín Estefanía

La evidencia de una emergencia democrática se ha manifestado con toda su crudeza la última semana, cuando Trump ha comenzado a instrumentar sus medidas. Es una emergencia que recorre el planeta. Cuando el instituto Idea de Estocolmo estudia el estado de la democracia en el mundo muestra que la calidad democrática desciende este año por octava vez consecutiva y esto afecta tanto a las democracias débiles como a las aparentemente más fuertes: la democracia se degrada en casi la mitad de los 173 países que ha auditado y solo se fortalece en el 25%.

Esta tendencia general no es exactamente la misma que se da a nivel nacional. Una cosa es una crisis política y otra, una crisis democrática. Una cosa es un Gobierno en dificultades y otra, una democracia en dificultades. El expresidente Aznar dice que España se está deslizando vertiginosamente hacia lo que ahora se llaman democracias iliberales. Sus compañeros del Partido Popular Europeo expresan su preocupación por la situación de las instituciones en Hungría, Eslovaquia, Eslovenia “y en la España que preside Pedro Sánchez”, y se comprometen a tomar todas las medidas necesarias si no cesa esa erosión.

Se pueden tomar estas expresiones como parte de un desahogo ideológico, como esas intervenciones políticas o mediáticas que se hacen por los intereses que defienden (en algún caso, por sincera creencia), pero no se corresponden con la realidad. Todos los institutos que se dedican a vigilar y puntuar la calidad de la democracia de nuestro país coinciden en calificarla como una “democracia plena”, en el primer grupo de los países más avanzados del mundo en este terreno. La democracia no es una ideología ni una medida de satisfacción personal o de parte; es un instrumento para vivir en libertad y para procurar el bien común en sociedades desiguales y políticamente plurales.

V-Dem elabora en la Universidad de Gotemburgo el índice de la democracia liberal (posiblemente la medición internacional de mayor fiabilidad científica), y sitúa a España con 76 puntos sobre 100, un poco por encima de Italia y Portugal y un poco por debajo de Francia. Por supuesto, Europa es la región con democracias más consolidadas y con la evolución menos negativa del planeta. Quizá la limitación principal de todas estas mediciones es que se refieren al año 2023, pero poco pueda haber cambiado; incluso algunas de ellas ya analizan la amnistía a los líderes del procés catalán.

Freedom House, la casa americana que publica desde mediados de los años setenta las calificaciones que dividen a los países entre “libres”, “parcialmente libres” y “sin libertad”, da a España 90 puntos sobre 100 (a partir de los 70 puntos se tiene el estatus de país libre). Aunque nuestro país se mantiene entre los valores muy altos, la clasificación también ha descendido un poco con respecto a 2019, en que disponía de 94 puntos.

El más mediático de los sistemas de medición es el que elabora The Economist: España tiene una valoración cercana al 8,1, lo que sitúa al país en el límite de las “democracias plenas” (aquellas que tienen una puntuación superior a 8). Es un grupo de 24 países en los que solo vive un 7,8% de la población mundial, lo que sirve para subrayar la rara avis que es una democracia plena en el mundo de hoy. La medición más cercana —y más exhaustiva— sobre la calidad de la democracia en España es la que elabora la Fundación Alternativas desde hace 11 años, con la participación de casi 500 expertos de ideología transversal, que responden además a un cuestionario de opinión y características personales que permiten avaluar el potencial sesgo de su propio papel. España saca un aprobado alto (6,4) que atempera tanto el catastrofismo como el triunfalismo: ni la democracia española es perfecta ni está en crisis irremediable.

A estudiar en este caso el papel de los medios de comunicación, que han pasado de ser uno de los aspectos más positivos de la democracia española en 2014, cuando se empezó a elaborar el Informe sobre la Democracia en España, a uno de los más débiles.

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