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Trabajar cansa
Columna
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Se está quedando un mundo precioso

Qué tipo de lugar es uno en que América primero, España primero, Lesotho primero, Villar del Río First y así. Pues uno, imagino, en el que tonto el último y vale todo

Activistas disfrazados en Berlín
Activistas disfrazados en Berlín de Elon Musk, de Alice Weidel (líder del partido de extrema derecha AfD), de Donald Trump, de Vladimir Putin y del vicepresidente estadounidense JD Vance, el pasado 20 de febrero.DAVID GANNON (AFP / GETTY IMAGES)
Íñigo Domínguez

Hay una cosa que me emociona cuando voy al cine, dentro de lo que ya me emociona ir al cine, cuando te ves ahí, en la oscuridad, pensando: qué bien, voy a ver una película. Sale a veces ese tráiler con un cielo estrellado, donde aparecen nombres de ciudades europeas con una musiquita muy animada. Beograd, Linz, Reykjavik, Tallin, Bilbao, Venezia… También Kyiv. Es un anuncio de la red de cines europeos, que pone películas europeas. No sé por qué, pero me conmueve pensar que en esos lugares, en ese momento, hay un cine, aunque sea pequeñito, con gente como yo que no conozco. Me siento contentísimo de ser europeo. Luego se me olvida.

Ahora me sube el orgullo europeo a mil, y ya digo que generalmente ni me acuerdo, cuando viene este señor, J. D. Vance ―uno que escribió la elegía de un paleto (Hillbilly elegy, aquí traducido Elegía americana), siendo él mismo el paleto protagonista―, a decirnos en plan chulo que hay un nuevo sheriff en la ciudad y que en Europa no hay libertad de expresión, y que votemos todos a partidos neonazis y de ultraderecha, empezando hoy por Alemania. No sé cómo no lo sacaron a patadas en el culo. Bueno, sí lo sé, por nuestra educación y tolerancia europea, esa que le da tanta risa. Un paleto haciendo una elegía de la democracia es exactamente eso, hace que la democracia parezca maravillosa.

Tras la guerra, Primo Levi tuvo que ir mucho a Alemania por trabajo, era químico en una empresa de pinturas. Hablando con clientes o proveedores, le decían: ¿dónde aprendió alemán? “En Auschwitz”, respondía el escritor. Entonces se hacía un silencio mortal, no se hablaba de ello. Levi pensaba que Alemania había cambiado, pero reflexionaba en una entrevista, y eran los años 70 (está en YouTube): “Poquísimos, hoy, conectan ese hilo conductor que une las escuadras fascistas de los años veinte en Italia con los campos de concentración en Alemania, y con el fascismo de hoy, igualmente violento, al que falta solo el poder para volver a ser lo que era: la consagración del privilegio y la desigualdad. (…) Puede existir en cualquier sitio, un fascismo, que no tiene por qué ser idéntico al de entonces, con un nuevo verbo: no todos somos iguales, no todos tienen derechos, algunos tienen derechos y otros no… Donde echa raíces, al final está el campo de concentración”. Añadía: “No es que lo crea, es que lo sé”.

Podemos pensar que exageraba. Que hacer comparaciones con los años treinta es descabellado. Pero qué quieren que les diga, prefiero no probar, y ya hemos llegado demasiado lejos. Y sí constato esta paulatina deshumanización de los otros, del extranjero, del pobre, del que no piensa como yo. Y esta banda de ricachones horteras, telepredicadores, vendedores de criptomonedas, troles anónimos, terraplanistas. Creo que una gran mayoría de españoles, de europeos, detesta a Trump y es un punto de partida para conjurarnos en algo muy simple: no queremos terminar como estos tipos quieren que terminemos, ni ser como ellos. Europa debe ser la excepción del embrutecimiento colectivo. De derecha a izquierda, de Tallin a Cádiz, existe un frente común de personas sensatas que deberían dejar de hacerse la guerra, dejarse de tonterías y lloriqueos, ante un mal mayor. Qué tipo de mundo es uno en que América primero, España primero, Lesotho primero, Villar del Río First y así. Pues uno, imagino, en el que tonto el último y vale todo. Desde luego se está quedando un mundo precioso.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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