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Trabajar cansa
Columna
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Si les asustó el pez diablo, lo de USAID no les dejará dormir

Trump ha cerrado la agencia para ayuda al desarrollo de EE UU porque es “un nido de víboras marxistas”, pero menos mal que he leído poquísimo en los medios porque si no estaría realmente preocupado

USAID
Un hombre de Nakuru (Kenia) lee un periódico en el que se habla del impacto de la congelación de las ayudas estadounidenses a África.James Wakibia (SOPA Images / LightRocket / Getty Images)
Íñigo Domínguez

Qué miedo el otro día con el pez diablo, un ser terrible que emergía de las profundidades y nunca lo había hecho, lo que tenía algo de presagio funesto, de señal de fin de los tiempos. Pero luego resulta que cabía en la palma de la mano, era un renacuajo, y solo nos enteramos cinco días después. Cinco días en vilo. Nadie lo aclaraba en el vídeo (102 millones de visualizaciones en TikTok) que apareció en los medios más importantes del mundo. Y parecía que venía a comernos a todos, que era solo el primero de una legión de monstruos que saldrá del abismo, por el cambio climático, la alteración del polo magnético, el festival de Benidorm o lo que sea. Me sentí asustado inútilmente, se lo digo como lo siento.

Pero si les asustó el pez diablo, mejor que no sepan lo de USAID, no les dejará dormir. Ya sabrán, es la agencia para la ayuda al desarrollo de EE UU, que desde 1961 cubre el 47% de la ayuda humanitaria mundial (aunque solo con el 0,2% de su PIB anual, uno de los países que menos dedican a esa partida). Financia cientos de ONG, operaciones, vacunas, comida, agua potable, educación, ayuda en terremotos, campos de refugiados, esas cosas. Pero Trump la ha cerrado de la noche a la mañana —casi todos sus 10.000 empleados, a la calle— porque son “radicales lunáticos” y, según Musk, es “un nido de víboras marxistas”. Escuchemos a una de esas víboras marxistas, el secretario general de Cáritas Internacional, organización de la Iglesia católica, Alistair Dutton: “El modo despiadado y caótico en que ha sido tomada esta decisión amenaza la vida y la dignidad de millones de personas. Parar bruscamente USAID matará a millones de personas y condenará a cientos de millones a vidas de pobreza inhumana”. Pero qué radical y lunática es esta gente.

Lo peor será en África subsahariana (de donde escapan los que llegan a Canarias). En la República Democrática del Congo, en guerra civil, los programas dan comida, agua, electricidad y médico a 4,6 millones de personas, que se quedarán sin nada. Un millón de personas tienen agua potable en Kenia gracias a 200 bombas que dejarán de funcionar. Etiopía ha tenido que despedir a 5.000 empleados sanitarios públicos cuyo sueldo dependía de esa ayuda. Se congela el plan PEPFAR contra el sida lanzado en 2003 por un presidente sin duda marxista, George W. Bush, que ha salvado 26 millones de vidas en África. USAID también fue decisiva para frenar en 2014 la epidemia de ébola, pero ahora mismo hay otra en Uganda y el personal que hasta ahora pagaba ya no estará ahí. The New York Times ha contado 30 terapias experimentales que de pronto se paran: malaria en niños de Mozambique, cólera en Bangladés, cáncer en Malaui. La agencia sostiene en Afganistán a 145.000 mujeres vulnerables (si en ese país una mujer ya lo es, no sé cómo serán las que encima merecen ese adjetivo). En América, los programas frenan la migración (a EE UU) y el narcotráfico en Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras. Paro porque no me cabe más, podría llenar varias páginas. Y un detalle: donde EE UU se va, China llega encantada de ser el nuevo amigo.

No son problemas de multimillonarios, desde luego. Lo que no entiendo es que los teóricos de la gran invasión no hayan puesto el grito en el cielo, contra Trump, pues millones de personas emigrarán con lo puesto antes que morir. Más caos, un plan genial. Lo que está pasando es terrorífico, pero menos mal que he leído poquísimo en los medios —todo esto lo he tenido que buscar, no me lo he encontrado—, si no estaría realmente preocupado. Y lo del pez diablo al final no era para tanto.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Corresponsal en Roma desde 2024. Antes lo fue de 2001 a 2015, año en que se trasladó a Madrid y comenzó a trabajar en EL PAÍS. Es autor de cuatro libros sobre la mafia, viajes y reportajes.
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