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La punta de la lengua
Columna
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“Disponible” siempre está disponible

Algo hay en ese adjetivo que ha despertado últimamente un tremendo efecto seductor en la comunicación comercial

Un edificio con un anuncio de una oficina disponible, en Madrid.
Un edificio con un anuncio de una oficina disponible, en Madrid.Alberto Sibaja (Zuma Press / Contacto)
Álex Grijelmo

Dividimos —y simplificamos— las cosas, las ideas o las personas en fáciles y difíciles, cercanas o lejanas, modernas o antiguas, complejas o sencillas. A la nutrida relación tradicional de dicotomías como ésas se viene añadiendo otra en estos tiempos: disponible o no disponible.

Diccionario en mano, aplicamos el adjetivo “disponible” a los objetos que se pueden utilizar libremente o que están listos para usarse; también a las personas que se ven carentes de impedimentos a la hora de prestar un servicio o una ayuda.

Pero algo contiene la palabra “disponible” que ha despertado últimamente un tremendo efecto seductor. Porque su uso en la comunicación comercial está adquiriendo una presencia atosigante. Así, se ofrecen ahora “sábanas disponibles en varias tallas” (antes se omitía “disponibles” y no pasaba nada: sábanas de varias tallas), y se anuncian “camas disponibles en tres tamaños” (hace años habríamos leído solamente que se vendían camas en tres tamaños), y “ropa interior disponible en varios colores” (lo que toda la vida había sido ropa interior de distintos colores).

Las plataformas avisan de que tal o cual serie se halla disponible. Se lanzan ofertas “disponibles” para suscriptores, quienes hasta no hace mucho recibían sencillamente ofertas para suscriptores. Los concesionarios comunican la buena noticia de que tal modelo de automóvil estará disponible en octubre, en vez de transmitir la mala nueva de que hasta octubre no podrán entregarlo.

El club de fútbol envía a sus socios un correo a fin de avisarles de que ya tienen disponible la solicitud de entradas para el siguiente partido, comunicación que años atrás se habría escrito —eso sí, por carta— con una redacción diferente: “Ya se pueden solicitar las entradas”.

El adjetivo “disponible”, en efecto, viene vinculándose sobre todo con canales tecnológicos, como si exigieran una palabra más específica. Cualquier libro que se lanza al mercado “está disponible también en Amazon”, pero la publicidad no señalaba antes que los libros se hallaran “disponibles” también en los hipermercados.

Ese adjetivo aparece asimismo en los avisos sobre novedosas aplicaciones: “Samsung Calm está disponible en todo tipo de equipos”. (Menos mal, esta vez el mío no será incompatible). Se llama Samsung Calm porque ofrece ejercicios relajantes, pero no sé si todos los que se me ocurren estarán disponibles.

A base de tanto ver este recurso comercial y merced a su influencia, ahora las personas nos brindamos como disponibles para una cita, disponibles para una relación estable o para una pasajera (eso se aclarará después de haber concertado la cita), disponibles para cambiar de trabajo, para una comida con los amigos, disponibles para un viaje, para un ensayo del coro local; o no disponibles para nada de eso, o bien no disponibles para lo uno y sí para lo otro (también esto se puede aclarar en la cita).

La herramienta Enclave RAE, que ustedes tienen disponible, muestra que el uso de este adjetivo se ha multiplicado por 12 en los últimos 23 años. Ngram de Google ofrece igualmente en su gráfica un descomunal incremento (si bien faltan los datos de los dos últimos decenios, los más productivos de esa palabra).

¿Por qué “disponible” se usa tanto? Quizás porque evoca libertad: Cógelo, te vienen a decir. Está ahí para ti, se halla a un solo clic, a un pasito de nada, es un dulce a tu alcance que te está diciendo “cómeme”, tú decides y nosotros te lo servimos. Claro que para eso hará falta que tú, a tu vez, tengas disponible lo que nosotros necesitamos a cambio, y que obtendremos preferiblemente sin que te des cuenta.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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