El todo por la parte
Aquí el acostumbrado “y tú más” tiraba por extensión, para incluir al padre ante la imposibilidad de acusar al hijo
Las sinécdoques manipuladoras que abundan en el discurso de los dirigentes independentistas catalanes se estudiarán seguramente en las universidades dentro de unos años. Las sinécdoques son figuras metafóricas que consisten en designar un todo mediante alguna de sus partes; o una parte con la mención del todo. Estos recursos de la lengua pueden cumplir un leal papel comunicativo; por ejemplo, si alguien dice “cuesta mucho trabajo llevar los garbanzos a casa”, oración en la cual “los garbanzos” significa “la comida”, porque se establece con claridad la relación entre la parte como identificativa del todo; pero en el lenguaje político buscan a veces el engaño. Así ocurre cuando se menciona al catalán como “la lengua propia de Cataluña”, porque en esa apariencia de identificación de “Cataluña” con “los catalanes” se produce sin embargo una ruptura entre los dos conceptos que la metáfora pretende unir, pues la mayoría de los catalanes dominan al menos dos lenguas propias que pueden usar indistintamente con libertad, mientras que Cataluña parece tener solamente una. Pero el catalán no es la lengua propia de Cataluña (y el castellano la impropia), sino una de sus dos lenguas propias. (Ambas, hijas –por cierto— de la dominación romana). Se puede proclamar el catalán, eso sí, “lengua originaria de Cataluña”, “lengua autóctona”, “lengua peculiar”; o “lengua identitaria”, si se quiere.
Otra de esas sinécdoques tramposas consiste en decir que “Cataluña paga al Estado más de lo que recibe”, cuando Cataluña no abona impuestos sino que lo hacen los catalanes en función de la riqueza individual de cada uno. El mismo efecto se da, por cierto, con los madrileños; así como en las ciudades y barrios con un nivel de ingresos muy superior a la media. Por otro lado, Cataluña vende al resto de España mucho más de lo que le compra. La balanza comercial es la voz pasiva de la balanza fiscal, pero esta otra sinécdoque no abunda.
Antes de comentar la última metáfora tramposa de un dirigente independentista, emitida tras el discurso navideño del Rey, hemos de señalar también que el Monarca incluyó en él una sinécdoque notable: su aviso ante la “erosión de las instituciones”, una referencia al todo que evita citar a las partes. El término “instituciones” podía incluir solamente al Poder Judicial y al Tribunal Constitucional, o también al Parlamento, cuyo prestigio se erosiona con unos debates cada vez más pobres (sin que quepa culpar de ello a todos los portavoces en la misma medida). El Rey dejó esa interpretación al albedrío de cada cual.
La sinécdoque claramente manipuladora llegó luego en boca de Pere Aragonès. El presidente de Cataluña respondió a esas advertencias con la afirmación de que “la Monarquía no es ejemplo de rectitud ni de integridad”. Pero el discurso no lo pronunciaba la Monarquía en su sentido abstracto, sino el Monarca. Aquí el acostumbrado “y tú más” golpeaba por extensión, para incluir al padre ante la imposibilidad de acusar de falta de integridad al hijo.
La misma trampa se podría plantear en respuesta a Pere Aragonès con una afirmación como “el independentismo no es ejemplo de rectitud ni integridad”, en alusión a las corruptelas de la familia Pujol, al Palau de la Música Catalana o a la financiación de Convergència Democràtica (que también abdicó, en este caso en el PDeCAT y luego en la coalición Junts per Catalunya).
Culpar a la parte por el todo, acusar a alguien por lo que otros hayan cometido, y más si se ha distanciado de ellos, sí constituye una falta de integridad intelectual y de rectitud en la expresión.
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