Los Pujol, historia de 20 años de corrupción en Cataluña
Los siete hijos del expresidente de la Generalitat ingresaron en Andorra casi 10 millones de origen desconocido en cinco años
Una foto familiar enmarca 23 años de corrupción en la Generalitat de Cataluña. Jordi Pujol, su esposa, Marta Ferrusola, y sus siete hijos son los principales beneficiarios de una trama que se enriqueció de manera desmedida e ilegal “durante decenios”, según el magistrado de la Audiencia Nacional, José de la Mata.
Por primera vez tras casi 15 años de denuncias políticas e investigaciones judiciales, un juez sentará en el banquillo a toda la familia Pujol junto a media docena de empresarios por delitos fiscales, de blanqueo de capitales, falsedad en documento público y organización criminal. Cientos de pruebas de esas conductas corruptas afloran ahora en un sumario abierto en diciembre de 2012.
Las sospechas sobre la corrupción institucional en la Cataluña de Pujol, presidente de la Generalitat entre 1980 y 2003, han sido numerosas en los últimos años.
Uno de los grandes empresarios de la construcción en España explicaba así hace algún tiempo su tormentosa relación con Cataluña y el 3%: “Un día me citó el presidente Jordi Pujol en un hotel de Madrid. Había participado en un acto público y al finalizar, cuando estábamos los dos solos, me mostró un papelito amarillo con una cantidad escrita a mano. Correspondía exactamente al 3% de una obra que la Generalitat de Cataluña había adjudicado a mi empresa y que yo, supuestamente, debía pagar como agradecimiento. Me negué y dejaron de adjudicarme obras en esa comunidad”. El conocido empresario nunca denunció aquel supuesto intento de chantaje, ni nadie lo investigó.
Otro empresario, Luis del Rivero, expresidente de Sacyr, contó en el Congreso de los Diputados su experiencia con la obra pública en Cataluña: “En el tiempo en el que Convergencia estuvo en el poder, nosotros no tuvimos obras. Después, con el tripartito, sí las tuvimos. ¿Por qué? Porque no había que pagar”.
Esas prácticas corruptas fueron también denunciadas por el socialista Pasqual Maragall cuando llegó a presidente de un Gobierno tripartito en Cataluña. “Su problema se llama 3%”, le dijo a Artur Mas en un pleno del Parlamento celebrado en febrero de 2005. Maragall no pasó nunca de las palabras a las pruebas.
Posteriormente, aquella sospecha se confirmó en parte por la sentencia del caso Palau (enero de 2018) donde se acreditaban las prácticas corruptas del partido que gobernó en Cataluña los primeros 23 años de la reciente etapa democrática. Directivos de Ferrovial pactaron con el tesorero de Convergencia Democrática financiar ilegalmente al partido (con hasta 6,6 millones de euros) a cambio de que esta formación favoreciese a la constructora en la adjudicación de obra pública allí donde gobernaba.
El magistrado José de la Mata ha detallado ahora decenas de prácticas supuestamente delictivas que contribuyeron al enriquecimiento de la familia Pujol y a la financiación ilegal de Convergencia, en lo que supone la mayor investigación judicial a la etapa hegemónica del nacionalismo conservador en Cataluña.
El juez ha resumido en 509 páginas casi ocho años de trabajos para desentrañar los negocios ilegales del clan familiar formado por el expresidente catalán, Jordi Pujol; su esposa, Marta Ferrusola, y sus siete hijos: Jordi, Josep, Oleguer, Pere, Oriol, Marta y Mireia. El magistrado ha concluido una investigación que se inició en diciembre de 2012 y pretende sentar en el banquillo a los nueve miembros de la familia junto a media docena de empresarios, la mayoría contratistas de la Generalitat.
Las pesquisas sobre el origen y evolución del patrimonio oculto del clan Pujol han destapado una historia oscura de Cataluña, casi un cuarto de siglo marcado por el poder absoluto del expresident y de su partido, Convergencia Democrática, al frente de la Generalitat.
El juez sostiene que Pujol y familia aprovecharon durante más de 20 años su posición privilegiada en la vida política, social y económica de Cataluña para “acumular un patrimonio desmedido”. En las cuentas corrientes que abrieron en Andorra, ocultas al fisco español, el magistrado ha contado ingresos en efectivo y transferencias entre 1995 y 2000 por casi 10 millones de euros que se repartieron entre los siete hermanos y que nunca declararon a Hacienda.
Marta Ferrusola también figura entre las personas que recibían ingresos en las cuentas de Andorra y además presuntamente gestionaba la fortuna junto al hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola. El juez destaca una nota manuscrita de la esposa del expresidente dirigida al gestor bancario: “Reverendo Mosen, soc la madre superiora de la congregación, desearía que traspasases dos misales de mi biblioteca a la del capellán de la parroquia, y él te dirá a quién se le ha de colocar”. El magistrado aclara así el significado del mensaje: “Obviamente la madre superiora de la congregación no era otra que la propia Marta Ferrusola; su hijo Jordi Pujol Ferrusola el capellán; cada misal de la biblioteca era un millón de pesetas [6.000 euros] de la cuenta de la madre superiora; y quien respondía al nombre de reverendo Mosen era el gestor Pallerola Segon”.
El magistrado descarta que este dinero diseminado en una decena de cuentas en los bancos andorranos tuviera su origen en la herencia de Florenci Pujol, padre del expresidente catalán. De la Mata atribuye estos ingresos a “pagos ilegales” de empresas que recibían un trato de favor por parte de la familia Pujol “en adjudicaciones, cambios de calificación urbanística, adjudicación de concesiones... a lo largo y ancho del espacio geográfico catalán”.
La instrucción ha permitido descubrir múltiples pagos de supuestas mordidas a la familia Pujol por parte de empresas que recibieron tratos de favor a través de avales públicos, autorizaciones medioambientales o licencias urbanísticas por parte de organismos autonómicos. La investigación judicial destaca la actividad empresarial del hijo mayor del expresidente, Jordi Pujol Ferrusola, quien creó junto a su esposa hasta cuatro sociedades distintas con idéntico domicilio, un solo empleado y ninguna actividad. Estas empresas facturaron más de 11 millones de euros por servicios ficticios de consultoría o asesoramiento que abonaron numerosas firmas, la mayoría contratistas de la Generalitat de Cataluña.
El juez ha investigado hasta 25 contratos distintos y aporta pruebas de cómo las empresas de Pujol Ferrusola no efectuaron ningún trabajo para las sociedades que le abonaron los 11 millones de euros. Toda esta estructura delictiva fue posible, según recuerda el magistrado, gracias a la colaboración de media docena de empresarios (Robert Ribes, Domínguez Cereceres, Delso Heras, Villarrubí Carrió, Cornado Mateu y Vidal Dinares) que “aportaron sus estructuras mercantiles” y ejercieron “como intermediarios para asegurar la opacidad de los pagos y servir de parapeto a los auténticos beneficiarios de las operaciones”.
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