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Eurovisión es política: todas las ocasiones en las que un conflicto diplomático ha llegado al escenario

Ucrania lidera las encuestas para la victoria de Eurovisión en 2022 por el voto de simpatía: repasamos todas las ocasiones en las que la política se ha colado en un concurso que tiene, entre sus reglas, que nada de consignas políticas

Algunos de los artistas que han causado controversia en el escenario de Eurovisión: Rodolfo Chikiliquatre, Madonna, las dos chicas de la banda Stepgane & 3G, de Georgia, y el ucraniano Verka Serduchka.
Algunos de los artistas que han causado controversia en el escenario de Eurovisión: Rodolfo Chikiliquatre, Madonna, las dos chicas de la banda Stepgane & 3G, de Georgia, y el ucraniano Verka Serduchka.Getty Images / Pepa Ortiz (Collage)

Letras con doble lectura, banderas salidas de la nada, boicots... Este artículo es un punto a favor de los que creen que “en Eurovisión es todo política”. Probablemente lo es y empieza mucho antes de que lleguen los puntos: está solapada en las letras, en las escenografías, en los gestos y en los detalles. Es así porque el contenido explícitamente político está prohibido en las bases del concurso: ”Serán motivo de rechazo y exclusión las canciones y candidaturas que utilicen lenguaje inapropiado u ofensivo, mensajes o gestos políticos o similares, o cualquier tipo de publicidad”, dicen.

Pese a todo esto, el festival europeo de la canción es desde hace décadas un termómetro y una guía para entender convulsas y enquistadas relaciones diplomáticas entre naciones. Quien es experto en Eurovisión es experto en la geopolítica europea del siglo XX y el siglo XXI. Basta asistir a la edición de este año, que se celebrará en Turín el 14 de mayo, donde hay un país vetado (Rusia) y otro, Ucrania, que lidera las encuestas para ganar gracias a la simpatía que despiertan sus habitantes. Pero ha habido muchos más ejemplos. Son estos.

Cómo titular en bielorruso

Uno de los primeros organismos internacionales en tomar medidas contra Rusia tras la invasión de Ucrania fue la Unión Europea de Radiodifusión, que suspendió la membresía de los canales estatales rusos y por tanto, expulsó al país de la próxima edición del concurso. No era la primera vez que se prohibía la participación de una televisión por motivos políticos. En 2021, Bielorrusia intentó presentarse con un tema cargado de mensajes a favor del gobierno de Aleksndr Lukashenko. El tema Ya nauchu tebya (”te enseñaré), del grupo Galasy Zmesta, estaba lleno de referencias contra la oposición y los movimientos por la democracia en el país. La UER dio 15 días de plazo al país para presentar otra canción, si bien la segunda candidata, Pesenka (pequeña canción), pecaba de lo mismo: su letra, sobre conejos y zorras, parecía una metáfora evidente a favor del gobierno y contra la influencia europea. El país fue expulsado del concurso, a lo que los participantes contestaron con un comunicado: “Amigos de la UER, viendo esta farsa, estamos realmente complacidos”.

El juego de palabras de Georgia

Un caso similar de conflicto por la letra, pero en un sentido antirruso, se vivió en 2009 cuando Georgia envío el tema del grupo Stephane & 3G. Con la guerra de Osetia del Sur de 2008 bien reciente, el título de la canción dejaba poco a la interpretación: We Don’t Wanna Put In, que suena tal cual a “No queremos a Putin”. Cuando la UER advirtió que con esa falta de sutileza no podrían participar, Georgia se retiró del certamen. La canción ha sido rescatada del olvido por la actualidad y en YouTube se pueden leer comentarios como “Once años después, Georgia tenía razón”.

El cambio armenio

Armenia sí aceptó modificar la letra de una canción en 2015, cuando el grupo Genealogy participó con Don’t Deny (No niegues). Se interpretó que ese título era una clara referencia al genocidio armenio durante la Primera Guerra Mundial, negada por el gobierno turco: el grupo aceptó transformarlo en Face the Shadow (Enfréntate a la sombra). El país se había retirado del festival tres años antes, cuando el concurso se celebró en Bakú, capital de Azerbaiyán: ambos países mantienen una disputa por la región del Alto Karabaj que ha estallado en conflicto armado en varias ocasiones. En el concurso de 2009, Armenia había preparado en el vídeo de presentación de su tema una imagen en la que se veía un monumento que está situado en este territorio. Tras la protesta de Azerbaiyán lo retiraron, pero cuando llegó el momento de que Armenia diese sus votos, la representante del país mostró una carpeta donde se veía bien clara la imagen de dicho monumento (y daba, de paso, solo un punto a Azerbaiyán).

España: polémicas de bajo grado

Empezó como un chiste que se fue de las manos y acabó con la participación de España en Eurovisión más vista después de la de Rosa López en 2002. El Baila El Chiki Chiki de Rodolfo Chikilicuatre vivió su propio miniconflicto debido al verso “lo baila Rajoy, lo baila Hugo Chávez, lo baila Zapatero”. Misteriosamente, no hubo problemas en mantener el “lo canta el Tigre Puma con su traje a rayas/y Juan Carlos le dice ¿por qué no te callas?”, referencia a la frase que el entonces todavía jefe de Estado le había dedicado a Hugo Chávez en la cumbre iberoamericana.

Este año, la letra de SloMo, de Chanel, fue cuestionada en la Comisión Mixta de Control Parlamentario de la Corporación RTVE por “remitir a la prostitución”. En 2018, Amaia y Alfred recibieron sus críticas por parte de varias voces de la derecha (entre ellas Carlos Herrera, de la COPE) por, poco antes de representar a España en Eurovisión, alabar el libro España de mierda, de Albert Pla. Y también tuvo dimensión política aquel delirante episodio en el que desde Sálvame se intentó enviar a Karmele Marchante al concurso con Soy un tsunami: las líneas “¡Gibraltar, Gibraltar, punta magna de todo español!” hubieron de cambiarse para que pudiese competir. No hizo falta: fue descalificada.

Ucrania, un drama cantado

Eurovisión ha funcionado como una vía de expresión más o menos velada del prolongado conflicto entre Rusia y Ucrania. En 2007, el concursante Verka Serduchka modificó en su actuación final la letra para soltar un “quiero ver Russia goodbye”. En 2005, en el festival celebrado precisamente en Kiev, la canción Razom nas bahato del grupo Greenjolly tuvo que modificar su contenido para suprimir las referencias al entonces presidente Yuschenko. Y como hay cosas que no pueden evitarse, el tema se había convertido en el himno oficioso de la revolución naranja.

En 2016, Ucrania envío a la cantante Jamala con el tema 1944. Las autoridades rusas manifestaron su ofensa porque la artista cantaba sobre la deportación de los tártaros de Crimea organizada por Stalin en el año del título, de la cual había sido víctima también su abuela. En aquella ocasión la Unión Europea de Radiodifusión no vio motivo para actuar y la letra se mantuvo íntegra. ¿El resultado? Victoria para Jamala. La segunda de ese país, que ya había ganado en2004. Al año siguiente, en la gala celebrada en Kiev, Ucrania le denegó el visado a la participante rusa, Julia Samoylova, una joven en silla de ruedas, acusándola de haber viajado a Crimea tras la adhesión a Rusia de 2014. Rusia terminó retirándose del concurso.

En 2019 fue la cantante ucrania de orígenes rusos Maruv la que se retiró... o retiraron. Según el Gobierno, la joven no cumplía con los requisitos para ser una embajadora cultural de Ucrania; según Maruv, era el Estado el que pretendía convertir su participación “en promoción de nuestros políticos”. En una amarga pirueta del destino, la ganadora ucrania de Eurovisión, Jamala, acabaría huyendo de su país por la invasión rusa de 2022, atravesando a pie la frontera con Rumanía junto a sus dos hijos. Su primera actuación en la televisión alemana, ya como refugiada, igual que lo había sido su abuela, entonando “cuando vienen extraños / llegan a tu casa / os matan a todos y dicen: / no somos culpables” conmovió al mundo.

Israel, un mensaje a través de los números

Israel no se mete en líos con los mensajes explícitos de sus letras pero sí ha logrado ganar el certamen cuando se cumple un aniversario relevante de su fundación, en mayo de 1948. Ocurrió en 1978 con A-ba-ni-bi, en 1998 con Diva, de Dana International, y en 2018 con Toy, de Netta. En alguna ocasión ha sido menos críptica. En el año 2000, el grupo israelita Ping-pong terminó su actuación agitando las banderas de Israel y Siria mientras gritaban “¡Paz, paz, paz!”. En 2019, en la gala celebrada en Tel Aviv en medio de otra escalada de tensión con Palestina, fue el grupo islandés Hatari el que sacó una bandera palestina. No se trataba de un gesto aislado, sino una llamada de atención sobre un conflicto en el que el grupo estaba muy implicado, como habían reflejado en el documental A Song Called Hate. Aquella misma noche Madonna actuó como estrella invitada y coló a dos bailarines con las banderas de Israel y Palestina en la espalda, algo prohibido por la organización. Aquello fue presenciado por los millones de espectadores de un concurso que, definitivamente, no va solo sobre música.

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