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“Siempre siento que estoy a una película fallida de quedarme sin trabajo”: Charlie Hunnam, el actor que siempre dice “no”

Es más famoso por las películas que rechazó, como la saga ‘50 sombras de Grey’, que por las que ha protagonizado. Pero la televisión ha sido su refugio y su papel como Ed Gein en ‘Monstruo’ podría ser el más aplaudido de su carrera

Charlie Hunnam en Los Ángeles en 2023.
Eva Güimil

Ninguna noticia cinematográfica dio más que hablar en 2013 que la espantada de Charlie Hunnam (Newcastle, 45) de 50 sombras de Grey. A un mes de empezar la producción, el actor se desvinculó del proyecto millonario que lo iba a convertir en una estrella y obligó a la productora a buscar un sustituto de urgencia. Se especuló entonces con que lo que le había provocado su salida del proyecto eran las escenas subidas de tono que describía el guion, algo difícil de creer teniendo en cuenta que casi quince años antes un Hunnam de apenas 19 años le había descubierto a la audiencia británica lo que era un beso negro. A finales de los noventa, Aidan Gillen, el sibilino Meñique de Juego de tronos, había paseado su lengua por el trasero desnudo del adolescente Hunnam para escándalo (o regocijo) de los espectadores de Channel 4 en la controvertida Queer as Folk. La brillante serie de Russell T. Davies, responsable de Doctor Who y Years and Years, tuvo, como casi todos los productos europeos exitosos, un remake americano muy inferior.

Hunnam entró fuerte en el mercado audiovisual y no tardó en escuchar los cantos de sirena de Hollywood, codearse con Madonna y competir con las principales estrellas por papeles suculentos. Algo más de 20 años después, lo que más destaca en su biografía son los títulos que rechazó y las superproducciones que, con todo a favor, acabaron siendo fracasos rotundos.

A sus 45 años vuelve a tener una oportunidad de reivindicar su talento gracias a La historia de Ed Gein, la tercera parte de la saga Monstruo de Ryan Murphy. Tras el caníbal Jeffrey Dahmer y los hermanos Menéndez llega uno de los asesinos que más han inspirado a Hollywood; su figura está tras el Norman Bates de Psicosis, en el Buffalo Bill de El silencio de los corderos y hasta en el Leatherface de La matanza de Texas.

Charlie Hunnam en el estreno de 'Titus' en 1999.

Hunnam resulta una elección sorprendente. Si nos fijamos en el inicio de su carrera, el del Carnicero de Plainfield parece el papel más improbable para un Hunnam que empezó como angelical modelo de gorras Kangol. Le descubrieron a los 17 años en una tienda de deportes, pero el modelaje no era lo suyo. Como la agencia que lo fichó tenía división de televisión, no tardó en aparecer en la serie adolescente Byker Grove, y tras apenas tres capítulos llegó el bombazo.

Cuando entró en Queer as folk, Davies pensó: “Es guapísimo, pero ojalá sepa actuar”. Y sabía, a pesar de no haber pisado jamás una escuela de actuación. El papel fue suyo y de la noche a la mañana aquel desconocido inexperto se transformó en Nathan, el colegial de 15 años que se convierte en “el rollo de una noche que nunca se fue” del promiscuo Stuart Alan Jones en un fenómeno con 100% de puntuación en Rotten Tomatoes, porque hay vida televisiva de calidad y riesgo antes de HBO. La crítica se rindió ante aquella rareza que contaba desinhibidamente la vida de un grupo de homosexuales en Manchester.

En Hollywood le ofrecieron otra serie, gamberra pero mucho más blanca: Vida universitaria, de Judd Apatow y junto a Seth Rogen. No funcionó, pero por el primer capítulo cobró más de lo que había ganado con las dos temporadas de Queer as folk. Su cara empezaba a ser reconocida y Madonna lo reclamaba para sus fiestas. “Me dijo que no le dijera al taxista a qué casa iba”, reveló a The Independent. Se puso tan nervioso que se bajó del taxi un kilómetro antes, llegó a su casa sudado y con un dispensador de caramelos Pez de Wonder Woman como regalo, porque “¿qué le vas a regalar a Madonna?“. Y allí se encontró con Sandra Bernhard y Debbie Mazar, a la que idolatraba por su papel en Uno de los nuestros. Hollywood lo bendecía.

Glenn Close, Charlie Hunnam y John Mayer en un desfile de Giorgio Armani en 2005.

Un año después ya se había comprado una casa. “Es de mala educación hablar de dinero, pero tenía un montón de dinero en el banco. Así que pensé: haz lo inteligente”. En el cine empezó haciendo lo que se esperaba de un actor británico: una adaptación de Charles Dickens. La leyenda de Nicholas Nickleby (2002) pasó desapercibida, y consiguió papeles secundarios en la oscarizada Cold Mountain (2003) y en la cinta de culto de Alfonso Cuarón Hijos de los hombres (2006).

Estaba a un paso de convertirse en una estrella, algo que nunca había estado en sus planes. Su infancia no había sido sencilla. Sus padres se habían divorciado cuando tenía dos años y se había ido a vivir con su madre. Su carrera escolar había sido un desastre. Le expulsaron del colegio y no le importó demasiado. Le interesaban más el rugby y la interpretación que los estudios. Tal vez por eso en sus inicios, a pesar de su rostro luminoso, siempre aspiraba a papeles violentos y atormentados. “Crecí sintiéndome sin mucho control, era un tipo sensible en un entorno muy duro. Y eso creó un poco de trauma y un poco de autodesprecio. Quería explorar eso y trabajarlo en algunos de los personajes que interpretaba”, declaró a GQ tras cumplir los cuarenta. “Pero, afortunadamente, lo he superado y ese tipo de personajes ya no me resultan tan interesantes”.

Los grandes títulos no llegaban tan rápido como su fulgurante aparición prometía, pero no le preocupaba porque consideraba que su carrera era de largo recorrido. Rechazó papeles típicos de guaperas como una película de terror dirigida por Kevin Williamson, creador de Dawson crece, y producida por Bob Weinstein. “Recuerdo estar en la misma habitación con Bob. Le dije: ‘Oye, me siento muy halagado y aprecio mucho lo mucho que quieres trabajar conmigo...’. Él respondió: ‘Vale, 750’. ‘No se trata del dinero, de verdad’. ‘Vale, 850’. ‘Oye, ese dinero me cambiaría la vida por completo, pero no puedo hacerlo. No creo en este proyecto”, confesó a The Independent. “Luego llegaba a casa y me daba cabezazos pensando: ‘¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Y si mi carrera no sale como quiero, si he rechazado todo este dinero y no tengo la carrera que quiero?“.

Charlie Hunnam durante el estreno de 'Abandon'.

Pasó casi dos años sin trabajar y, por ende, sin ingresos, pero eso no modificó su empecinamiento. “Tengo 60 años para ganar dinero, pero las decisiones que tome en los próximos cinco años definirán mi carrera”, fue lo que pensó cuando llegó a Hollywood. Y lo cumplió. De hecho, se vio tan apurado económicamente que se salvó de la ruina gracias a un guion que escribió sobre la historia de Drácula y que vendió a la productora de Brad Pitt. Esa falta de recursos está detrás de alguna de sus decisiones más arriesgadas. Rechazó un papel en 300 porque se había comprometido con Cuaron para hacer Hijos de los hombres. La oferta de Snyder era más apetecible, pero se había enamorado de Y tu mamá también y quería trabajar con el mexicano.

A un actor lo definen los papeles que consigue y también los que no consigue y los que rechaza. Hunnam estuvo en la terna final para ser el Anakin Skywalker, pero al final el papel recayó en Hayden Christensen. La razón, según afirmó en 2023, fue un mal encuentro con el director. Tampoco fue el Aldous Snow de Paso de ti (2008), un papel escrito para él por su amigo de los tiempos de Vida universitaria, Jason Segel. “Tuve que mantenerme firme y decir: Mira, no es nada personal. Solo estoy siguiendo mi norte. Estoy en una situación extraña y estoy tratando de definir por mí mismo cuál es el camino a seguir’”.

Tampoco quiso formar parte del universo DC. El actor confirmó a ComicBook que le propusieron interpretar a Flecha Verde, aunque no tiene claro si era una serie o una película. “La verdad es que no recuerdo quiénes eran”, confesó. “Unos trajeados me trajeron la idea y pensaron que sería tremendamente emocionante para mí interpretarlo, pero no compartí su entusiasmo”. “No sé quién es Flecha Verde, así que no quiero ofender a nadie”, les dijo. “Vi una foto y pensé: ‘No estoy seguro de que el verde sea mi color y estoy bastante seguro de que el spandex no es mi material".

El productor Kurt Sutter, la actriz Katey Sagal y el actor Charlie Hunnam en el estreno de la segunda temporada de 'Hijos de la anarquía'.

Y por supuesto ahí está siempre 50 sombras de Grey. “Rechazarla fue la peor experiencia profesional de mi vida”, confesó años después a Moviefone. Había sido la propia autora E. L. James la que había anunciado su elección y fue tal el revuelo que tuvieron que ponerle guardaespaldas. Parecía encantado con un papel para el que afirmaba llevar preparándose toda la vida y, de pronto, todo saltó por los aires. “Iba a terminar Hijos de la anarquía hacia las once del viernes por la noche y tenía que coger un avión a la mañana siguiente para Vancouver para rodar 50 sombras de Grey, perdiéndome toda la primera semana de ensayos y teniendo que empezar a rodar el lunes por la mañana. Y además el siguiente lunes comenzaba a grabar La cumbre escarlata en Toronto. Sinceramente, tuve algo así como una crisis nerviosa".

El motivo fue simplemente ese. “Me metí en más de lo que podía abarcar y fue triste. Fue la cosa más destructiva emocionalmente con la que he tenido que lidiar profesionalmente”, confesó. Rechazar La cumbre escarlata podría haber sido una solución, pero había trabajado con Guillermo del Toro en Pacific Rim (2013) y quería volver a hacerlo. “La gente me preguntaba: ¿Qué demonios haces? Lo que me da la gana. Esa es mi respuesta”.

El Jax Teller del que no podía desprenderse en cuarenta y ocho horas es, al menos hasta ahora, el gran papel de su vida. Lo interpretó en Hijos de la anarquía durante seis años. Teller era el líder de un grupo de motociclistas de California, un tipo duro con muchas capas. Para recrearlo, se basó en la figura de su padre, su gran inspiración, aunque no conviviesen. “Es un tipo muy serio de Newcastle”, reconoce. “Era chatarrero, y antes de eso, trabajaba en seguridad para clubes de lujo. No es especialmente corpulento. Pero antes de que yo naciera, era muchísimo más grande, enorme como una casa. Ya sabes cómo es ese mundo de la chatarrería: hay chicos duros”.

Le costó aceptar el final de la serie, aunque sabe que sucedió en el momento justo. “Puse todo mi empeño en ella”, confiesa. “Lo viví al máximo. No me subí a un coche en los siete años. Solo iba en moto, rodando con un grupo de moteros de verdad, y a veces me comportaba como un loco. Terminarla fue una auténtica celebración; terminamos en el momento justo. La tendencia, cuando algo genera un dineral, es seguir haciéndolo, incluso después de haber llegado a su fin natural, y me alegré mucho de que todos tuvieran la disciplina y la integridad de no hacer eso con Hijos de la Anarquía”.

La televisión le ha proporcionado el éxito que en el cine ha esquivado. Hubo títulos que parecían éxitos seguros, pero ni Pacific Rim ni La cumbre escarlata triunfaron, tampoco la ambiciosa La ciudad perdida de Z (2016) de James Gray, pero ningún fracaso resultó más sorprendente que el de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur (2017) de Guy Ritchie, una producción que tenía todo para ser un caballo ganador. Pero no se desanima porque considera que trabaja con buenos directores y cuenta historias interesantes. “Pero siempre siento que estoy a una película fallida de quedarme sin trabajo”. La televisión, sin embargo, siempre fue su terreno seguro. En 2023 se resarció de haber dicho no a 300 participando en Rebel Moon (2023) de Zack Snyder y ahora, el fructífero Ryan Murphy le abre las puertas a su universo. Tal vez esta vez sí haya llegado su momento. Y si no, seguirá fiel a sí mismo, que es hacer siempre lo que le da la gana.

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Sobre la firma

Eva Güimil
Eva Güimil (Mieres, 1972) ha sido directora y guionista de diversos formatos de la televisión autonómica asturiana. Escribe sobre televisión en EL PAÍS y ha colaborado con las ediciones digitales de Icon y 'Vanity Fair'. Ha publicado la biografía de Mecano 'En tu fiesta me colé'.
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