Sobrevivir al fracaso, a los tópicos y a Bill Murray: el regreso de Lucy Liu, la estrella de ascendencia china que casi reinó en Hollywood
La actriz, que saltó a la fama por ‘Kill Bill’ y las películas ‘Los Ángeles de Charlie’, acaba de regresar al cine con ‘Presence’, en medio de una nueva edad dorada para los intérpretes asiáticos en Hollywood


El regreso de Lucy Liu (Nueva York, EE UU, 56 años) a la gran pantalla ha provocado espantadas, pero en el mejor sentido. Presence, que lleva dos semanas en la cartelera española, es una historia de terror ambientada en un único escenario, un hogar familiar, y narrada desde el punto de vista del fantasma que la ocupa, a quien los espectadores acompañamos observando en silencio a sus inquilinos. Dirige Steven Soderbergh, ganador del Oscar por Traffic (2000) y uno de los tótems del cine independiente estadounidense. Los diez millones de dólares que ha recaudado en todo el mundo ya han cubierto el presupuesto, de solo dos millones. Y en su primer pase en el Festival de Sundance, hace ya un año, hubo crónicas dejando constancia de que la película era efectivamente tensa y un puñado de espectadores salieron de la sala por “estrés”. Incluso Liu, matriarca de la familia ficticia y que vio Presence esa noche por primera vez, reconoció: “Estoy destrozada. Mi cuerpo está teniendo reacciones como si yo no hubiese hecho la película”.
Aunque es el nombre más conocido del reparto, la actriz no es la protagonista de su último estreno, si bien la estadounidense de padres inmigrantes chinos está recuperando poco a poco presencia, valga la redundancia, en la gran pantalla. Estuvo este invierno en Red One (2024), el carísimo vehículo navideño de Dwayne Johnson y Chris Evans. También se dejó ver en la aventura superheroica ¡Shazam! La furia de los dioses (2023), del universo DC, tras haber trabajado para la competencia la década anterior en la serie de Marvel Luke Cage (2016-18). Y entre este año y 2026 se prevé que llegue Rosemead, un drama donde Liu, además de reservarse el papel principal, ejerce de productora. Carne de temporada de premios, la película ya está rodada, después de que la intérprete se pasara cinco años intentando sacar adelante el proyecto basado en hechos reales, sobre una madre con cáncer terminal que, antes de morir, intenta encauzar la preocupante obsesión de su hijo adolescente con los tiroteos masivos.
No es que Lucy Liu haya vuelto de un largo retiro. La actriz, que se convirtió en estrella mundial a principios de milenio gracias a las dos películas de Los Ángeles de Charlie (2000-03) y los dos volúmenes de Kill Bill (2003-04), disfrutó durante unos años de un cierto estatus de figura del cine de acción, pero, pasado su mayor momento de fama, decidió volver a las más calmadas aguas de los empleo a largo plazo en televisión. Trabajo no le ha faltado, como ella misma argumentó tras recurrir en 2015 a un vientre de alquiler para tener a su primer y único hijo, Rockwell Lloyd Liu, que está criando como madre soltera: “Me parecía la opción correcta para mí porque estaba trabajando y no sabría cuándo podría parar”, dijo a People en una controvertida entrevista donde equiparaba los modelos de familia no tradicionales con la llamada maternidad subrogada.

Liu, al fin y al cabo, conoce bien el medio televisivo: si comenzó a ser un rostro conocido fue por Ally McBeal (1997-2002), donde interpretó desde la segunda temporada a uno de los personajes más queridos por el público, la abogada Ling Woo. Aquel papel hizo correr ríos de tinta, entre quienes lo consideraban la más importante representación de las mujeres asiáticas en la ficción estadounidense hasta el momento y quienes lo veían como un mero depósito de estereotipos orientalistas. El trabajo más destacado de su segunda venida televisiva, Elementary (2012-19), tuvo otro recibimiento convulso, al tratarse de una reinvención de las aventuras de Sherlock Holmes con Lucy Liu encarnando a un trasunto femenino del socio del detective, Watson.
“Creo que mi mejor papel está por llegar”, declaró la actriz el pasado enero en una entrevista en The Guardian, con motivo del estreno de Presence en Reino Unido. Hay motivos fundados para su optimismo. Después de años evitando el encasillamiento en el limitado rango de personajes que Hollywood ofrece a los no blancos, la industria a la que vuelve ahora Liu es distinta, desde que el fenómeno comercial de Crazy Rich Asians (Locamente millonarios) (2018) descubriera a los inversores que las personas asiáticas también van al cine o que los actores Michelle Yeoh y Ke Huy Quan ganaran sendos premios Oscar por Todo a la vez en todas partes (2022).
“¿Sabes kung-fu?”
En aquella entrevista con el medio británico, la periodista Emine Saner mencionaba a su vez el más sonado incidente de la carrera de Lucy Liu, cuando se enfrentó a Bill Murray rodando la primera entrega de Los Ángeles de Charlie, a raíz de que el cómico cuestionase su talento. Saner se preguntaba cuántos actores se hubiesen atrevido a plantar cara a un pez gordo como Murray en el plató de su primera película importante. “Parte de lo que decía era inexcusable e inaceptable, y yo no iba a quedarme sentada a aguantarlo. Me defendí y no me arrepiento. No hay necesidad de menospreciar a los demás. Yo no me iba a rebajar”, explicó Liu años atrás sobre el suceso en el podcast Asian Enough.

“[Los personajes de Liu] son mujeres fuertes y duras que no muestran compasión ni aceptan gilipolleces, ¡y menos de los hombres!”, dice a ICON el profesor Derek Lu, máster de Artes en Estudios Asiático-Estadounidenses por la Universidad de California, que dedicó su tesis a las políticas culturales de representación a través de Lucy Liu y de sus papeles en Ally McBeal y Elementary. En la serie de abogados, el personaje de Ling Woo servía de opuesto exacto a la heroína del título, sus apariciones iban acompañadas de la música de la Bruja Mala del Oeste de El mago de Oz (1939) y a menudo se la mostraba echando fuego por la boca, comportándose fríamente y desplegando la hipersexualidad de las fantasías occidentales que se proyectan sobre las mujeres de Asia. Un conjunto de rasgos que desde principios del siglo pasado se agrupan bajo el arquetipo de la Dama Dragón, una caricatura de mujer asiática poderosa, enigmática, seductora y traicionera.
“La mayoría de los discursos [en Hollywood] se limitan a buena representación frente a mala representación, un marco que, personalmente, me parece limitante”, afirma Lu, quien en su tesis se refiere a las manifestaciones del imaginario neoliberal a través del mito de la “minoría modélica”, los asiáticos considerados respetables por prosperar económicamente en EE UU con una conducta ejemplar y trabajo duro. “Tanto Ling Woo como O-Ren Ishii [el personaje de Liu en Kill Bill] eran Damas Dragón, hipersexualizadas, exotizadas y todo eso. Pero lo que me pareció fascinante fue la forma en que las series presentaban diferentes extremos de la feminidad asiático-estadounidense. Ling, en Ally McBeal, es fría, calculadora, sexualmente voraz y fue muy criticada, mientras que Joan Watson, de Elementary, era inteligente pero también empática, autosuficiente pero cariñosa, considerada una representación buena. Al analizar sus funciones, descubrí que Joan en realidad defendía una política de género regresiva en cómo asume el trabajo emocional en su relación con Sherlock Holmes, mientras Ling, a pesar de todos sus excesos, consigue eludir la política de respetabilidad que dominaba los noventa”.

Lu, que se confiesa admirador de la actriz, recuerda que Lucy Liu hizo una audición para el papel que interpretaría Portia de Rossi en Ally McBeal, que el creador David E. Kelly se inventó su personaje tras quedar prendado de ella y que Ling Woo, pese a estar prevista como aparición episódica, acabó formando parte del elenco por la entusiasta reacción de la audiencia. Aparte, celebra la anomalía de que Liu consiguiese acceder a papeles más variados una vez superado su pico de fama: fue policía en Southland (2012), debutó en la comedia romántica con Cómo deshacerte de tu jefe (2018) y, ahora, se lanza al terror indie de Presence. Y la película de Soderbergh le inspira una reflexión adicional. “Después de la proyección escuché un episodio de Pop Culture Happy Hour donde criticaban que [su personaje] evocaba a la Dama Dragón, porque era fría y emocionalmente distante con su hija. Creo que ese es quizás el dilema (y la injusticia inherente) que aún persiste para los actores de color: que los espectadores proyecten ciertos estereotipos sobre ellos, estén o no presentes en la narración”.
En estos últimos años, la actriz se ha puesto también varias veces tras la cámara, como realizadora de un puñado de capítulos de sus series y ha retomado su carrera como artista. Con 24 años expuso una colección de fotografías y piezas multimedia en una galería en el SoHo de Nueva York, y desde 2006 ha vuelto a presentar con regularidad sus esculturas, pinturas e instalaciones. También fue una alumna tardía de artes marciales –está formada en eskrima, una disciplina filipina de lucha basada en el combate con armas–, en las que se introdujo en la veintena, resignada porque, solo por ser china, le preguntaran continuamente si sabía kung-fu. “La gente simplemente asume que llevo toda la vida haciendo artes marciales”, se resignaba Liu en una entrevista en The New York Times en 2003 para promocionar Kill Bill. “No he hecho nada en toda mi vida. He comido, he salido de fiesta y he jugado al balonmano”.

Antes de su participación en el famoso díptico de Tarantino –también discutido por ser una mujer japonesa con aspecto de geisha–, fue una damisela en apuros esperando a ser rescatada por Jackie Chan en Shanghai Kid: Del este al oeste (2000), apareció brevemente en Chicago (2002) y, a su manera, hizo historia con Enemigos: Ecks contra Sever (2002), una ininteligible película de disparos con Antonio Banderas firmada por un director con el seudónimo de Kaos, que consta como la peor obra cinematográfica de todos los tiempos en el agregador Rotten Tomatoes. Miembro desde hace dos décadas del Comité de 100, una asociación de personas chino-estadounidenses prominentes que trabajan en la mejora de las relaciones entre los dos países, Lucy Liu ha sido tradicionalmente muy reservada en lo relativo a la información sobre su vida personal. Vegetariana desde la infancia, religiosamente se la ha asociado con la cábala –se le ha visto portando símbolos, acudiendo en su centro en Nueva York y ha formado parte de la narrativa de sus exhibiciones–, además de haber estudiado el budismo y el taoísmo.
En el plano romántico, no ha trascendido que tenga pareja, mientras que en el pasado se le ha atribuido una relación intermitente con George Clooney, a quien conoció en la serie Urgencias (1995), entre 2000 y 2006. Y la pregunta que más le están repitiendo desde el año pasado, con motivo del cuarto de siglo cumplido por la película, es si participaría en una hipotética nueva secuela de Los Ángeles de Charlie, artefacto tan del 2000 que acababa con Lucy Liu, Drew Barrymore y Cameron Diaz haciendo un playback de All The Small Things, de Blink-182. Sus respuestas han ido de la incredulidad porque algo así suceda, pasando por dejar la puerta abierta a la posibilidad de que se produzca la película, hasta decir abiertamente que quiere que se haga. Bill Murray aún no ha sido consultado.
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