Thomas Peschack, el hombre que fotografió todo el Amazonas : “Dedicaba toda mi energía a sobrevivir, solo utilicé el 10% para trabajar”
De los Andes al océano Atlántico, el artista alemán siguió durante 396 día el curso del río más caudaloso del mundo en una iniciativa auspiciada por el programa Rolex Perpetual Planet
Lo único que Thomas Peschack pudo pensar al pisar el Amazonas por primera vez fue: “¿Qué demonios hace aquí un fotógrafo marino?”. Fue una incursión rápida. Cinco minutos. De haberse quedado más tiempo un enjambre gigantesco de abejas hubiera acabado con la vida del grupo. A lo largo de toda su expedición se encontró con peligros mucho mayores, pero su respuesta fue siempre la misma. Estaba ahí para hacer lo que nadie había hecho hasta ese momento: recorrer desde los Andes al océano Atlántico el curso completo del río más caudaloso del mundo para documentar los efectos de la acción humana y el cambio climático.
“La calidad de las imágenes está directamente relacionada con la incomodidad necesaria para hacerlas”, asegura en un encuentro virtual para compartir su trabajo. En su caso llevaba 20 años trabajando en los océanos para National Geographic. “Estaba más cómodo en el agua que por la calle”. Acostumbrado a lidiar con bestias gigantescas, lo único que pudo impresionarle tanto como para sacarle del agua fue una cifra: 434. El número de barreras construidas por el hombre que obstaculizaban el flujo del Amazonas causando estragos de todo tipo. Esa cifra lo llevó a meterse de lleno en las matemáticas y platearse otras tantas más. Después de años se llegó a la fórmula ideal: necesitaría 395 días para retratar el trabajo de 7 equipos de científicos distribuidos a lo largo de los más de 6.400 kilómetros del Amazonas.
El proyecto, impulsado por National Geographic y ROLEX Perpetual Planet, comenzó en lo alto de los Andes, pero para entonces Peschack ya llevaba meses de trabajando. “Antes de un proyecto me leo miles de artículos científicos y cientos de libros. En el Amazonas el tiempo es oro. Dedicaba toda mi energía a sobrevivir, solo utilicé el 10% para hacer fotos”, confiesa. Solo así consigue retratar el ángulo más interesante en los momentos menos favorables. Su primer gran reto fue superar los 6.000 metros de altura de la cordillera de los Andes para capturar el origen de los males del Amazonas. El equipo científico al que acompañaba instaló una central meteorológica para registrar efectos del cambio climático en el suministro de agua de la cordillera al río.
Desde ahí siguió el curso natural del agua hasta la formación del Amazonas. En el Parque Nacional Isiboro-Sécure de Bolivia convivió con las tribus de nativos para aprender de su conocimiento sobre el ecosistema. “Los más ancianos de la tribu recordaban que había zonas río arriba que nunca se habían atrevido a explorar”, explica. Con la ayuda del helicóptero llegaron a aquellas orillas vírgenes y Peschack pudo volver a zambullirse de una vez en el agua. De las pirañas a los tapires, empezó a retratar el complejo sistema animal que depende del bienestar del río.
En esta búsqueda, los legendarios defines rosas se convirtieron en su tarea más complicada. Para dar con ellos tuvo que bajar hasta los bosques inundados, ecosistema donde el nivel del río varía hasta 12 metros en función de la temporada. Estos delfines en peligro de extinción son los principales depredadores del lugar y las tribus indígenas los consideran como una especie de defensores espirituales del río. Acompañado por un equipo de veterinarios que llevaba años estudiándolos, Peschack se curtió en el arte de esperar para conseguir la ansiada instantánea. “En este trabajo la paciencia supera siempre la estupidez”, sentencia. El resultado tuvo su recompensa. Al margen de los animales, fotografió al equipo veterinario analizando a los delfines para constatar los efectos de la contaminación de su hábitat. “La salud de los delfines es la salud del río”, resume.
Para el fotógrafo, no había mejor final a semejante travesía que volver a su zona de confort: el mar. Una recompensa agridulce porque en las costas caribeñas también retrató los estragos de la acción humana, como el vertido de sedimentos contaminantes o la intoxicación de las aves por la industria de extracción de metales preciosos. El resultado de esta ruta por el Amazonas quedará recogido en un especial de National Geographic y en el documental Expedición al Amazonas ya disponible en Disney+.
Desde que Peschack pisó por última vez el Amazonas hay otra pregunta que le ronda la cabeza: “¿Conseguirá este trabajo devolver el foco a un ambiente tan descuidado?”. A lo largo del camino cedió algunas de sus cámaras a activistas autóctonos para intentar amplificar sus voces de denuncia, pero solo el tiempo le dará la respuesta que busca.
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