Condenados a muerte excitados, porno y genitales voladores: el ‘big bang’ de Siniestro Total
El libro ‘¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total’, de Sara Morales, ofrece una historia oral del debut de los vigueses, que acaban de lanzar un vinilo con sus primeras grabaciones
Un priapismo después de la muerte, es decir, un pene que se mantiene erecto una vez extinguida la vida de la persona, es indicativo de que un fallecimiento se ha producido de manera violenta. Especialmente sucede en los ahorcamientos, donde el lazo de la soga puede provocar una presión en el cerebelo que derive en erección. Este fenómeno mereció el interés de unos jóvenes Siniestro Total, que eligieron la axiomática Todos los ahorcados mueren empalmados como canción para inaugurar su disco debut, ¿Cuándo se come aquí?, publicado en noviembre de 1982. Una carta de presentación de la banda gallega en forma de terapia sonora de choque que continuaba con letras sobre deber dinero a la gente equivocada (El cobrador loco), la incidencia de los movimientos contraculturales en la ría de Vigo (Matar jipis en las Cíes), genitales que atacan por aire (Los chochos voladores) o la preocupación por el establecimiento de una teocracia en Irán (Ayatollah!).
A 42 años de su lanzamiento, la relevancia y el poso que dejó lo que podía considerarse una oda radical al absurdo hace tiempo que quedaron de manifiesto. Aquel disco fue la primera piedra de una carrera que se extendió cuatro décadas, las transcurridas hasta la despedida del grupo en 2022. Y acaba de ser también objeto de un libro que recoge la historia oral sobre su creación, ¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total (Efe Eme), de la periodista Sara Morales. La célebre ilustración de Óscar Mariné para el disco, que caracterizaba sobre un fondo azul a los cuatro miembros como los hermanos Dalton de las historietas de Lucky Luke (la frase “¿Cuándo se come aquí?” es la pregunta que Averell Dalton formula insistentemente en la entrega Los Dalton van a México), sirve también de portada para un trabajo en el que participan tanto los miembros originales supervivientes (Julián Hernández, Miguel Costas y Alberto Torrado) como más de una decena de amigos y colaboradores. La autora rescata además declaraciones del cantante Germán Coppini, que murió en 2013, para completar el relato.
“Tiene la frescura y la insolencia de la inmediatez y de la juventud. Además, retrata perfectamente un tiempo y una época en España”, dice sobre el disco a ICON Morales, para quien la mayor sorpresa del proceso fue “descubrir el imaginario que había en esas cabezas. Un abanico muy amplio de referencias y gustos musicales, cinematográficos, literarios y artísticos que, junto a su desfachatez, descaro y gamberrismo, dio lugar a discos como este. Parte de su encanto y de su éxito reside ahí, en lo inconscientemente eclécticos que eran”. Versiones de artistas tan dispares como Gruppo Sportivo o Petula Clark y una lista de inspiraciones que iba de Dead Kennedys a Elvis Costello, pasando por The Cure, acreditan la naturaleza libre, omnívora y desprejuiciada del grupo desde los primeros instantes. El entonces batería Julián Hernández, más tarde cantante, guitarrista y único miembro permanente, reconoce a ICON que, pese a que ¿Cuándo se come aquí? trascendiese como un clásico del punk estatal, “Siniestro Total puede ser un grupo con un cierto estilo, pero es difícil adscribirlo a un género”.
En el libro, voces como la del periodista Jesús Ordovás (el primero que apostó por radiar su música) equiparan el impacto generador de aquel primer álbum de Siniestro Total y la fuerza icónica de la portada de Mariné con lo que supuso en el mundo anglosajón Never Mind The Bollocks (1977), de Sex Pistols. “Sé que está dicho con todo el cariño, ¡y se agradece!, pero la comparación con Never Mind The Bollocks es una barbaridad como la copa de un pino”, rebaja Hernández. “En primer lugar, porque la España de 1982 estaba a años luz del Reino Unido de 1977: ni la industria ni los medios ni los músicos estaban/estábamos preparados para lanzar un impacto de tanto alcance. ¿Cuándo se come aquí? es un disco hecho a nuestra medida y a la del mercado independiente que nos rodeaba. Vale que tuvo su repercusión y que la portada de Óscar Mariné valía y vale su peso en oro, pero hasta ahí llega su radio de acción”.
También el texto recoge el papel fundamental que jugó en la consolidación de DRO (Discos Radiactivos Organizados) y el desarrollo de la escena alternativa en España, con 20.000 copias vendidas en dos años, según cifras de Servando Carballar, el fundador del sello. Unas cifras a la altura de las grandes discográficas.
Para el seguidor del grupo, ¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total ofrece varias curiosidades, como un análisis pormenorizado de las 15 canciones originales del disco por parte de sus autores, un rico anecdotario o acercamientos a temas sensibles, como la vigencia de parte de su cancionero (desvelan que en su concierto final decidieron prescindir de Hoy voy a asesinarte, por si se interpretaba como apología de la violencia machista) o la dramática salida, tras ese disco, de Germán Coppini, el tímido y tranquilo vocalista que sufría unas metamorfosis en el escenario capaces de sobrecoger a sus compañeros. En una onda distinta a las inclinaciones y gustos de los demás integrantes de Siniestro, cuentan que Coppini llegó a llevar a un ensayo la letra de Malos tiempos para la lírica, más tarde un clásico de su otro grupo, Golpes Bajos.
“Sinceramente, no me imagino un Malos tiempos para la lírica interpretado como hizo con Ayatollah!”, dice Julián Hernández. “Quizá la diferencia es que nosotros habíamos convivido mucho más (emborracharse juntos viendo a Muddy Waters une mucho) y Germán era claramente un neoamigo estupendo y un mascarón de proa imbatible para Siniestro. En Golpes Bajos, Germán tenía bastante más cancha para las letras y dejaba aparcada la transformación bestial que sufría en el escenario con nosotros. ¿Qué sentido hubiera tenido prolongar una simultaneidad agónica? Ni el Doctor Jekyll ni Míster Hyde sobrevivieron al experimento del primero; y Siniestro Total éramos Hyde antes de Jekyll”.
“Esas risas, esas risas…”
Una de las letras de Coppini que sí entró en el disco fue La revista, canción donde el protagonista indagaba en el miedo a que se rieran de él tras pillarle comprando una revista porno. Aunque, como todo buen disparate, ¿Cuándo se come aquí? se preste a la intelectualización y dedicar cortes a temas como la erección post mortem pueda defenderse como declaración política, el primer disco de Siniestro Total también es, al fin y al cabo, el reflejo de la amistad y del lenguaje de un grupo de chavales que se lo pasaban en grande con sus ocurrencias, donde lo pueril a veces conectaba con el chispazo de brillantez. Hernández reconoce que ese punto espontáneo y la bisoñez en el disco le provocan “cierta ternura”. “Lo que pasa es que ya teníamos los veinte años cumplidos. Se supone que uno, a esa edad, ya está lejos de la ingenuidad juvenil; no así de la inconsciencia y de esa antena tan orientada a lo instintivo”, cree el músico.
Un ambiente lúdico capturado también en el último lanzamiento del grupo, Que no cunda el orden, vinilo editado por Munster Records con sus primeras grabaciones en Madrid, en enero de 1982. En una de las canciones, Juegas al palé, se escucha a Coppini y a sus compañeros partiéndose de risa mientras braman la letra. Contiene un tema que nunca había sido oficialmente publicado por Siniestro Total, No me gusta bailar, además de otras versiones primigenias de canciones que acabaron entrando en ¿Cuándo se come aquí? o en el EP del mismo año Ayudando a los enfermos. La publicación antecede a “más cosas de archivo a las que Munster ha echado el ojo”, asegura Julián, que anuncia “un recorrido arqueológico y antropológico” para 2025, del que formará parte El balance de los daños, una serie documental de tres capítulos dirigida por Mikel Clemente, colaborador habitual del grupo.
“Poco a poco, según van llegando el resto de álbumes va quedando muy claro no solo lo que había detrás de ellos, más allá del humor, la ironía y las ganas de pasarlo bien, sino también su apertura mental y atrevimiento”, reflexiona Sara Morales. “El primer disco es el germen de todo lo que han demostrado y hemos ido viendo a lo largo del tiempo. Es el punto de partida perfecto y totalmente coherente con su trayectoria”. El grupo mantuvo canciones de ¿Cuándo se come aquí? en sus repertorios hasta el último concierto, para el que cerraron el círculo con la participación de sus miembros históricos y el regreso a la banda de Miguel Costas, cantante desde la marcha de Coppini hasta 1994. En la historia oral, Hernández reivindica las “ideas geniales” de su excompañero de filas en la primera etapa. También homenajea a figuras como la del ayudante y road manager Pepo Fuentes, fallecido en 2021, corresponsable del concepto e imagen del grupo: estuvo detrás de la portada del gaitero destrozando su instrumento –como parodia del London Calling (1979) de los Clash–, de la idea de Miña terra galega (su versión de Sweet Home Alabama) o de las camisetas de Ante todo mucha calma.
Más allá de la perturbación provocada por la irrupción de los vigueses, como la de Miguel Ríos preguntándose “a dónde habrá llegado a parar el rock español cuando se cantan cosas como Me pica un huevo”, sorprende leer en ¿Cuándo se come aquí? El gran golpe de Siniestro Total que José Afonso, el cantante del himno antifascista portugués Grandôla, Vila Morena, fue uno de los primeros fans del disco. “La historia me la contó Suso Iglesias, más tarde director de Xabarín Club, que era su amigo”, recuerda Julián Hernández. “Le puso la cinta en el coche y de las carcajadas casi le da un ataque al pobre hombre, que ya estaba muy enfermo. Es una de las historias más bonitas que jamás hubiera imaginado después de grabar un disco así”. También obtuvieron los parabienes iniciales de nada menos que Alaska y los Pegamoides, que sugirieron en la radio que les teloneasen, oferta que el grupo ignoró. Más tarde, comenzó un beef que dura hasta nuestros días: Siniestro Total se burló de la cantante en Yo quiero ser Alaska, ella les llamó “paletos” en su biografía y el año pasado, con gran repercusión en redes, Miguel Costas le respondió celebrando su condición de “pueblerino total”.
Aunque quizá una de las consecuencias más imprevisibles del disco fuera que la canción Nocilla, ¡qué merendilla! diera título a una de las trilogías más importantes de la literatura española moderna, el Proyecto Nocilla (2006-09) de Agustín Fernández Mallo, e incluso a una supuesta generación de escritores, la Generación Nocilla. Fernández Mallo participa en el libro de Morales y explica que, pese a que la trilogía no guarda relación con su música, siempre se ha sentido inspirado por la banda y considera dicha canción “el culmen del dadaísmo, del absurdo inteligente, en su mezcla de códigos musicales, sociales y emocionales”. El accidente del Renault 12 familiar en el que viajaban los miembros del grupo y que, en el verano de 1981, dio nombre a Siniestro Total no dejó víctimas mortales. De aquella colisión, sin embargo, aún queda una gigantesca onda expansiva.
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