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“¡Tenemos a los nuevos Beatles!”: aquella semana de agosto en la que se publicaron tres obras maestras a la vez

Hace treinta veranos coincidieron los lanzamientos de “Definitely Maybe”, “Dummy” y “Grace”, de Oasis, Portishead y Jeff Buckley. Así es como cambiaron la música y cómo se vivió aquel evento desde los medios

Jeff Buckley, los hermanos Gallagher y Beth Gibbons, de Portishead.
Jeff Buckley, los hermanos Gallagher y Beth Gibbons, de Portishead.Getty Images / Juan Francisco Fernández (Collage)

Está considerado, con bastante unanimidad, que 1994 fue el último gran año del siglo XX en lo que se refiere a cosecha discográfica. Hablamos de una época en que el CD se había convertido en el formato hegemónico y las cifras de ventas de discos físicos alcanzaban sus máximos históricos, justo antes de que la irrupción de Internet cambiase para siempre las reglas del juego.

Incluso en un mes en el que nunca pasa nada como es agosto, el volumen de lanzamientos de discos que se convirtieron en históricos fue de órdago. Algunos de los publicados en la plenitud de aquel verano fueron obras de culto alternativas como Mars Audiac Quintet (Stereolab), The Holy Bible (Manic Street Preachers), Bakesale (Sebadoh), Snivilisation (Orbital) y Stoned And Dethroned (The Jesus & Mary Chain). Pero, sobre todo, destacaron tres debuts legendarios que vieron la luz a final de mes: Dummy, de Portishead el día 22; Grace, de Jeff Buckley, el 23, y Definitely Maybe, de Oasis, el 29. Visto desde el prisma de treinta años después, suena a una semana en el motor de la historia del pop, pero ¿era alguien consciente de eso por aquel entonces?

Si nos ceñimos a las valoraciones de la prensa musical británica, que en aquella época marcaba las tendencias, ellos sí lo vieron. El semanario New Musical Express publicó el 13 de agosto las críticas de Dummy y Grace, y el 17 la de Definitely Maybe. Las tres obtuvieron la misma puntuación: 9 sobre 10. El debut de Oasis encabezó su lista de mejores discos del año, mientras que en el semanario rival, Melody Maker, el primer puesto fue para el debut de Portishead.

Oasis: Liam Gallagher y su hermano Noel, en 1995.
Oasis: Liam Gallagher y su hermano Noel, en 1995.Dave Hogan/Getty Images

Pero no todo el mundo lo recuerda igual. Miles Hunt, vocalista del grupo británico The Wonder Stuff, era por aquel entonces el presentador en Europa de 120 Minutes, programa de la MTV que se convirtió en una de las ventanas que dio más visibilidad a la escena alternativa. Según él, el verdadero grupo cuyos videoclips eran omnipresentes en la cadena fue Oasis. “Era una tortura”, explica. “Entendí el porqué de su éxito, eran grandes personajes y su espectáculo en vivo era impresionante, pero musicalmente no tenían ninguna importancia para mí, me resultaban muy aburridos”. Sin embargo, opina que ni Grace ni Dummy tuvieron gran apoyo en su momento, “aunque Portishead acabó sonando en todas partes poco tiempo después”. A Buckley le confiere un espíritu más puro. “Su extraordinario talento fue suficiente para asegurarse de que el mundo lo escuchara, no necesitaba a MTV”, sostiene Hunt, en cuya casa tenían que estar sonando aquel verano las novedades más rabiosas del momento, pues entonces estaba casado con la prestigiosa periodista musical Mary Anne Hobbs.

“¡Tenemos aquí a los herederos de los Beatles!”

En España, Julio Ruiz si dio amplia cobertura a estos tres discos en su programa Discogrande en Radio 3, que, por cierto, no se dejaba de emitir en agosto. “En el caso de Oasis era algo que se caía por su propio peso, la prensa británica especializada, que todos manejábamos, ya le estaba dando mucha bola desde tiempo antes y todo venía ya adornado con una gran promo en plan: ‘¡Ojo, tenemos aquí a un grupo maravilloso, heredero de los Beatles!’. Recuerdo que en aquel momento también tuve la oportunidad de entrevistar a Noel Gallagher por primera vez. Todo esto fue un año antes de la guerra con Blur”, recuerda el periodista. La banda de Damon Albarn había lanzado su tercer álbum, Parklife, en el mes de abril, y su single homónimo apareció aquel mismo agosto con gran éxito. Sería justo al verano siguiente, coincidiendo con la salida la misma semana de los respectivos nuevos sencillos de ambas bandas (Country House y Roll With It, respectivamente) cuando la prensa británica ideó la guerra más cacareada del pop reciente.

La promoción de Definitely Maybe la llevó en España la distribuidora Caroline, que entonces trabajaba con el sello indie Creation. Su responsable, Mark Kitcatt, recuerda las cosas de un modo un poco diferente. “Supongo que lo que no sabíamos en ese momento era todo lo que había detrás”, apunta. “Creo que Creation ya había sido comprado por Sony y actuaba como una marca blanca para que Oasis se pudiera presentar como un descubrimiento de la boyante escena independiente británica. Hay que tener en cuenta que su disco llegó después de que Creation editara Bandwagonesque (Teenage Fanclub), Loveless (My Bloody Valentine) y Screamadelica (Primal Scream). El fichaje de Oasis había sido posible porque el adelanto lo ponía Sony. Pero Sony, fuera del Reino Unido, no tenía equipos de promo para vender a este tipo de artista, ni interés, y no trabajaba tampoco con las tiendas de discos que lo podrían vender. Yo no recuerdo que Oasis fuera muy interesante para los medios ni los fans aquí. No cabían en la escena rock and roll ni en Los 40 Principales, ni en el rock más atrevido, ni en lo que quedaba del sonido Manchester. Tenían buenas melodías y un buen cantante, pero miraban atrás a una época dorada británica que no tenía por qué interesar fuera de las islas. Lo que realmente les vino bien fue la competencia con otros grupos más innovadores, también británicos, y eso se consiguió traducir por todo el mundo”, concluye, en relación a la rivalidad con Blur. De hecho, el segundo álbum de los hermanos Gallagher, (What’s The Story) Morning Glory?, llegó a ser número 1 en ventas en nuestro país, mientras que el debut no había ni aparecido en listas.

Beth Gibbons, de Portishead, en un concierto en Chicago en 1995.
Beth Gibbons, de Portishead, en un concierto en Chicago en 1995.Paul Natkin (Getty Images)

“A mí Oasis era de lo que menos me interesaba de Creation”, recuerda el periodista musical Rafa Cervera. “Me parecía un grupo revisionista sin más, la típica banda sobre la que he tenido que escribir desde una perspectiva profesional, pero a nivel personal no me aportaron nada”. Cervera, que siempre ha ejercido de freelance, colaboraba por aquel entonces en el suplemento El País de las Tentaciones, entre otros medios, y constata que en aquellos años se estaba produciendo también un cambio en lo que respecta a la información musical en la prensa española. “El País de las Tentaciones ya llevaba meses en marcha y había abierto una puerta muy importante para la difusión de este tipo de discos, ya que propiciaba que productos tan especializados tuvieran su aparición en un diario tan importante como El País. Tentaciones cogió enseguida el pulso de esa actualidad y le hizo sitio a este tipo de artistas, sobre los que, hasta entonces, solamente se podía leer en las revistas especializadas como Rockdelux y Ruta 66″, indica el periodista.

El revisionismo de Oasis frente al nuevo sonido de Portishead

“En El País de las Tentaciones apostamos por Oasis y Portishead desde el minuto 1″, recuerda el que entonces era director del suplemento, Mikel López Iturriaga. “Si no recuerdo mal, ambos álbumes fueron disco de la semana, Oasis salió en portada, y Portishead se debió de llevar un par de páginas. Yo no paré de oír ambos discos todo ese año, especialmente Dummy, que era mano de santo para los estados de conciencia alterados típicos de aquellos tiempos”, afirma entre risas. “Lo mejor de estos dos álbumes es que, a pesar de ser hijos de su época y máximos representantes de dos movimientos clave en la música de los noventa, como el brit pop y la electrónica-no-necesariamente-bailable, han aguantado muy bien el paso del tiempo. Siguen emocionando y se siguen pudiendo disfrutar sin pasar vergüenza”.

Dejamos que el ahora responsable de El comidista se detenga en cada uno de aquellos trabajos. “Desde las primeras notas de Rock’n’Roll Star, Definitely maybe era un álbum arrollador, que a pesar de sus altibajos contenía las mejores virtudes del pop británico: descaro, actitud, energía, orgullo de clase... y muchas canciones para cantar a voz en grito en un pub después de haberte tomado diez pintas. Como bien dijo Noel Gallagher, era ‘punk con melodías de los Beatles’, justo lo que necesitábamos en aquel periodo de los noventa”. En cuanto a Dummy, “estaba en el polo opuesto, pero de alguna forma también encajaba a la perfección en la época. Era un disco arriesgado, oscuro, doliente e hipnótico, pero lo suficientemente accesible como para tocar la patata a millones de personas. Incluía no pocos temazos con los que resultaba imposible no conmoverse, como Roads o Wandering Star, en los que la voz de Beth Gibbons y las bases electrónicas trip-hoperas de Geoff Barrow hacían un match imbatible. Y, como en el caso de Definitely maybe, todo el edificio se sustentaba en grandes melodías”, afirma Iturriaga.

Jeff Buckley fotografiado en Bélgica en 1995.
Jeff Buckley fotografiado en Bélgica en 1995.Gie Knaeps (Getty Images)

Dummy es una obra maestra. Un álbum que inventó un sonido, una manera de mezclar elementos, de tomar lo viejo y lo nuevo para crear algo distinto”, concede Rafa Cervera, quien aún conserva todos los singles previos que le fueron dando desde el sello Polygram. “Supongo que me debió fascinar desde el primer momento, porque ese disco lo he escuchado mucho y metía muchos temas en los mixtapes que me hacía”. Es una experiencia similar a la que relataba el músico sueco Jay-Jay Johanson en una entrevista en ICON: “Para ganar algo de dinero, los fines de semana yo trabajaba en una revista musical sueca llamada Pop Magazine. Dummy no iba a salir hasta final de agosto, pero nosotros ya teníamos la cinta promocional en mayo. La escuché todos los días del verano de 1994″, rememoraba para explicar cómo Portishead cambió por completo su perspectiva musical. “No sé hasta qué punto ayudó o no en España todo el factor de lo enigmático, porque aquí no los vimos hasta mucho después de aparecer el disco”, añade Julio Ruiz. La banda de Bristol no comenzó a tocar en directo hasta finales de aquel 94, pero su primer concierto en España fue en 1998, en la sala Zeleste de Barcelona.

Jeff Buckley, un solo álbum que se mitificó a posteriori

Jeff Buckley, en cambio, nunca llegó a actuar en nuestro país, probablemente porque no le dio tiempo (falleció en 1997, ahogado en un afluente del Mississippi). Pero Julio Ruiz sí tuvo la suerte de verlo, “en 1995 en el festival de Glastonbury en primera fila, fue un concierto a las 12 o 1 del mediodía y la gente aún se estaba desperezando en los sacos de dormir. Fue un pedazo de concierto, pero no recuerdo que hubiese demasiada gente”. Eso, en el Reino Unido, porque en España dice que al disco no se le hizo ninguna promoción: “Cero patatero. El Grace se mitificó a posteriori, sobre todo tras su muerte”, afirma el responsable de Discogrande.

Grace me parece una maravilla, incluso diría que otra obra maestra, aunque puede que eso se deba a que no dejó ningún otro álbum acabado para compararlo. Me parece un disco innovador sobre todo por la manera de cantar de Buckley, que se parece a la de su padre (el músico folk Tim Buckley) y a la vez va más allá”, opina Rafa Cervera, quien también recuerda una promoción insuficiente del disco en su momento. “Ya se veía venir que Jeff Buckley era algo especial. Yo tenía ya el EP en directo Live at Sin-é, que aquí salió con Caroline/Everlasting, aunque aquello era una versión esquelética de lo que podía hacer Buckley. Grace lo publicó Sony y, por aquel entonces las multinacionales andaban enloquecidas con todo lo que oliese a producto alternativo porque, básicamente, no sabían cómo venderlo a los medios”.

“A Buckley lo fichó Sony, pero ellos cedieron Live At Sin É -que se editó en diciembre de 1993- a Big Cat, un sello independiente británico, para que rompiera el terreno en todo el mundo”, indica Mark Kitcatt. “El trabajo de base creo que lo hicimos bien, dentro de lo que cabe, sin apoyo del artista, sin actuaciones en directo, y sin el estímulo de saber que iba a ser un trabajo continuo, pero ciertamente ese trabajo se echó a perder con Grace y con su paso al maravilloso mundo de Sony. Una pena”, lamenta el responsable de la distribuidora española.

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