Depresión Sonora, de Vallecas a Coachella: “Alguien de otra clase no entenderá esta sátira sobre la vida de barrio”
El músico Marcos Crespo publica nuevo EP, ‘Makinavaja’, y se prepara para una gira que le llevará por diferentes ciudades de Estados Unidos, con parada especial en el emblemático festival californiano
Canta Depresión Sonora en uno de los cortes de su último trabajo: “Me llamas feo y me da igual / Me llamas guapo y me da igual / Me llama tu novia y me da igual / Nada importa, no es importante”. Es de recibo preguntarse hasta qué punto Marcos Crespo (Madrid, 26 años), un chaval de Vallecas que durante el confinamiento de 2020 empezó a grabar canciones en su cuarto y compartirlas en redes, es capaz de mantenerse indiferente al hecho de, en menos de cuatro años, haberse convertido en uno de los nuevos artistas más interesantes, autorales y reconocidos de su emergente generación.
Sus conciertos en salas se llenan de otros veinteañeros que se saben al dedillo las letras y las vociferan con la emoción de quien canta sobre algo que le ha sucedido. Canciones sobre las que Crespo pinta estados de ánimo, inquietudes y catarsis no sin cierto humor negro, desde sus textos y también desde unas bases lo-fi de influjo post-punk, con las que tensa composiciones melancólicas, rápidas, con un contraste entre lo oscuro y lo alegre. Para entendernos: como ese meme de The Smiths donde aparece un tobogán con el mensaje “melodía” y un cementerio adyacente en el que pone “letras”.
“Tiene un estribillo y una estrofa supernihilista, pero al final al personaje de la canción sí le importa él mismo”, puntualiza Crespo al hilo del citado tema, Nada importa. “Representa un momento que puede tener cualquier persona de mandarlo todo a la mierda, creer que nada vale, hasta que uno se da cuenta de que tiene que haber un autocuidado dentro de todo eso”. El hombre detrás de Depresión Sonora atiende a ICON sentado en un sofá de las dependencias madrileñas del sello Sonido Muchacho, en un ambiente distendido, en el que se pasea Armando, el perro muy simpático de una de las trabajadoras y hay desperdigado algún vinilo de Marcelo Criminal, otra de las voces generacionales que, con gran sentido del zeitgeist, ha reunido la discográfica en poco tiempo. Crespo usa la palabra “personaje” para referirse a la primera persona de su letra, pero, matiza, el alter ego no implica que establezca una distancia con lo que cuenta: “Sí representa parte de lo que soy. Esta canción y todas las que he hecho son parte de mi persona”.
¿Qué lleva a alguien a llamarse a sí mismo (o al proyecto del que, en lo concerniente a grabación y composición, es único miembro) Depresión Sonora? “Creo que tiene bastante gracia. Se nos ocurrió una noche a un amigo y a mí y me parecía ideal en ese momento”, dice del nombre, juego de palabras con la noción de presión sonora, el movimiento en el aire que provocan las ondas sonoras. “A nivel conceptual tengo un sonido que también me evocaba eso. La depresión sonora como concepto”. Lo que no obedece necesariamente a una intención conceptual, explica, es el título de su último EP, Makinavaja, publicado hoy y formado por cuatro canciones no relacionadas, al menos de forma aparente, con la homónima serie de historietas del dibujante Ivá. “Me parecía un homenaje chulo”, aclara.
Popularizado en los ochenta a través de las páginas de la revista El Jueves, el antihéroe barcelonés de clase obrera que daba nombre a aquellas tiras inspiró una película con Andrés Pajares (Makinavaja, el último choriso, de 1992), una serie con Pepe Rubianes, una obra de teatro y algunas canciones; lo que Crespo, como buen zoomer, llama “el lore de Makinavaja” (lore es una expresión de los videojuegos, que designa el conjunto de elementos que componen un universo). La conexión entre Depresión Sonora, cuya biografía en YouTube y Twitter es “Bailes tristes para delincuentes” –verso de su canción Hasta que llegue la muerte, de su primer EP–, y el personaje del tebeo viene de su extracción social: “Me gusta porque me identifico. Alguien que venga de otro sitio, o de otra clase, no se va a ver tan reflejado ni le va a llamar la atención esa sátira sobre la vida de barrio”.
Semos peligrosos
La publicación de Makinavaja precede al concierto que Depresión Sonora dará el 22 de marzo en Madrid, en la sala La Riviera, única fecha anunciada en España (más tarde, en verano, actuará en el Mad Cool) antes de su gira por Estados Unidos, con parada estelar en el festival californiano Coachella, uno de los más famosos y multitudinarios del mundo. “Es bastante loco. Ha sido muy progresivo, resultado de mucho trabajo y mucha determinación, pero a la vez ha sido muy rápido”, dice Crespo, al mirar en perspectiva el camino recorrido con su proyecto desde el todavía cercano 2020. Depresión Sonora es el único artista español del cartel junto con Bb Trickz, la esquiva rapera que se hizo viral a través de TikTok. Responde riendo cuando se le pregunta por ella: “Hombre, claro que la he escuchado porque está en internet todo el rato, pero no tenemos ninguna relación, en absoluto, ni sé nada de su vida”.
Entre las otras fechas de Depresión Sonora en Estados Unidos, de un total de seis, se encuentra un lugar que le motiva especialmente: Seattle, la ciudad de Washington donde se conformó la escena grunge presidida por sus admirados Nirvana. “Me hace ilusión no ya por Nirvana, sino por lo que significó en los noventa todo aquel movimiento cultural, con Pearl Jam, Soundgarden y un montón de bandas”, confiesa. “Para mí es muy importante ir a la ciudad que es cuna de algo que me ha inspirado tantísimo”.
Es su primera visita al que fue hogar de Bruce Lee (y donde también reposan sus restos), pero no su primera vez en EE UU, donde ya hizo otra pequeña gira el pasado año: “Aquellos conciertos fueron muy bien, me sorprendió la cantidad de público que fue. Agotar entradas en Los Ángeles, ir a Chicago y que haya también mucha gente… Pensar que tan lejos de tu casa hay gente identificándose con lo que escribes es muy bonito”. Y reflexiona: “Me gusta que los conciertos sirvan para hacer comunidad y compartir algo en un momento dado. En un país tan complicado y tan individualista como es Estados Unidos, donde cada uno vive su vida y apenas hay espacios comunes, hay mucho público latino que se identifica mucho porque se siente perdido”.
Graduado en Ingeniería de telecomunicaciones, es Marcos Crespo un hombre que parece más introspectivo que introvertido, con querencia por las respuestas sucintas, que mide sus palabras cuando habla de su proceso compositivo, como el que protege un espacio íntimo. Al fin y al cabo, su música nace de ese saber estar consigo mismo, con sus pensamientos y con sus emociones. Aunque el que fuera en el confinamiento cuando empezara a hacer música lo ve más como casualidad que como causalidad, cree que las circunstancias le dieron pie para desarrollar su faceta artística. “Fue el momento de tener un espacio mental real, no tener responsabilidades, no tener la mente ocupada con lo que es la vida en general”, recuerda. “A veces es difícil encontrar esos huecos, y cuando los hay acabamos ocupándolos con redes sociales. Acabó funcionando y cogí la oportunidad, porque no quería volver a estar ocho horas al día en una oficina”.
Ve su EP Makinavaja como una evolución y el disco largo que le consolidó, El arte de morir muy despacio (2022), “con cariño y nostalgia”. No en vano, el aprendizaje y la madurez a veces están presentes en las propias letras, como parte de una estructura o como resolución de sus letras. Para traducir la intensidad de su música al escenario, Crespo cuenta con dos instrumentistas de apoyo, el guitarrista Gonzalo López y el bajista René Sharrocks, líder también de la banda Dharmacide. “Intento transmitir esa emotividad de otra manera en directo para conectar y crear una sensación de unión, que se sienta que lo que está sucediendo en el escenario está sucediendo de verdad y no es grabado”, argumenta. En el concierto de Madrid habrá otros dos intérpretes más, un percusionista y otro encargado de sintetizadores y secuencias. A efectos de estudio, la idea de que Depresión Sonora se conforme como un grupo no parece de momento sobre la mesa: “En directo necesito más manos, pero esos elementos que aportan están en los discos, porque los hago yo”.
Ello no significa que musicalmente sea alguien ascético y cerrado a colaborar: al contrario, entre las firmas acompañantes de sus trabajos publicados se puede rastrear toda una escena de artistas jóvenes con mucho en común: Rojuu, Ghouljaboy, Javiera Mena… Con Carolina Durante regrabó una de sus canciones e hizo una versión del gran éxito de los madrileños, Cayetano, cambiando el nombre por Markusiano (por su apodo, no por los admiradores del filósofo de la Escuela de Fráncfort).
“Al final somos personas que viven el mismo contexto, la misma realidad, en las mismas ciudades, vemos lo mismo por internet… Y el público empatiza porque también vive lo mismo que nosotros”, opina. Su última colaboración ha sido a dos bandas con Los Punsetes, que reimaginaron el Ya no hay verano de Depresión Sonora como Odio el verano, mientras él hizo lo propio con Camino: “Soy muy fan de sus letras, siempre me han gustado mucho. Camino es una canción muy importante para mí, tenía presente versionarla desde hace mucho tiempo”. Los Punsetes, dice, le han correspondido como seguidor yendo también a algunos de sus conciertos.
Aunque Crespo ya tiene más que interiorizado que haya figuras de renombre prestándole atención. El pasado verano, Pedro Sánchez fue invitado a asistir al Low de Benidorm a través de la cuenta de Twitter del festival, a lo que el presidente declinó, lamentando, en su respuesta, no poder ver a artistas que “le encantaban”, entre los que citaba a Depresión Sonora. “Creo que su hija es muy fan y a través de ahí le habrá llegado mi música”, dilucida. “Yo encantado, estoy abierto a todo el que quiera escucharme. Pero para mí solo es una persona más de entre las que escuchan el proyecto”. Lo dicho, nada importa.
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