“Ya no me divertía hacer canciones”. La resurrección de PJ Harvey tras haber estado a punto de dejar la música
La artista británica ha publicado tras siete años de silencio su décimo álbum, ‘I Inside The Old Year Dying’. Lo presentará en España en 2024
I Inside The Old Year Dying es el celebrado nuevo álbum de PJ Harvey (Inglaterra, 54 años), que anticipa una gira que, el año que viene, la traerá a España: el 1 de junio estará en Barcelona (Primavera Sound) y el 7 en Madrid (Noches del Botánico). Este será su primer concierto en la capital en 17 años (su último paso fue en el Summercase de 2007) y el primero fuera del marco de un gran festival desde que actuase en la Sala Pachá en 1995. Puede que esa sea una de las claves para que las –nada baratas- entradas del Botánico se agotasen el mismo día que se pusieron a la venta.
Lo que puede sonar a noticia rutinaria (nuevo-disco-y-gira-de-PJ-Harvey) no lo es en absoluto. En primer lugar, porque cada nuevo trabajo de la británica juega con lo impredecible, desafía las expectativas y nunca se sabe por dónde va a salir. Y, en segundo, porque ahora se ha conocido que la artista estuvo a punto de dejar la música, al menos en este tipo de formatos.
En principio, no había señales de alarma por los siete años transcurridos desde su anterior lanzamiento (The Hope Six Demolition Project, de 2016). Ya nos hemos acostumbrado a que estos ciclos de silencio sean naturales en la vida discográfica de los artistas con larga trayectoria. Y tampoco fue un silencio total: en este tiempo, la artista fue reeditando todo su fondo de catálogo con discos extra que incluían sus maquetas, publicó la caja B-Sides, Demos & Rarities y compuso música para la obra teatral All About Eve y para las series The Virtues y Bad Sisters. Además, en la renombrada Peaky Blinders, sonaron con asiduidad sus canciones.
Pero, en una entrevista recientemente concedida a la periodista Ann Powers en la NPR, la Radio Nacional Pública de EE UU, confesó que llegó a perder la conexión con la música. “Sentí como una especie de ruptura amorosa, como si hubiese desaparecido la diversión que sentía cuando empecé a hacer canciones a los 17 años, aquella especie de alegría absoluta”. Reconoce que para desbloquearla creativamente le ayudaron unas palabras del cineasta y artista visual Steve McQueen: “¿Qué amas? Amas las palabras, las imágenes y la música. Solo imagina qué puedes hacer con esas tres cosas sin pensar en que tenga que ser nada en concreto, ni un cuadro, ni un disco...”. Al final, fue un libro con un largo poema narrativo, Orlam –publicado en abril de 2022- lo que la reconectó con el mundo y la impulsó a volver a componer.
Algo más que una pausa poética
En los últimos años, Polly Jean Harvey se estuvo formando muy en serio como poeta. En 2013 ofreció su primer recital en la British Library (la Biblioteca Nacional británica, en Londres) y, en 2015, publicó su primer libro de poemas, The Hollow Of The Hand. Después, decidió mejorar su técnica tomando clases durante tres años con con el autor escocés Don Paterson. De ahí fluyó Orlam, que ha seducido a buena parte de la crítica literaria británica por su uso del dialecto local de Dorset (en el suroeste de Inglaterra) y por cómo incorpora rituales y supersticiones ancestrales de esa zona. Tan satisfecha se quedó que incluso concedió varias entrevistas para promocionarlo, algo que ella había eludido durante más de una década, se dice que por su extrema timidez y por ser reacia a revelar demasiada información sobre sí misma. De hecho, siempre ha sido notoria la casi total ausencia de material autobiográfico en su obra y ella se ha sentido bastante molesta cuando se han intentado inferir cosas de sí misma de las letras de sus canciones, sobre todo al principio de su trayectoria.
Llegó a pensar en adaptar Orlam al teatro. De hecho, lo intentó con el director Ian Rickson y los actores Ben Whishaw y Colin Morgan, pero la cosa no terminó de cuajar. Lo que empezó a brotar fueron canciones, hasta el punto de que el nuevo álbum se puede considerar una expansión de su última obra poética, de la que retoma paisajes, temática y espíritu. De las pruebas teatrales ha mantenido algunas partes recitadas por los dos actores y también ha experimentado con grabaciones de campo de forma poco ortodoxa. Prueba de su firme creencia en este álbum es que, en la primera parte de su gira, lo interpreta al completo y por orden, para luego dar paso a otro set con temas seleccionados de todo su repertorio. Dice que le ha servido para renovar la confianza en si misma, para insuflarle otra fuerza.
Tres décadas de trayectoria en continua transformación
En realidad, todo esto sorprenderá poco a quien haya seguido más o menos de cerca la trayectoria de Polly Jean Harvey desde que emergiera en 1991 con el single Dress. En aquella época, la música tampoco era su prioridad. Hija de padres hippie-bohemios con gustos culturales peculiares (de niña la acunaban con discos de Captain Beefheart y con blues y folk oscuro), tuvo una formación artística multidisciplinar. Estaba estudiando escultura en la prestigiosa universidad de las artes Central Saint Martins, en Londres, cuando el sello Too Pure le ofreció un contrato discográfico para editar su primer álbum, Dry, y eso le hizo reencauzar su trayectoria hacia lo sonoro. Pero esa ética de mujer de escuela de arte se ha ido ramificando en muchos de sus proyectos posteriores. Son notorios sus trabajos con el fotógrafo y cineasta Seamus Murphy e incluso hizo sus pinitos en la interpretación con cineastas como Hal Hartley, además de exponer obra escultórica y pictórica, ya con un perfil más bajo. Especialmente rompedora fue su idea de convertir la grabación de The Hope Six Demolition Project en una instalación artística. Habilitó un estudio efímero en la galería The Somerset House de Londres, donde la banda iba registrando su trabajo mientras, a través de un cristal, el público podía ver el proceso en tiempo real.
Cuando PJ Harvey todavía se entendía como un trío rock (que completaban Rob Ellis a la batería e Ian Oliver al bajo), emergió como parte de la explosión alternativa de los primeros años noventa. Su segundo álbum, Rid Of Me, fue producido por el gurú Steve Albini en el mismo año que In Utero de Nirvana (1993), coincidió con el auge de grupos como Hole y Breeders y con el movimiento punk feminista de las riot grrrl. Pero ella enseguida se desvinculó de todo aquello. El trío se disolvió tras telonear a U2 en la gira Zooropa, pero su paso por los grandes estadios no fue tan infructuoso para ella, ya que el mánager de la banda irlandesa, Paul McGuinness, le ofrecio sus servicios.
Para cuando, en 1995, publicó su tercer álbum, To Bring You My Love, ya habitaba en su propio mundo, sorprendiendo con una imagen muy teatralizada de mujer fatal que actualizaba el sonido del blues y lo llevaba hacia nuevos territorios. Ya no afloraban tanto las comparaciones con Patti Smith o con las estrellas grunge del momento como con las transformaciones de David Bowie o con coetáneos como Radiohead, Björk (con quien compartió una sugestiva e histórica versión del Satisfaction de los Rolling Stones en una ceremonia de los Premios Brit) o Nick Cave (con quien, por aquel entonces, mantuvo una tormentosa relación). Eran asociaciones más atinadas pero, aún así, insuficientes e injustas para etiquetar a una artista que, a la altura de Is This Desire? (1998) ya se sumergía en otro universo, un folk atemporal de estética prerrafaelita y diseño sonoro en el que confluían el desgarro eléctrico con el preciosismo orgánico y las influencias electrónicas. Stories From The City, Stories From The Sea (2000) la llevó al estrellato, gracias a canciones de rock pegadizo e incendiario mientras se envolvía en luces de neón, cuero negro y tacones de dominatrix. Quienes la vimos en directo en el Festival de Benicássim de 2001 no lo olvidaremos nunca. Después, el tibio Uh Huh Her (2004) se podría considerar un auto boicot si no fuera porque, sobre los escenarios, seguía manteniéndose infalible. White Chalk (2007) fue otro cambio de rumbo completamente inesperado, un álbum infravalorado en el que visitaba por primera vez un Dorset mitológico, romántico y oscuro con aura victoriana y el piano y el autoarpa como instrumentos centrales, y al que acompañó de una gira en la que actuaba completamente sola.
Una nueva canción protesta
Su trayectoria estaba ya completamente amortizada con siete álbumes que la habían encumbrado como una de las creadoras musicales imprescindibles ya no solo de su tiempo, sino incluso de todos los tiempos. Pero nadie esperaba que todo eso se agitase aún más. En 2011 entregó la que, para muchos, es su obra maestra: Let England Shake. Una reinvención total de su sonido, imaginando un nuevo folk y una nueva canción protesta. El disco ofrece una visión desencantada sobre su país y su historia imperialista y belicista con las guerras de Irak y Afganistán como telón de fondo. Supuso también su primera colaboración con Seamus Murphy, que elaboró desarmantes clips para cada una de sus canciones. Nunca antes la obra de PJ Harvey había sido tan explícitamente política, pero aquí inició una tendencia creciente. Al año siguiente, grabó Shaker Aamer, una canción sobre un preso en Guantánamo que se declaró en huelga de hambre y, en 2015, viajó con Murphy a Kosovo, Afganistán y Washington en una experiencia de observación humanista y geopolítica que dio origen al libro de poemas y fotografías The Hollow Of The Hand, el álbum The Hope Six Demolition Project y el documental A Dog Called Money, dirigido por Murphy, que participó en el Festival de Cine de Berlín. En el álbum, PJ tocaba básicamente el saxofón -el instrumento con el que se inició a finales de los años 80 en el grupo Automatic Dlamini- y lo acompañó de una deslumbrante gira con una banda de nueve personas.
“Antes de Let England Shake, me absorvieron las lecturas de poetas que escribían sobre la guerra. Entonces entí la necesidad de transmitir cosas horribles en un lenguaje hermoso. Bastante a menudo, poemas de gran belleza hablan de algo muy violento o feo. Eso me atraía, así que intenté hacer lo mismo que habían hecho tantos poetas durante siglos”, explicaba el año pasado a Rolling Stone cuando promocionaba Orlam. “Con aquel álbum y con Hope Six..., estaba mirando hacia afuera, hacia el paisaje político, hacia lo que estaba sucediendo en el mundo. Creo que siempre he seguido mi instinto como escritora, y mi instinto me estaba diciendo que necesitaba cambiar la escala para volver a bajar a una escala más pequeña. Una persona, un pueblo, un bosque, era prácticamente todo lo que necesitaba como lugar de descanso o, si prefieres, como sitio en el que reunir mis energías otra vez”. Todo, en realidad, está conectado y plagado de sentido en el imprevisible universo creativo de PJ Harvey.
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