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Oliver Sim, el artista que visibiliza el VIH: “No quiero luchar contra el mundo, solo sanarme”

El miembro más callado de The XX se ha pronunciado. Y cómo. En su primer disco en solitario se presenta como gay seropositivo y exige respeto

Oliver Sim, uno de los miembros de The XX, que publica ahora su álbum en solitario, 'Hideous Bastard'.
Oliver Sim, uno de los miembros de The XX, que publica ahora su álbum en solitario, 'Hideous Bastard'.Casper Sejersen

Era el tercero en discordia. Cuando se hablaba de The XX, aquel trío pionero en entreverar el pop electrónico y el R&B, Oliver Sim (Londres, 33 años) siempre era el tercero. Estaba Jamie XX, el líder, un geniecillo que publicaba en solitario, producía a Drake, remezclaba a Radiohead y Gil Scott-Heron o pinchaba en grandes festivales. Estaba Romy, la voz femenina, que también pinchaba y escribía (sin firmar) para estrellas. Y, además, estaba Oliver, cantante y bajista, alto, muy tímido y al que no se le conocía ocupación fuera de The XX.

Eso cambió hace pocos meses. En marzo, publicaba su primer tema en solitario, Romance With A Memory. Era una buena canción de pop electrónico cantada con su masculina voz de crooner. Un mes después, el segundo sencillo, Fruit, era algo más. Se estrenó con un vídeo en el que aparecía Sim en una especie de talk show. El presentador le preguntaba: “Si se encontrara ahora mismo con usted cuando era niño, ¿qué le diría?”. A partir de ahí, Sim empezaba a cantar sobre un escenario mientras un niño (¿él?) le mira embelesado en la televisión de su cuarto.

En mitad del vídeo Sim besa apasionadamente al presentador. Hace años que salió del armario, pero nunca de una forma tan explícita. Cuando en mayo presentó el tercer avance, Hideous, reveló que es seropositivo desde los 17 años. Entonces quedó claro que Hideous Bastard, que se publica este viernes, es más que un álbum de debut; es una presentación al mundo de quién es el auténtico Oliver.

“Me gusta la gente que hace música honesta y personal”, explica sonriente desde su casa de Londres, con un enorme ventanal detrás. “Quizás lo que me diferencia es que hay muchos músicos a los que se les anima a predicar que se aceptan y se aman. Que es algo maravilloso, pero su aproximación a la música es distinta de la mía: la uso para despojarme del desprecio que siento por mí. No quiero convertirme en Cher, sino todo lo contrario. Comparto las cosas contra las que lucho cada día. Me culpo de ellas. Pero no para luchar contra el mundo, solo quiero sanarme”, explica con la soltura que da haberle dado muchas vueltas al por qué de las cosas.

Uno recuerda la primera visita de The XX a Madrid, para presentar su segundo disco. Eran unos niños de 19 años que parecían incómodos con tanta atención. Sobre todo, él. “No lo cambiaría. Es verdad, no estábamos para nada preparados, pero la magia fue que aprendimos sobre la marcha”. Asegura que a pesar de que cada uno de sus miembros están trabajando en solitario, The XX sigue en marcha. “Ese grupo es mi hogar, es donde está mi corazón. Cuando grabamos nuestro último disco, Jamie trabajaba en solitario y descubrí que gracias a ello traía ideas nuevas. Creo que fue entonces cuando Romy y yo pensamos: ‘Quizás deberíamos hacerlo nosotros también”.

De todas formas, Jamie produce el disco y hasta tiene un pequeño papel en el corto de 22 minutos —seleccionado para la Semana de la Crítica de Cannes— del que los vídeos son extractos. “The XX es una democracia. El punto de encuentro de los tres. Pero hay mucho en este disco que no es el mundo de Jamie, sino el mío: no comparte mi gusto por las películas de terror o algunas de las referencias musicales. También es un disco bastante queer y Jamie es un hombre heterosexual. No ha tenido ego. Ha sido muy humilde. Se sentó conmigo, vio películas de terror y escuchó la música que me inspiró. Entró en mi mundo y eso es genial”.

Y el elefante en la habitación. El VIH. “Me di cuenta de que había estado dando vueltas a una de las cosas que probablemente me ha causado más miedo y vergüenza, mi condición de seropositivo”, explicaba en el texto que acompaña a Hideous. “El disco puede sonar oscuro, porque trata sobre el miedo y la vergüenza”, añade ahora. “Pero para mí no lo es. También es celebración y alegría. Yo no experimento la vida en blanco y negro. Mis canciones favoritas las puedes bailar en la pista o irte a casa y llorar escuchándolas. Tengo momentos de felicidad en los que hay un punto de tristeza. Eso es la vida. O, al menos, esa es mi vida”.

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