Bethan Laura Wood: “Es importante que los objetos funcionen, pero también tienen que subirte el ánimo, porque esta es una época difícil”
La diseñadora quiere alegrarnos la existencia a base de color, cristal de Murano y la sabiduría de la ilustre Cassina, firma italiana para la que ha creado el jarrón ‘Colourdisc’
Son las diez de la mañana en Londres y, cuando se asoma a la cámara de su ordenador desde su estudio, Bethan Laura Wood ya es Bethan Laura Wood. Su inconfundible maquillaje, con lunares azules puntuando el colorete de los pómulos, su cabello rosa, su fascinante indumentaria de túnicas y pañuelos estampados superpuestos, todo está en su sitio. El redactor empieza a sospechar que lo que ve no es personaje, sino persona, cuando esta diseñadora británica nacida en 1983 explica que para ella el color siempre ha sido una forma de entenderse con el mundo.
“Soy muy sensible al color y a las asociaciones que tenemos con él”. Cuenta, por ejemplo, que sus primeros proyectos reflejaban la paleta de tonos apagados de Londres, pero que la cabeza le estalló cuando viajó a México y descubrió sus bloques de colores brillantes. “Desde entonces me encanta digerir ciertos lugares a través del color”, apunta. Los años y sus viajes han ido ampliando su repertorio. “He añadido capas y capas de estas paletas diferentes. Y me gusta mezclarlas, para que los proyectos no remitan a un solo lugar”.
Su nuevo proyecto, que sostiene en la primera fotografía de este artículo, es un buen ejemplo. Se llama Colourdisc y es un jarrón –también disponible como cuenco bajo para fruta– que constituye su primer encargo para Cassina, la veterana firma italiana de mobiliario en cuyo catálogo conviven los grandes del diseño –Gio Ponti, Le Corbusier, Charlotte Perriand– con una nueva generación de talentos fichados por Patricia Urquiola, directora artística de la casa desde 2015. “Cassina me pidió diseñar un objeto pequeño que pudiera dialogar con sus muebles más clásicos. Pero también estaban interesados en colaborar con otra empresa, y ahí surgió la idea de Venini, que encajaba muy bien porque tiene una historia maravillosa”.
La veneciana Venini es una de las principales fábricas de cristal de Murano. De allí proceden las placas irregulares de cristal con círculos de colores que se unen a la base de latón pintado, inspirada en los recipientes de ikebana, el arte floral japonés. “Las piezas de cristal son como satélites alrededor del jarrón, que tiene un peso y un grosor muy lujoso, es equilibrado”. A la pieza principal, además, se le puede añadir un recipiente de vidrio ámbar o turquesa para contener agua. “Cuando diseñas algo así, sabes que algunas personas lo comprarán y nunca pondrán nada dentro, mientras que otras lo utilizarán para algo muy concreto. Si algo es funcional, es importante que funcione”.
La función, para Wood, está en el centro de todo. Por mucho que su estilo se asocie a colores vivos o a inesperados golpes de humor, “el núcleo del diseño es crear objetos que puedan ser utilizados en el mundo real”, recuerda. Y, dado que están en el mundo real, esos objetos plantean también un discurso. ¿Puede el diseño ser político? “Creo que el diseño es sensible a los cambios actuales. En ese sentido, sí es político”, explica. “Hay diseños que tienen un componente filosófico, pero no todo puede convertirse en un fenómeno intelectual basado en las asociaciones mentales. Por eso me gusta tanto el color, porque todo el mundo tiene algo que decir acerca del color, y me permite plantear cuestiones acerca de los materiales, pero sin que el punto de partida tenga que ser necesariamente un manifiesto. No todos los diseños tienen que ubicarse en las barricadas todo el tiempo. El diseño siempre debería tener un espectro muy amplio, porque hay situaciones diversas. Cuando es apropiado, el diseño puede ser una herramienta política para el cambio. Un buen ejemplo es lo que hace Formafantasma, que es fascinante. Pero también es importante no alienar a la gente alejándose demasiado de la base, que es crear objetos que puedes comprar en una tienda y utilizar. Si te distancias demasiado, pierdes las connotaciones que permiten que la gente lo entienda y lo procese”.
La misión del diseño, para Wood, también tiene que ver con lo emocional, especialmente tras un año en que lo doméstico ha estado en el centro de todo. “Cualquier cosa que pueda darte algo de alegría es fundamental hoy en día. Es muy importante que los objetos funcionen, pero también tienen que subirte el ánimo, porque esta es una época difícil. Yo tengo la suerte de vivir en un piso que no tengo que compartir con cuatro personas más, como me pasaba no hace tanto, y de que mi edificio tenga zonas comunes. Pero mucha gente vive en un espacio muy limitado. Y los objetos que utilizamos deben proporcionar alegría a través del aspecto, del tacto, de su peso en las manos. Las cosas tienen que hacernos gracia e invitarnos a soñar. Si no, ¿para qué?”.
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