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El mayor estudio sobre desigualdad en el arte en España: “Seguimos siendo las que hacen el trabajo oculto para que ellos figuren”

La investigación, que se presenta hoy, revela datos como que las mujeres solo representan el 27% del catálogo de las galerías; aunque no todas lo hacen mal, hay ejemplos positivos

'Superm en la playa de Conil', de la artista Verónica Ruth Frías.
'Superm en la playa de Conil', de la artista Verónica Ruth Frías.

El reto del artista es poder vivir del arte. Y para las mujeres es mucho más complicado que para los hombres, según el Estudio sobre desigualdad de género en el sistema del arte en España, editado por la historiadora del arte Marta Pérez Ibáñez, con reflexiones de la comisaria Semíramis González y la investigadora Carolina Rodovalho y entrevistas a 31 mujeres artistas. Entre las conclusiones del estudio más completo de este sector realizado hasta ahora en España, destaca que las mujeres ocupan el 27% de los catálogos de las galerías, que el precio de las obras de ellas es menor y que se tiende a comprar obra de arte producida por hombres por considerarla más rentable que la de las mujeres.

La investigación, realizada en colaboración con Mujeres en las Artes Visuales (MAV) y el Ayuntamiento de Madrid, calcula que hay alrededor de 25.000 artistas en España y han llegado a recopilar datos de 1.105 para elaborar el retrato de la desigualdad, que se completa con testimonios de creadoras y galeristas, entre otros actores del mercado del arte. “Las mujeres cotizamos menos” o “el mercado prefiere a los hombres” son algunas de las percepciones que se recogen. Y los datos las avalan. Mientras el 38% de los hombres declara percibir menos de 8.000 euros anuales, en el caso de las mujeres el porcentaje asciende hasta el 55,7%. Las mujeres artistas manifiestan mayor dependencia de los ingresos de otras personas.

Solo un 4,9% de ellas ingresa más de 30.000 euros al año. Y apenas un 1%, más de 40.000 euros (en el caso de ellos, casi un 8%). El 65,1% de las artistas asegura que su facturación por actividades artísticas supone menos del 20% de sus ingresos totales. Solo un 6% reconoce que puede hacer frente a la cuota de trabajadora autónoma permanentemente (frente al 15% de ellos). Y eso porque el mercado del arte se rige en buena parte por criterios de percepción y emocionales y no meramente mercantiles: el precio medio de las obras vendidas por mujeres es significativamente menor al de los hombres; casi el 88% de las mujeres coloca sus obras por debajo de los 1.000 euros, mientras que entre los hombres este grupo se reduce al 71%.

Más formadas, más numerosas, pero madres

Este aluvión de datos retrata una cruda realidad económica en la que la mayoría de ellas no se pueden mantener de su actividad como artista. Y esa es la razón por la que la pirámide de la actividad se invierte según se avanza en los años. Entre los artistas más jóvenes, entre los 21 y los 30 años, ellas son el 62,5%. Y a partir de esa edad cae en picado el número de mujeres artistas, hasta llegar a los 70, edad en la que ellas apenas representan el 23,8% del total. El informe destaca que la razón de que hasta los 26 años ellas sean mayoritarias y a partir de entonces tiendan a desaparecer es que la carrera de las artistas está condicionada por la maternidad. Los hijos provocan un frenazo y es complicado compaginar la actividad creativa con el cuidado de la familia. En España, ser artista y mujer es una pirueta complicada, a pesar de que se forman más que ellos: el 72% de las artistas encuestadas declaró haber realizado estudios superiores en materia artística, frente al 53,6% de los hombres.

Y a pesar de todo, hay esperanza. “En estos dos últimos años se nota una repercusión favorable a la igualdad, gracias a la militancia de MAV y de las mujeres artistas. Los estudios que publicamos a lo largo del año también están logrando que el sector sea consciente de la desigualdad”, cuenta Marta Pérez Ibáñez. Asegura que las asociaciones y artistas han hecho más por la igualdad que la propia Ley de 2007. Reclama más compromiso para revertir la situación, porque echa de menos en la Ley de Igualdad un sistema punitivo que obligue a las instituciones públicas a cumplirla. Como dice Avelino Sala, uno de los artistas entrevistados en la investigación, “ese vacío entre la ley y la realidad genera un falso espejismo de igualdad”.

En el estudio se indica que es más necesaria la conciencia que la propia norma. Al menos una norma como esta. La autora del informe explica que es una cuestión “de educación, de cambio de mentalidad, de equilibrio entre la apreciación de la obra de los y las artistas, de esfuerzo por que lo que se imponga en la sociedad sea una cultura de la igualdad”. Nunca es tarde para aprender a mirar desde otro punto de vista, el de la igualdad. Desde esa perspectiva se reduciría la invisibilidad, lo que supondría un reconocimiento similar al de los hombres, aumentaría la posibilidad de que ellas también recibieran premios institucionales, incluso de ser seleccionadas para exposiciones nacionales, internacionales o bienales. Y a mayor reconocimiento, mayor remuneración. La igualdad no existe tampoco en los puestos del sector, como lamenta Marina Vargas: “Seguimos siendo las que hacen el trabajo oculto para que ellos figuren”.

Las galerías que lo hacen mejor

La última parte del informe está dedicada a las opiniones de una selección de 31 artistas sobre asuntos muy concretos como la Ley de Igualdad, ante la que todas se muestran “bastante pesimistas”. “Mi impresión es que los hombres siguen teniendo mayor protagonismo y representación que las mujeres en galerías, ferias e instituciones”, comenta Sandra Paula Fernández. Para Yolanda Domínguez lo que está causando mayor cambio de mentalidad es la presión del público, no la ley. Chus Gutiérrez coincide en esto, cree que la presión para acelerar los cambios se está haciendo desde las asociaciones de artistas y desde la propia sociedad “porque hay cosas que son inaceptables”, dice. “El problema es que [la norma] no tiene protocolo de actuación. Es una recomendación. Es como un consejo. No es punible”, indica María Gimeno.

También se incluyen los testimonios de galeristas, que confirman la diferencia en la cotización entre hombres y mujeres. “Siempre ha sido más fácil vender la obra de un hombre que la de una mujer. El sesgo de género es claro”, dice Rosa Santos. Y comerciantes que niegan la brecha, como Paloma González, de F2: “No, no existe ninguna diferencia de valor. La cotización de las obras depende del currículo de cada artista, indiferentemente de que sea hombre o mujer”. Para Manuel Ojeda, de la Galería Homónima, “no hay categorías de artistas: El valor de una obra de arte es subjetivo, y el valor artístico y el económico no suelen ir de la mano. El precio lo establece la demanda”, apunta. Y, por último, Miguel Ángel Sánchez, de ADN Galería, tampoco cree que haya diferencia de precios entre artistas mujeres y hombres.

Sin embargo, como se demuestra en el estudio, si el número de obra de mujeres expuesta en los museos y en galerías es menor que el de los hombres, el precio de venta es inferior. La desigualdad irá remitiendo, poco a poco, con informes como este, que dejan sin excusas a la ceguera de género. Y con galerías como NF/Nieves Fernández, Parra & Romero, Daniel Cuevas y Rafael Pérez Hernando, destacadas en la investigación por sus esfuerzos para conseguir la igualdad.

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