“¿Por qué un hospital tiene que parecer un sitio tan deprimente?”: BeAr, el estudio bilbaíno que apuesta por la arquitectura optimista
Iñigo Berasategui y Ane Arce, cabezas detrás de proyectos como el Museo de Música Folk Vasca de Artea, están decididos a dejar atrás el narcisismo en su profesión, pero no por eso se conforman con lo ordinario

Entre la vanidad y la pacatería en el diseño hay todo un mundo de matices, y para llegar a él solo hay que atravesar las cortinas drapeadas de la imagen de abajo. Las han escogido para uno de sus proyectos más recientes —el MUSIKTOPA Museo de Música Folk Vasca de Artea— los fundadores del estudio bilbaíno BeAr, Íñigo Berasategui y Ane Arce (Bilbao, 37 y 35 años). Hijos de la España del Guggenheim, estudiar la carrera durante la crisis les dio una idea entre humilde y muy crítica de su profesión que no ha restado entusiasmo a sus proyectos. “En los dosmiles se veía la arquitectura como una especie de remedio para sacar del ostracismo a un municipio. Y no me refiero solo a los alcaldes deseosos de inaugurar edificios espectaculares, sino que incluso a algunos de los arquitectos que nos daban clase parecía importarles más crear una marca propia con la que destacar que cuestiones como la naturaleza, el respeto al entorno o, bueno, la economía, porque además solían ser bastante caros”, dice Berasategui por teléfono.


“Nunca nos pareció bien, pero el mismo rechazo nos produce esa otra arquitectura de hoja de Excel que ha ido extendiéndose en los barrios. Los bloques de pisos son casi todos iguales, de un gris que empieza a parecer obligatorio. ¿Y por qué tiene un hospital que parecer siempre un sitio tan deprimente? ¡En el diseño puede haber optimismo!”. Está pensando, por ejemplo, en el sanatorio para tuberculosos que proyectó Alvar Aalto en Paimio, un edificio que visitó con Ane Arce durante un viaje de estudios a Finlandia. Construido hace casi 100 años, les enseñó que en la arquitectura cosas como la belleza y el juego pueden tener un lado muy práctico. “Es un edificio funcional como el que más, pero Aalto también cuidó aspectos como el efecto que tenían los colores sobre el estado de ánimo de los pacientes o la integración en el bosque que lo rodea”, sigue Berasategui.

En su caso, la primera gran oportunidad de posicionarse en ese punto medio entre el narcisismo y el desaliento les llegó en 2020 con el proyecto de la Herriko Plaza de Mallabia, una intervención en este pueblo vizcaíno centrada en cubrir el antiguo auditorio. Hecha de madera, y diseñada para no entorpecer una bonita vista de la iglesia, la atractiva cubierta de BeAr da la impresión de que los vecinos que ahora se juntan debajo a pasar el rato se hubieran traído sus casas a cuestas, porque su forma recuerda a los tejados apiñados de una aldea. El proyecto salió en muchas revistas y ganó algún que otro premio, pero sobre todo convenció a los habitantes del pueblo. “No somos folclóricos, pero al crear cosas nuevas nos gusta partir de otras que ya estén en el imaginario colectivo. Mantener ciertos elementos tradicionales en un edificio ayuda a que por muy experimental que sea la gente lo acepte mucho mejor”.

El uso en esa misma plaza de los jabalcones de la madera que se empleaban para los txori-toki (pequeñas ventanas de los caseríos pensadas para airear el desván y por las que se colaban los pájaros) o la combinación de rojos y verdes en la modernísima Casa Nahinuena de Gorliz por ser los colores típicos de esta zona son otros ejemplos de esos gestos de deferencia de BeAr a lo que en arquitectura se llama el genius loci, ese “espíritu del lugar” al que no por escribirse su nombre en latín hay que imaginar como un señor con gustos muy serios y antiguos. Podría vivir, por ejemplo, en este teatrillo de colgaduras a lo Liberace que han instalado en uno de los espacios del MUSIKTOPA. Funcionales y juguetonas, sus pesadas cortinas han permitido aislarlo acústicamente sin tener que tirar de tabiques en lo que fue el lagar del caserío que alberga este museo. El proyecto de rehabilitación de BeAr está lleno de los guiños a las tradiciones, la sostenibilidad, la eficiencia, y todas esas cuestiones que estos arquitectos echaron de menos en sus años de estudiantes. Además, como todo lo que hacen, es original, alegre y decidido.
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