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De la sobriedad a la exageración: por qué Mark Zuckerberg ha dejado atrás el ‘look nerd’

Cuenta la leyenda que Einstein compró varios modelos del mismo traje gris porque no quería desperdiciar su capacidad intelectual decidiendo qué ponerse. Más adelante, figuras con aura de genio como Steve Jobs o el CEO de Meta adoptaron esta filosofía que, en los últimos tiempos, está siendo sustituida por el exceso y el ‘bling bling’

Mark Zuckerberg
Mark Zuckerberg, director del grupo Meta, muestra en la conferencia de desarrolladores Meta Connect un nuevo prototipo de gafas, durante el pasado mes de septiembre.Andrej Sokolow (Getty Images)

“¡Bienvenidos al Renacimiento de Zuckerberg! El CEO de Meta descubre el street style”, titula la periodista Helen Rumbelow un artículo en The Times en el que analiza los muy llamativos cambios en la apariencia de Mark Zuckerberg (White Plains, Nueva York) en los últimos meses. “Mark Zuckerberg se ha deshecho finalmente de su monótona sudadera con capucha gris y ha abrazado la vida como el multimillonario gánster de la tecnología”, escribe. Así es. Y no solo eso: el antaño discreto gurú tecnológico acaba de enseñar a sus seguidores la compra no de uno, sino de dos coches marca Porsche, suele adornar su cuello con cadenas de oro como los raperos y sus sudaderas siguen ahora la tendencia oversize y tienen mensajes como Carthago delenda est (Cartago debe ser destruida). Además, Zuckerberg ha dejado crecer sus rebeldes rizos y ya no se hace el clásico corte de robótico emperador romano. También practica surf, boxea ante sus seguidores y, lo más inquietante de todo, sonríe mucho. Su cambio en los últimos meses ha sido tan radical que ha despertado incluso la curiosidad de otra de las grandes gurús de California, aunque no de la industria tecnológica, sino del estilo de vida: la mismísima Gwyneth Paltrow dejó un comentario en una de sus fotografías. “Se parece a mi exmarido en esta foto”, decía en referencia a Chris Martin, vocalista de Coldplay. Lo cierto es que tenían un aire.

El consejero delegado de Meta, que acaba de cumplir 40 años, parece haber entrado en una nueva etapa de su vida: despreocupada, alegre y bronceada. “No pienso disculparme por nada nunca más”, reveló en septiembre en el podcast Acquired. El mundo ya se había dado cuenta. Y, además, tenía sus teorías al respecto de todos estos cambios. Un artículo de Techcrunch las resumía en dos: “¿Es una crisis de mediana edad o un rebranding cuidadosamente elaborado?”. Pero para responder a esta última pregunta, antes cabe preguntarse por qué Zuckerberg comenzó a vestir con sudaderas grises, y no por qué ha decidido desprenderse de ellas.

En la película La Mosca (David Cronenberg, 1986), una atractiva y audaz periodista interpretada por Geena Davis conoce a un brillante, pero excéntrico, científico que le dice en una fiesta que está a punto de cambiar el mundo tal y como lo conocemos. Y vaya si lo hace. Este hombre de ciencias, interpretado por un carismático Jeff Goldblum, y que ha inventado él solito el teletransporte con ayuda de un ordenador y la compañía de un mono, es la representación perfecta del arquetipo del genio loco, cuyas rarezas serán siempre excusadas, e incluso celebradas, en favor de su gran obra. En una conversación entre los dos protagonistas, la periodista le pregunta al científico por qué nunca se cambia de ropa. Él responde que se cambia de ropa cada día, solo que lleva siempre el mismo traje gris, que ha comprado hasta cinco veces, para ahorrarse la pérdida de tiempo en la toma de decisiones diarias; “como hacía Einstein”, le dice. Es parte de la leyenda que Albert Einstein compró varios modelos del mismo traje gris porque no quería desperdiciar su capacidad intelectual decidiendo qué ponerse cada mañana. Aunque esta información nunca ha sido verificada, y la explicación podría ser bien distinta —como que en tiempos de Einstein los códigos de vestimenta eran mucho más estrictos, no había proliferado la moda rápida, y que un académico vistiese traje habitualmente entraba dentro de la normalidad—, poco ha importado. La implementación del concepto de la fatiga de decisión, unido a la idea de genio que no puede perder ni un segundo de su tiempo en tonterías, quedó instaurada en el imaginario popular.

Porque más adelante llegó Steve Jobs (San Francisco, 1955-2011), quién sabe si inspirado en la leyenda de los trajes de Einstein, y escogió ponerse un uniforme para ir a trabajar que le convertiría, a su manera, en icono de estilo, aduciendo, además, que se trataba de una decisión tomada para optimizar al máximo su tiempo. El uniforme de Steve Jobs consistía en un jersey negro de cuello perkins diseñado por Issey Miyake, vaqueros Levi’s y zapatillas New Balance. Un estilo minimalista, frugal y elegante, que casaba a la perfección con la marca de la que era cofundador y máximo representante, Apple, y con su popular eslogan, Think Different (piensa diferente). Más teniendo en cuenta que incluso los contemporáneos tecnológicos de Jobs, como el cofundador de Microsoft, Bill Gates, llevaban las riendas de sus empresas enfundados en el clásico traje de ejecutivo.

Y cuando los boomers dieron paso a los millennials, apareció Mark Zuckerberg para marcar a una nueva generación de jóvenes que buscaban su lugar en el mundo de la tecnología. El uniforme de Zuckerberg era todavía más informal que el de Jobs, pero tenía un punto de unión fundamental: siempre era el mismo. Durante años, el creador de Facebook ha vestido con una camiseta gris, vaqueros y zapatillas deportivas. “No haré mi trabajo si gasto parte de mi energía en cosas tan tontas y frívolas”, reveló en 2012, cuando mostró cómo guardaba 20 camisetas exactamente iguales en un cajón en los cuarteles de Facebook. Y en Silicon Valley se hizo la luz.

Desde entonces, el estilo de los aspirantes a gurús tecnológicos se ha definido en torno a conceptos como el rendimiento personal y la optimización de recursos, lo que se traducía en sudaderas grises y zapatillas deportivas. El mensaje quedaba claro: ningún genio que se precie puede perder 15 minutos de su valiosísimo tiempo escogiendo una corbata. “En Silicon Valley no darle importancia a cómo vistes es un mérito, un signo de que tienes cosas más importantes que hacer que preocuparte por lo que llevas puesto”, explicaba la socióloga Carrie Yodanis en su ensayo Vestirse, “sin embargo, la capacidad de hacer como que tu imagen no te importa es privilegio exclusivo de aquellas personas cuya posición social es lo suficientemente elevada como para fingir que no les importa”. No solo Zuckerberg, el fundador de Twitter, Jack Dorsey o Evan Spiegel, el fundador de Snapchat, todos ellos máximos representantes de la nueva ola tecnológica millennial, acostumbraban a vestir de manera informal y casi descuidada. Hasta ahora, claro.

Porque Zuckerberg no es el único que ha cambiado de apariencia en los últimos años. Otro de los cambios más comentados ha sido el del fundador de Amazon, Jeff Bezos. Antaño bautizado como “el millonario austero” debido a un estilo de vida sencillo y casi monacal, es ahora el rey del bling bling. Yates, mansiones y veraneos con famosos como Katy Perry, Orlando Bloom o Usher son parte de su nueva identidad. El multimillonario también ha cambiado los discretos pantalones chinos y camisetas sencillas por botas y sombreros de cowboy. Como a Zuckerberg, a Bezos también se le achacó el cambio a una crisis de mediana edad, producida tras su divorcio de la que fuese su mujer durante 25 años, McKenzie Bezos, en 2019, y su posterior relación con la presentadora de televisión Lauren Sanchez. Aunque quizás esta explicación es demasiado sencilla tratándose de uno de los hombres más ricos del mundo. Por las mismas fechas, el magnate también dejó su puesto como consejero delegado de Amazon en 2021, aunque anunció que seguiría formando parte de su junta directiva. Es posible que, tras esta decisión, haya podido permitirse liberarse de la imagen de líder cauto que tanto tranquiliza a los inversores.

En un mundo en el que, en teoría, las apariencias no importan, pero en realidad importan muchísimo, lo de Zuckerberg, más que una crisis de mediana edad, apunta también a estrategia. Así lo expresaba la columnista Arwa Mahdawi en una pieza para The Guardian titulada Mark Zuckerberg como nunca lo habíamos visto: ¿Qué hay realmente detrás de la nueva apariencia?: “Cualquier cínico considerará la explicación más probable: que esto sea parte de una revisión estratégica de la imagen pública del magnate tecnológico. Meta está envuelta en una demanda antimonopolio y acumula demandas que alegan que Facebook e Instagram están explotando a niños para aumentar sus beneficios. ¿No es mejor que todos hablemos de lo guapo que está Zuck en lugar de insistir en las prácticas comerciales menos atractivas de Meta?”.

En The Times, por su lado, apuntan a que este cambio de imagen podría ser una estrategia que va mucho más allá que la de desviar la atención: “En 2020, Zuckerberg mantuvo una serie de conversaciones con su mentor de toda la vida y exmiembro de la junta directiva de su empresa, Peter Thiel. Estuvieron de acuerdo en que Zuckerberg tenía que convertirse en alguien aspiracional para los clientes más jóvenes”, relata la periodista. Algunas de estas conversaciones entre Zuckerberg y Thiel fueron reveladas en 2020 tras la demanda que el fiscal general de Tennesse presentó contra Meta. En uno de los correos, se mencionaba este rebranding: “Como el líder de la empresa tecnológica millennial más exitosa de la historia, tendría más sentido que Zuckerberg se presentase al mundo como un verdadero millennial... y no como un boomer imagina que un millennial debe actuar y comportarse”.

Con un patrimonio neto de 200.000 millones de dólares, y una empresa que ya ha cambiado el mundo tal y como lo conocemos, lo cierto es que Zuck, como él se presenta en Instagram, ya no tiene que demostrar nada a nadie. Tampoco tiene por qué mantener la imagen de millennial nerd demasiado ocupado para perder el tiempo escogiendo qué camiseta ponerse cada mañana. La estética del líder absorbido por su trabajo tiene poco de aspiracional para la Gen Z. Más que trabajar sin descanso, lo aspiracional para estas generaciones a las que Meta busca mantener reside en ver el fruto de todo ese trabajo: yates, cochazos, bling bling. Por esa razón, el cambio estilístico de Mark Zuckerberg podría representar, como ya lo hizo con la sudadera y las zapatillas, el próximo cambio en Silicon Valley. Lo que hubo y lo que habrá. Los genios —parece decirnos ese Porche, esas vacaciones en familia y esas clases de boxeo— sí que pueden (y deben) sacar tiempo para pensar en sí mismos.

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