El príncipe Enrique no asistirá al funeral de su tío, Robert Fellowes, porque considera peligroso viajar al Reino Unido sin protección
El Ministerio del Interior británico retiró la seguridad permanente del duque de Sussex cuando renunció a sus tareas de representación oficial de la casa real en 2020 y, en 2024, perdió la batalla judicial contra el Gobierno por la retirada de sus escoltas
Los lazos que unen a Enrique de Inglaterra (Londres, 39 años) con su país natal son cada vez más débiles. A principios de este mes de agosto, fallecía Robert Fellowes, tío de Guillermo y Enrique por parte de madre, ya que el que fue asesor de la mismísima reina Isabel entre 1990 y 1999, y la ayudó a superar su annus horribilis, estaba casado con la hermana de Diana, lady Jane Fellowes. Sin embargo, y tal y como informan medios británicos como The Telegraph, el duque de Sussex no viajará al Reino Unido para el funeral de su tío debido a los “muchos desafíos” que plantean dichos viajes, incluida la falta de seguridad en territorio británico para él y su familia.
En la última visita del príncipe Enrique a Inglaterra, realizada el pasado mes de mayo para celebrar los 10 años de los Juegos Invictus en Londres, el evento deportivo que fundó para militares heridos en combate, acudió sin su esposa e hijos, y no se reunió ni con su padre, Carlos III, que a sus 75 años se encuentra en pleno tratamiento contra el cáncer, ni con su hermano, el príncipe Guillermo o su cuñada, Kate Middleton, que también está recibiendo un tratamiento contra el cáncer que anunció que padecía el pasado 22 de marzo. Curiosamente, mientras los Windsor le daban la espalda con excusas de “apretadas agendas”, los Spencer le acogieron con los brazos abiertos.
El 8 de mayo, tuvo lugar una misa conmemorativa de los Juegos Invictus en la catedral de San Pablo, donde el príncipe Enrique, como anfitrión, fue recibido de manera calurosa por aquellos que se congregaron a las puertas. Entre ellos estaban los hermanos de Diana de Gales, Earl Spencer y lady Jane Fellowes, a quienes el príncipe Enrique saludó de manera muy cariñosa y dedicó buena parte de su atención durante toda la ceremonia. También estaban allí, formando el bloque Spencer, sus primos George McCorquodale, Ned Spencer y Louis Spencer, vizconde de Althorp.
Según informan los medios británicos, otro de los “muchos desafíos” a los que hace referencia Enrique para no volver ahora a su país sería un posible encuentro con su hermano Guillermo, con quien actualmente el duque no tiene relación. El hijo pequeño de Diana de Gales es consciente de que sus apariciones públicas pueden eclipsar todo lo demás. Esa fue la razón por la que también declinó la invitación a la boda el pasado junio del duque de Westminster, Hugh Grosvenor, padrino de Archie, el primogénito del príncipe, y Olivia Henson. El duque de Sussex se excusó con el novio por teléfono semanas antes de la ceremonia, probablemente, para que la boda de su íntimo amigo no se convirtiese en un nuevo campo de batalla con su hermano Guillermo.
Medios británicos afirman que Enrique habló con los hermanos de su madre tras la muerte de lord Fellowes. Los tres (Earl Spencer, lady Jane Fellowes y lady Sarah McCorquodale) lo han apoyado públicamente en los últimos años en medio de tensiones constantes con miembros de la familia real.
El asunto de la seguridad se remonta al año 2020, cuando el príncipe Enrique y Meghan Markle renunciaron a su papel oficial en la casa real y a la financiación pública. Tras esto, la escolta policial que velaba por su seguridad en el Reino Unido les fue retirada. El hijo menor del rey Carlos III reclamó de vuelta esa escolta desde entonces ante los tribunales, alegando que su objetivo era “garantizar su seguridad y la de su familia mientras se encuentra en el Reino Unido para que sus hijos puedan conocer su país de origen”, ya que, desde aquel momento, la familia se asentó en California.
En tiempos en los que su relación con Buckingham no era tan complicada como ahora —es decir, antes de publicar su escandaloso libro de memorias y protagonizar, junto a su esposa, un controvertido documental en Netflix—, el duque de Sussex esgrimió, a través de sus abogados, razones de peso como la de que como príncipe “heredó un riesgo de seguridad al nacer, de por vida”, y que “si bien su rol dentro de la institución ha cambiado, su perfil como miembro de la familia real no lo ha hecho. Tampoco la amenaza para él y su familia”. El príncipe Enrique incluso llegó a ofrecer pagar los servicios de su propio bolsillo, evitando así un sobrecoste a los contribuyentes. Pero en febrero de 2024, el Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales falló a favor de la decisión del Gobierno británico de retirar al príncipe Enrique el servicio permanente de seguridad del que gozaba en el Reino Unido. Es simple: quien ya no forma parte de la familia real, también deja de tener los privilegios de sus miembros, como es el caso de la seguridad privada.
Sin embargo, el príncipe Enrique vuelve a insistir, en este caso para excusar su ausencia en el funeral de su tío, en que es demasiado peligroso viajar al Reino Unido sin la garantía de protección policial, ya que recientemente reveló que temía un ataque “con cuchillo o ácido”. Estos miedos parecen estar exclusivamente dentro del Reino Unido, ya que los duques de Sussex hicieron una pequeña gira por Nigeria el pasado mes de mayo y ahora tienen previsto visitar Colombia, invitados por la vicepresidenta del país, Francia Márquez, un viaje con paradas en Cartagena, Bogotá y Cali. La primera gira del matrimonio al país africano tenía como motivo continuar con la conmemoración de los Juegos Invictus, pero esta última ha despertado ciertas críticas, por tratarse de una visita “prácticamente royal” para la que ya no tienen autoridad.
Precisamente ha sido el tour por Colombia lo que ha propiciado que en la última semana los duques de Sussex volvieran a ser noticia. Además de las críticas aparecidas en distintos medios británicos, el jefe de gabinete de los duques de Sussex, Josh Kettler, renunció a su cargo tan solo tres meses después de ser contratado, aparentemente por tensiones generadas en torno a este viaje. No es el primero de los empleados de los duques que abandona el barco en los últimos meses: Bennett Levine, gerente de Archewell Productions, la empresa que la pareja creó en 2020 para realizar proyectos audiovisuales, se despidió en enero. Fara Taylor, directora de marketing de la fundación Archewell, se marchó el año pasado. También lo hizo Rebecca Sananes, jefa de audio de Archewell, 18 meses después de haber firmado su contrato para producir el podcast de Meghan Markle en Spotify, que fue un fracaso.
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