Charles Spencer, hermano de Diana de Gales, se divorcia de su tercera esposa, Karen Gordon: “Es inmensamente triste”
El conde y la filántropa se casaron en la finca de Althorp, donde está enterrada Diana de Gales, un año después de conocerse en una cita a ciegas. Para la disolución de su matrimonio él ha contratado a Fiona Shackleton, la misma abogada que consiguió quitarle el título de Su Alteza Real a su hermana en su separación con Carlos de Inglaterra
Charles Spencer, hermano de la fallecida princesa Diana de Gales, ha anunciado que él y su esposa, Karen Gordon, han decidido divorciarse después de 13 años de matrimonio. “Es inmensamente triste”, revelaba el noveno conde Spencer, de 60 años, al Daily Mail este sábado 8 de junio. “Solo quiero dedicarme a todos mis hijos y a mis nietos, y le deseo a Karen toda la felicidad en el futuro”, aseguraba. Este es el tercer divorcio para el tío de Guillermo y Enrique de Inglaterra. Según el tabloide británico, el pasado mes de marzo, la pareja ya anunció su separación al personal de la finca Althorp, donde está enterrada Ladi Di, quien murió en un accidente automovilístico en París en agosto de 1997. Spencer y Gordon, una filántropa canadiense de 52 años, se conocieron en una cita a ciegas en un restaurante de Los Ángeles en 2010. Un año después, en junio, se casaron en esta finca del condado inglés de Northamptonshire.
La ya expareja tiene en común una hija de 12 años llamada Charlotte Diana, cuyo nombre rinde homenaje a la difunta hermana mayor del conde. Spencer también tiene cuatro hijos de su matrimonio con su primera esposa, Victoria Lockwood, y dos hijos con su segunda esposa, Caroline Freud. Karen también es madre de dos hijas, fruto de su matrimonio anterior con el productor de Hollywood Mark Gordon.
El diario británico afirma que la relación de Spencer y Karen se desmoronó mientras él escribía sus memorias (A Very Private School), publicadas en marzo de este año, en las que detalla la pérdida de su virginidad con una trabajadora sexual a los 12 años y el traumático abuso físico y sexual que sufrió cuando era niño en un internado. Cuenta en el libro que fue abusado sexualmente por una asistente de enfermería en la escuela, cuando tenía 11 años, a quien en el libro se refiere como una “maestra de la manipulación” que “lo tocaba y lo besaba”. “El efecto de lo que me hizo fue profundo e inmediato, despertando en mí deseos básicos que no tenían cabida en alguien tan joven. El control de esta mujer sobre los chicos hipnotizados era total, porque estábamos hambrientos de calidez femenina y desesperados por su afecto”, relata Spencer en las páginas de sus memorias.
El Daily Mail también explica que los cinco años de escritura que el conde ha empleado en estas memorias le afectaron en gran medida y lo empujaron a buscar tratamiento para tratar sus traumas el año pasado. En una entrevista de marzo con People, Spencer se sinceró sobre el “apoyo” que Karen había sido a lo largo de su viaje de sanación mientras recordaba los detalles traumáticos de su infancia. “Creo que fue muy desafiante para ella tener un esposo que pasó por lo que fueron esencialmente cuatro años y medio de terapia profunda con matices muy difíciles. Y ella apoyó la idea de que yo lo hiciera”, dijo a la publicación estadounidense. “Creo que ella siempre esperó que yo saliera más feliz y saludable y ese parece ser el caso. Por lo tanto, estoy agradecido de tenerla a mi lado mientras pasaba por esto, que ahora me doy cuenta de que fue un proceso esencial”, aseguró. Unas palabras que menos de tres meses después han quedado casi en papel mojado con el anuncio de su separación.
Spencer ha contratado para negociar los términos de su tercer divorcio, por nada menos que 550 libras la hora ―unos 650 euros―, a la misma abogada que consiguió quitarle el codiciado título de Su Alteza Real a su hermana Diana en su divorcio con el entonces príncipe Carlos en 1996, según ha informado The Times. La letrada es Fiona Shackleton (Londres, 67 años), la llamada “magnolia de acero” de la industria legal británica, que también ha completado mediáticos divorcios como el de Paul McCartney y su segunda esposa, Heather Mills. La reacción de ambas mujeres ante el incisivo estilo de Shackleton fue muy distinta: mientras la anterior princesa de Gales le mandó un enorme ramo de flores y una tarjeta de agradecimiento al concluir el proceso, Mills derramó sobre la cabeza de la abogada una jarra entera de agua en la última sesión de su divorcio, el 17 de marzo de 2008.
Shackleton también representó al príncipe Andrés durante su divorcio de Sarah Ferguson, duquesa de York, en mayo 1996. Andrés pagó entonces tres millones de libras ―3,55 millones de euros― para contar con los servicios de la abogada, una de las invitadas a la boda del príncipe Enrique y Meghan Markle en 2018. Y es que su relación con la familia real es tan estrecha que en 2010 la reina Isabel II la nombró en Westminster baronesa vitalicia de Belgravia, uno de los distritos más acomodados de Londres.
Charles Spencer tampoco ha perdido la relación con sus sobrinos después de la muerte de Diana, al menos con Enrique. A principios del pasado mayo, cuando el duque de Sussex visitó Londres durante un par de días para conmemorar los 10 años de los Juegos Invictus, no se vio con su padre, el rey Carlos III, ni con su hermano, el príncipe Guillermo, pero sí que pudo juntarse con los hermanos de su madre, Charles Spencer y lady Jane Fellowes, a quienes Enrique de Inglaterra saludó de manera muy cariñosa y dedicó buena parte de su atención durante la misa conmemorativa de los juegos en en la catedral de San Pablo de la capital británica. También estaban allí sus primos George McCorquodale, Ned Spencer y Louis Spencer, vizconde de Althorp. Sin embargo, no hubo ni rastro de los Windsor.
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