Juan Carlos I y Sofía vuelven juntos a Jordania y continúan su ruta por los lugares donde fueron felices
Los padres de Felipe VI tienen previsto reaparecer hoy en Amán en la boda del príncipe heredero Hussein. La capital jordana es un sitio clave en la historia de amor de los reyes eméritos: allí pasaron parte de su viaje de novios hace 61 años. Además, ambas dinastías comparten conexiones, intereses y anécdotas
“Donde fuiste feliz alguna vez, no debieras volver jamás: el tiempo habrá hecho sus destrozos, levantando su muro fronterizo contra el que la ilusión chocará estupefacta”, escribió Félix Grande. Juan Carlos I (Roma, 85 años) y la reina Sofía (Atenas, 84 años) parecen decididos a ignorar las palabras del poeta extremeño. Los padres de Felipe VI llevan tres años viviendo separados y en este tiempo han coincidido un puñado de veces, siempre en sitios que han sido clave en su historia de amor. En septiembre de 2022, se encontraron en el funeral de la reina Isabel de Inglaterra en Londres, ciudad donde se enamoraron hace 62 años. En enero de este año se vieron en las exequias de Constantino de Grecia, celebradas en Atenas, donde se casaron el 14 de mayo de 1962. Ahora, casi seis meses después de su último encuentro público, tienen previsto dejarse ver juntos este jueves 1 de junio en la boda del príncipe heredero Hussein, hijo del rey Abdalá II y la reina Rania de Jordania, en Amán. La capital jordana fue uno de los destinos de su viaje de novios, una luna de miel que duró seis meses y los llevó por medio mundo.
Constantino de Grecia y Simeón de Bulgaria fueron quienes introdujeron a unos jóvenes Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia en la corte hachemita. Cuando la pareja real española llegó por primera vez al país árabe, en 1962, su anfitrión, Hussein I, padre del actual monarca jordano, llevaba ya una década reinando. Entonces Juan Carlos I era un príncipe sin trono ni reino —no fue hasta 1969 que Franco lo nombró príncipe de España, título que el dictador se inventó para pretender salvar distancias con respecto a la monarquía liberal—. Aunque no correspondía, Hussein le dio honores y tratamiento de jefe de Estado, poniendo en riesgo las relaciones cordiales que mantenía Amán con el franquismo.
El rey Juan Carlos nunca olvidó ese gesto y en noviembre de 1975 invitó a Hussein I a su proclamación en Madrid. El monarca jordano compartió grada con el príncipe Raniero de Mónaco y el dictador chileno Augusto Pinochet. Solo dos años después, perdió a su tercera esposa, la reina Alia, en un accidente de helicóptero en Amán. Los Reyes de España hicieron un viaje oficial a Jordania un mes después de la tragedia para mostrarle su apoyo y afecto. Durante la cena de gala de bienvenida, el jefe de Estado jordano levantó la copa y, emocionado, se dirigió a don Juan Carlos y doña Sofía con las siguientes palabras: “Majestad, hermano; Majestad, hermana”. Desde entonces, los Borbones y los descendientes de Mahoma mantienen un trato estrecho y familiar.
La amistad entre ambos monarcas se estrechó en los años siguientes, coincidiendo con la crisis del petróleo que se prolongó desde la guerra de Yom Kipur hasta mediados de la década de los ochenta. Entonces, Hussein I, que mantenía buenas relaciones con Occidente y con algunos líderes árabes como Yasir Arafat, era una pieza clave en el tablero de juego internacional. En el 23-F, fue uno de los primeros jefes de Estado en llamar al palacio de la Zarzuela para mostrar su apoyo a Juan Carlos I y puso a disposición de su “hermano” español una unidad especial jordana para sacar a los golpistas del Congreso de los Diputados.
Ocho años después, en 1989, Hussein I regaló a su “hermano” La Mareta, su mansión de 10.000 metros cuadrados en Costa Teguise, en Lanzarote. Hussein I había encargado esta moderna casa-palacio al famoso arquitecto Fernando Higueras y al artista lanzaroteño César Manrique, pero jamás la utilizó. Juan Carlos I la cedió a Patrimonio Nacional y la convirtió en un lugar de vacaciones para los suyos y para mandatarios extranjeros. Los Borbones se reunieron allí en abril de 1993, tras la muerte de Juan de Borbón, conde de Barcelona. El 2 de enero de 2000, la condesa de Barcelona, madre de don Juan Carlos, falleció en esa casa mientras la Familia Real recibía el Año Nuevo. Pero el Rey se quedó muy impresionado con la muerte de su madre y dejó de frecuentar la propiedad.
Los estrechos lazos entre la familia real española y la jordana continúan hasta nuestros días. La princesa Haya, una de las hijas de Hussein y media hermana del rey Abdalá, conoció a su marido, el emir de Dubái, durante una competición ecuestre en Jerez de la Frontera (actualmente se está separando del jeque en lo que se considera uno de los procesos de divorcio más caros de la historia). La reina Noor, cuarta esposa de Hussein, también suele viajar España para ver a su amiga doña Sofía. Cuando se casó con el rey jordano, la arquitecta estadounidense no tuvo una acogida cálida en la conservadora corte hachemita. La reina emérita fue uno de sus apoyos y valedoras en la realeza europea. En 1999, tras la muerte del monarca jordano a causa de un cáncer linfático, Noor fue recibida en el palacio de Marivent y pasó ese verano en Palma, arropada por la Familia Real española.
Doña Sofía invitó a la reina Noor a los festejos por su 80º cumpleaños en Madrid, en 2018, y apoyó a su hijo, Felipe VI, en su intención de enviar a la princesa Leonor al internado de Gales en el que acaba de finalizar el Bachillerato Internacional y que pertenece al movimiento UWC, del que la reina viuda jordana es presidenta. Las conexiones, intereses y anécdotas que comparten ambas dinastías se entrelazan formando una maraña difícil de desenredar. Los reyes eméritos parecen estar tirando del hilo de los recuerdos y este jueves vuelven al lugar donde fueron felices hace más de 60 años.
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