El amor y odio de los Borbones con el Reino Unido: del exilio de Alfonso XIII a la primera cita de Juan Carlos I y la reina Sofía
La asistencia de los reyes eméritos, Felipe VI y doña Letizia al funeral de Isabel II es solo un capítulo más de la relación de la Familia Real española con este país
El Reino Unido despierta sentimientos encontrados en los Borbones. La asistencia de Felipe VI y la reina Letizia y de Juan Carlos I y la reina Sofía al funeral de Isabel II de este lunes y a la recepción previa de esta tarde escenifica el esperado reencuentro público entre un padre y un hijo. También entre un marido y una esposa que viven separados por 7.500 kilómetros desde hace dos años. La visita de los cuatro reyes a Londres también es un nuevo capítulo en la larga historia entre la Familia Real española y el país insular. En el último siglo y medio, Inglaterra ha sido testigo de momentos trascendentales para la Casa de Borbón: fue lugar de formación para Alfonso XII y don Juan, conde de Barcelona; refugio para Alfonso XIII y su dinero durante el exilio; y escenario del romance entre los entonces príncipes Juan Carlos de Borbón y Sofía de Grecia.
La ciudad del Támesis alumbró la restauración borbónica. En 1874, Alfonso XII, hijo de la destronada Isabel II y bisabuelo del Rey emérito, aprovechó su estancia en la Real Academia Militar de Sandhurst, a 51 kilómetros de la capital británica, para redactar un manifiesto en el que mostraba su disposición para convertirse en rey de España. Inspirado por el constitucionalismo inglés, se presentó a los españoles como un aspirante al trono democrático y liberal y partidario de una monarquía constitucional. Menos de un mes después, volvió a Madrid y fue proclamado.
Treinta años después, en 1905, su hijo, Alfonso XIII, conoció en Londres a quien sería su mujer, la princesa Victoria Eugenia de Battenberg, nieta de la reina Victoria del Reino Unido. El encuentro ocurrió en una fiesta organizada por Eduardo VII en honor del rey español, que realizaba su primer viaje oficial con la idea de casarse con Patricia de Connaught, otra nieta de la monarca británica. Sin embargo, finalmente terminó enamorándose de Victoria Eugenia. “¿Me recordará?”, le preguntó él tras esa primera cita. “La visita de un rey nunca se olvida”, respondió ella. El 31 de mayo de 1906 se casaron en Madrid en una ceremonia que se vio empañada por un atentado anarquista a pocos metros del Palacio Real. Los novios salieron ilesos del estallido de la bomba, pero murieron 23 personas.
El intento de magnicidio fue un mal presagio. Victoria Eugenia trajo consigo del Reino Unido la hemofilia, un trastorno hemorrágico hereditario que impide que la sangre coagule correctamente. Dos de los hijos del matrimonio real, incluido el príncipe de Asturias, nacieron hemofílicos, razón que erosionó la relación de la pareja. La reina empezó a pasar temporadas en Londres con su madre, la princesa Beatriz del Reino Unido, en el palacio de Kensington. Tras la proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, una de las primeras cosas que hizo Alfonso XIII fue viajar a Londres. Se hospedó en el hotel Claridge’s, donde dio su primera entrevista como soberano sin trono. También pidió un favor a Jorge V: que su hijo Juan fuera admitido en la Escuela Naval de Dartmouth, la más dura y exigente del mundo. Según cuenta Luis María Ansón en su libro Don Juan, publicado en 1994, el conde de Barcelona, padre del rey emérito, pasó meses difíciles allí por su mala pronunciación en inglés.
Londres también tuvo un papel importante en las finanzas de los Borbones. El destronado Alfonso XIII, que era cliente del banco inglés London County Westminster & Parr’s Bank bajo el nombre de duque de Toledo, mantuvo un pleito con varias entidades financieras de ese país para desbloquear parte de la herencia de su madre, la reina María Cristina. “Los litigios, en que las cantidades de dinero componían un bonito total, fueron ganados por el rey”, reveló Melchor de Almagro San Martín en su libro Ocaso y fin de un reinado, publicado en 1946. Según explica José María Zavala en El Patrimonio de los Borbones, el monarca disponía del equivalente a 48 millones de euros actuales depositados en bancos de la capital británica y en París.
Los Borbones tuvieron una oportunidad de volver a entroncar con los Windsor en aquellos años. El príncipe Jorge de Inglaterra, hijo de Jorge V y duque de Kent, cortejó a las infantas Beatriz y Cristina, hijas de Alfonso XIII, pero se volvió atrás asustado por la amenaza de la hemofilia. Su miedo no era infundado. Unos años después, los dos hijos hemofílicos de los reyes de España murieron a causa de hemorragias. La tragedia rompió definitivamente el matrimonio de Alfonso y Victoria Eugenia. Él se instaló en Roma y ella compró una casa en el número 34 de Porchester Terrace, frente al londinense palacio de Kensington.
En 1961, Juan Carlos I, nieto de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, viajó a Inglaterra para asistir a la boda del príncipe Eduardo, primo de Isabel II y duque de Kent, con la aristócrata Katharine Worsley. Allí coincidió con Sofía de Grecia y Dinamarca, a la que había conocido en el crucero Agamenón, en 1954. La abuela del Rey emérito organizó todo para que los jóvenes príncipes pasaran un tiempo juntos. Juanito y Sofi se alojaron en el Claridge’s y congeniaron desde el primer momento. Fueron al cine a ver Éxodo, la película sobre la fundación del Estado de Israel protagonizada por Paul Newman; tomaron el té y cenaron en el hotel Savoy; hicieron compras de incógnito por Mayfair; bailaron en una fiesta en Hovingham Hall; y se sentaron juntos en la boda de los duques de Kent. “Fue entonces cuando empezamos a sentir el tirón del atractivo”, confesó la reina Sofía a la periodista Pilar Urbano en 2008. Tras el enlace de los Kent, José Ibáñez Martín, embajador de España en Portugal, envió un informe al dictador Franco con algunos pormenores sobre el incipiente romance. Un año más tarde, el príncipe español y la princesa griega se casaron en Atenas.
Ahora, seis décadas después de darse el “sí, quiero” ante la realeza europea, los reyes eméritos vuelven a encontrarse en Londres, nuevamente bajo la atenta mirada de las testas coronadas del continente. El escenario es el mismo, pero las circunstancias son menos felices.
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