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Así es The Bazaar, el restaurante que José Andrés llevaba 30 años soñando en Washington

El local que enfrentó al cocinero asturiano con Donald Trump por fin abre sus puertas en un edificio histórico con una carta que mezcla raíces españolas y platos de inspiración estadounidense

Planta superior del restaurante The Bazaar, del cocinero José Andrés, en el hotel Waldorf Astoria de Washington (EE UU).
Planta superior del restaurante The Bazaar, del cocinero José Andrés, en el hotel Waldorf Astoria de Washington (EE UU).REY LOPEZ
Miguel Jiménez

Tres manzanas de distancia y 30 años de sueños separan el primer restaurante que abrió José Andrés en Washington, Jaleo, del último, The Bazaar, inaugurado esta semana. El nuevo local es el más deseado por el cocinero español de más éxito en Estados Unidos y tiene muchas historias detrás. Está en el lugar donde siempre quiso tener un restaurante, un anhelo que se vio postergado por su enfrentamiento con el anterior presidente estadounidense, Donald Trump. Ahora, ha llegado el momento. “Es un sueño americano hecho realidad”, señala el chef asturiano.

Aunque para Jose Andrés (Mieres, 53 años) la apertura del restaurante es “un momento de tremenda celebración”, le ha pillado volcado en ayudar a las miles de víctimas de los terremotos de Turquía y Siria con su otro gran proyecto, World Central Kitchen. El cocinero había viajado a Dubái para la apertura de Jaleo en el hotel Atlantis The Royal. Desde allí fue a Líbano, Estambul y Grecia pero, tras los terremotos, movilizó a su equipo y llegó a la zona más afectada para prestar apoyo a las víctimas a través de la comida.

The Bazaar está en el espectacular y lujoso atrio del hotel Waldorf Astoria, en la mítica avenida Pensilvania, en un edificio histórico, el Old Post Office, construido a finales del siglo XIX y que cuenta con una torre de casi 100 metros, la tercera construcción más alta de la capital de Estados Unidos. José Andrés ha recordado con frecuencia que hablaba con su cliente y después amigo, el senador demócrata por Nueva York Patrick Moynihan, fallecido en marzo de 2003, sobre la idea de abrir ahí un restaurante. Por entonces era un edificio algo descuidado y muy alejado del lujo actual. El cocinero asturiano estuvo a punto de cumplir su sueño hace unos años, cuando no era el Waldorf Astoria, sino el hotel Trump, pero el entonces candidato a las primarias republicanas para las presidenciales de 2016 se cruzó en su camino.

El chef y empresario canceló voluntariamente su soñado proyecto en 2015 como protesta por unas declaraciones de Trump en las que se refirió despectivamente a los inmigrantes mexicanos: “Traen drogas, crimen, son violadores y supongo que algunos son buenas personas”. La compañía hotelera de Trump demandó a José Andrés por romper el acuerdo y le reclamó 10 millones de dólares (unos 9,3 millones de euros al cambio actual). Él contestó con otra demanda de 7,5 millones de dólares por los gastos, el lucro cesante y los intereses. El cocinero alegaba que las palabras de Trump espantaban a la potencial clientela y a los empleados de lo que pretendía ser un restaurante latino. Al final, ambas partes firmaron las paces en 2017 con un acuerdo cuyos términos nunca han sido desvelados.

Vista desde el exterior del restaurante The Bazaar, del cocinero José Andrés, en el hotel Waldorf Astoria de Washington.
Vista desde el exterior del restaurante The Bazaar, del cocinero José Andrés, en el hotel Waldorf Astoria de Washington.REY LOPEZ

Con el traspaso de la concesión del edificio desde la empresa de Trump a la firma de inversión de Miami CGI Merchant Group, que llegó a un acuerdo con Hilton para gestionarlo con la marca Waldorf Astoria, el cocinero retomó sus planes, que esta semana han culminado. “Han pasado 30 años desde que llegué por primera vez a Washington, y tener The Bazaar abierto en este hermoso e histórico edificio, que siempre ha ocupado un lugar especial para mí, es un sueño americano hecho realidad”, ha señalado por escrito en un mensaje enviado por su servicio de prensa.

El nuevo local se encuentra cerca de sus restaurantes Jaleo, China Chilcano, Oyamel, Zaytinya y Minibar. “Este es mi barrio, yo llevo 30 años aquí, más de la mitad de mi vida”, señalaba a EL PAÍS el pasado mes de noviembre, cuando el Museo Nacional del Retrato de Washington, en la misma zona, colgó en sus paredes el cuadro José Andrés and the Olla de Barro that Feeds the World, dentro de la serie Retrato de una nación, con la que el museo del Instituto Smithsonian reconoce a personalidades de la vida política, cultural, social y deportiva de Estados Unidos.

Aunque con una oferta gastronómica algo diferente, The Bazaar es un concepto que ya ha triunfado en Miami (Florida), de donde el grupo ha traído refuerzos para echar a andar el nuevo negocio. El restaurante sirve desayunos, tapas a la hora de comer y cenas, además de contar con un bar de cócteles. Tiene dos plantas, aunque la superior se reserva para las cenas. La carta del nuevo restaurante mezcla las raíces españolas del cocinero con platos estadounidenses, incluidos guiños a la historia del país.

En el desayuno es posible encontrar pisto manchego (16 dólares), torrijas (15), patatas bravas con huevo frito (18) y jamón ibérico con huevos de granja (20), pero también huevos al estilo de Maryland con cangrejo azul (26) y distintos tipos de delicados gofres (12-15). En las tapas de la hora de comer hay mejillones (14), bravas (12), croquetas (15-18) y alitas de pollo (14), pero la estrella es el jamón ibérico de bellota Cinco Jotas (eso sí, al prohibitivo precio de unos 1.400 dólares el kilo).

La cena combina tapas tradicionales y modernas con platos como la butifarra del senador Moynihan (24 dólares), en homenaje a su amigo, o el estofado Eisenhower de carrilleras de ternera (25), en recuerdo al plato favorito de este presidente cuando ocupaba el cargo. El cucurucho de cangrejo Louie (10), el clásico sándwich de Filadelfia (Philly Cheesesteak, 13 dólares) y la langosta noruega Newberg (28) representan platos clásicos americanos. Ingredientes locales como el cangrejo azul de Maryland, las ostras de Rappahannock y los productos de la bahía de Chesapeake comparten carta con el jamón, los embutidos, la escalivada (16) y los pimientos de piquillo (14).

La decoración ha corrido a cargo del estudio español Lázaro Rosa-Violán, que ha conseguido que se integre armónicamente en la arquitectura del impresionante atrio de la antigua sede de correos. El local es espectacular, especialmente en la planta superior. Cuenta con abundantes plantas, mesas (algunas de ellas largas, como le gustan a José Andrés) con tableros de mármol negro y luminarias personalizadas de brillo dorado acabadas en latón martillado. Hay butacas, sillas, banquetas y sofás de diferentes colores y telas florales personalizadas inspiradas en Salvador Dalí.

En el piso inferior, hay algunas mesas que se asoman al atrio y una barra de bar con una brillante encimera de cuarcita aguaverde y acabados como cristal texturizado, azulejos artesanales y telas adornadas con flecos. En la entrada, mármol blanco, un orbe dorado, una amplia escalera y el nombre del restaurante y del cocinero dan la bienvenida. El sueño de José Andrés se ha hecho realidad con letras doradas.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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