Enrique de Inglaterra cumple 36 años y deja atrás su antigua vida
El hijo del príncipe Carlos afronta un aniversario especial, el primero lejos de su país y de su familia y marcado por nuevos proyectos profesionales como un contrato con Netflix
Enero de 2005. Los tabloides británicos abren a todo color con fotografías del príncipe Enrique de Inglaterra, de 20 años, disfrazado de nazi. Con una esvástica en el brazo acudía el hijo menor de Carlos de Inglaterra, heredero al trono del país, a una fiesta de disfraces. El escándalo estaba servido. Enrique tuvo que pedir disculpas públicas a través de un comunicado. Aquellas fotos todavía le persiguen y, para algunos, le definen como un juerguista sin cabeza.
Enero de 2020. Han pasado 15 años. Enrique es un hombre de 35, casado, con un hijo, y ya no es tercero en la línea de sucesión, sino sexto, con el nacimiento de sus tres sobrinos, los hijos de su hermano Guillermo de Inglaterra. Tiene ciertas funciones en la casa real, pero lejos del foco principal, lleva una vida relativamente tranquila. Sin embargo, el escándalo vuelve a saltar. El menor de los hijos de Lady Di decide tomar una decisión drástica y romper con su pasado, su presente y el que se preveía su futuro, marcharse del país y abandonar a los Windsor. Aquellas viejas fotografías del Enrique nazi pasaban de escándalo a poco más que a anécdota.
Probablemente ni el propio Enrique de Inglaterra preveía que su 2020 iba a ser así. Este 15 de septiembre, cuando cumple 36 años, las celebraciones no tendrán lugar en el hoy sorprendentemente caluroso Londres, sino en la todavía más soleada California. Hasta allí se ha trasladado con su esposa, Meghan Markle, y su hijo Archie. Allí ha decidido comenzar una nueva etapa en familia.
Cuando cumple los 36, la vida de Enrique es muy distinta que la de los 35. Nada de discursos ni actos institucionales a la sombra de su abuela y compañía. El príncipe —aunque se haya marchado siempre conservará ese título, por nacimiento, así como el de duque de Sussex, regalo de su abuela por su boda, pero no el de alteza real— vive sus días en una gran mansión californiana, eso sí, tan escrutada como las anteriores en las que ha vivido. Solo que esta vez se ha plantado y ha decidido demandar a los fotógrafos que le persiguen y vigilan día y noche.
Además, a sus 36 años Enrique por fin ha firmado un contrato. Y nada menos que con Netflix. A principios del mes de septiembre se ha sabido que la plataforma de contenido les ha ofrecido a él y a Markle un jugoso contrato para crear contenido, ya sean programas o documentales, que incluso pueden ponerles delante de las cámaras. “Nuestra intención es crear contenidos que informen pero que también den esperanza. Como padres primerizos, hacer programas familiares aspiracionales es muy importante para nosotros”, contaban a través de un comunicado. Por su parte, en Netflix estaban “orgullosos y emocionados”, afirmaban.
Ese contrato con Netflix le da al matrimonio un objetivo, tener algo que hacer más allá de sus actos benéficos, pero también les da el poder de manejar su propio dinero, que además será bien necesario en esta etapa. Durante toda su vida anterior, Enrique ha sido mantenido por su abuela, Isabel II, por su padre, Carlos, y por los contribuyentes británicos. Ahora, para bien o para mal, tendrá que sacarse las castañas del fuego, aprender a ganar y a gastar.
Entre tanto, ayuda no le va a faltar. El joven llegó a un pacto con su padre por el que el heredero al trono le cubriría ciertos gastos, como su carísima seguridad, a cambio de que él cumpliera con la reforma de Frogmore House, la casa de Windsor (situada a una hora de Londres en los terrenos de ese castillo, favorito de la reina) que el matrimonio apenas han llegado a usar. Igual que su padre, Enrique ha cumplido y ya ha saldado su deuda.
Tampoco imaginaba Enrique que este cumpleaños lo iba a celebrar tan lejos de su familia, física y sentimentalmente. Ha pasado de ser confidente y mejor amigo de su hermano, “la única persona del mundo con la que podía hablar de verdad de cualquier cosa”, como él mismo ha dicho, a estar tiempo sin hablarse. Se han arreglado, después de que el pequeño llamara a Guillermo tras meses de silencio, como desvela su biografía, publicada hace unas semanas. Hoy, la familia real le corresponde. Las cuentas oficiales de la reina, el príncipe Carlos y de Guillermo y Kate le felicitan. Mensajes institucionales y algo fríos, similares a los que usaron en agosto para felicitar en su día a Markle. Y todos ellos con fotografías antiguas.
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