El príncipe Andrés, contra las cuerdas por un nuevo libro sobre Jeffrey Epstein
La obra, escrita por uno de los abogados implicados en la trama, da detalles sobre la relación entre el hijo de Isabel II y el pedófilo, del que afirma que “tenía un apetito insaciable por las chicas jóvenes”
Si alguien conoce información a fondo sobre su enemigo, ese es un abogado. Con un amplio acceso a sus clientes, son capaces de construir las mejores historias. Brad Edwards es uno de esos letrados y, ahora, ha decidido contar su propia historia, que involucra a dos de los personajes de mayor actualidad del momento: el príncipe Andrés de Inglaterra y el fallecido magnate y pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein.
Edwards defendió durante más de una década a las víctimas de Epstein y ahora ha decidido lanzar un libro que ha llamado Relentless Pursuit (publicado por la editorial Simon&Schuster), que se traduciría como “persecución incansable”. A través de él, el abogado lanza duras afirmaciones que dejan en entredicho a Epstein, pero él ya se quitó la vida ahorcándose en su celda el pasado verano. Quien sí deja al descubierto y en una difícil posición es el príncipe Andrés, tercer hijo de Isabel II y que, pese a sus intentos de desvincularse de él, fue buen amigo del magnate.
Una de las personas citadas en el volumen es Virginia Roberts Giuffre. Ella afirmó el pasado septiembre que había sido víctima de ambos y que, a través de Epstein y de su madame, Ghislaine Maxwell —a quienes las víctimas llamaban Bonnie & Clyde, según relata el libro—, Andrés había abusado de ella cuando tenía 17 años. Según el abogado, le llegaron a pedir a Roberts que se quedara embarazada de Epstein, tuviera al bebé y se lo entregara, tal y como adelanta The Sun sobre el libro.
Además, en el libro se da a entender que el príncipe Andrés era plenamente consciente de la trama de Epstein, puesto que se había alojado “en su mansión de Nueva York a la misma vez que una mujer que se acabó convirtiendo en una multimillonaria reclutadora de chicas para Epstein”, en referencia a una joven rusa de veintipocos años que formaba parte de su trama. Por tanto, y siempre según la versión de Edwards, Andrés habría estado presente mientras todo se urdía. Existe una imagen del príncipe saliendo de la casa de Epstein en el año 2010.
Otro de los datos que expone el volumen es que el empresario llegaba a abusar de hasta tres jóvenes cada día. “Epstein había amasado una red de conexiones políticas y globales. Durante décadas, usó su tremenda fortuna para explotar a mujeres y niñas, algunas de hasta 14 años”, afirma el autor. “Las reglas por las que vivían él y quienes habitaban su casa eran las de él, las suyas propias. El problema es que esas reglas no se adecuaban a la ley”, relata Edwards en el libro.
Una pieza fundamental del puzzle global y millonario de los abusos de Epstein era Ghislaine Maxwell, que durante un tiempo fue su pareja y acabó convirtiéndose en su amiga y colaboradora. Ella, siempre según Edwards, fue quien le consiguió al empresario su primera víctima en 1994, una niña de 13 años que luego él violó y que reclutó en un campamento de verano. Además, Maxwell iba anotando en su ordenador los nombres de todas las chicas que pasaban por las manos del magnate. “Epstein tenía un apetito insaciable por las chicas jóvenes y Ghislaine tenía una habilidad especial para encontrarlas”, escribe Edwards.
Brad Edwards, asentado en Florida (EE UU), ha sido abogado de las víctimas desde hace 12 años, cuando una mujer llamada Courtney Wild fue a verle para hablarle de los abusos de un tal Jeffrey Epstein. Ahí Edwards, que entonces tenía 32 años, decidió montar su propio bufete y seguir la trama de abusos del millonario por todo el mundo —algo de lo que da cuenta en el libro— hasta que consiguió que fuera encarcelado.
El abogado logró que el millonario Jeffrey Epstein fuera acusado de tráfico sexual de docenas de menores y por ello arrestado y encarcelado el año pasado en Nueva York. Él se declaró inocente. El 10 de agosto se le encontró muerto en su celda de la cárcel de Nueva York y se determinó que su muerte fue un suicidio. Tenía 66 años. La amistad de Epstein con Andrés de Inglaterra y la supuesta participación de este en sus fiestas llegó a provocar la salida del príncipe de la vida oficial británica.
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