Fideos secos con trompetas de la muerte

Hace poco Jordi Luque nos ponía en el tintero la tortilla de patata como plato sagrado inalterable por los más rectos. Platos tradicionales ¡inalterables! Pero como nos va el mambo, nos atrevemos con una versión más bien de montaña -aunque podría ser de mar y montaña si le pusiéramos unas gambas, y estaría bien buena– de la clásica fideuà valenciana.

Somos conscientes de que tocaremos sentimientos delicados, y matizamos que le llamamos fideuà porque a) lleva muchos fideos y b) se hace con una técnica muy similar a la suya: nos arriesgasmos básicamente porque la receta está muy buena como para no compartirla con nadie.

En vez de sal usaremos un poco de salsa de soja, que aparte de darnos el umami que buscamos se lleva de maravilla con las setas. En nuestro caso cocinaremos setas secas que son muy útiles para consumir todo el año, pero siempre podremos usarlas frescas si estamos en temporada.

Tips, trucos, consejos o como queráis llamarlo: el caldo tiene que ser muy gustoso, en nuestro caso usamos los restos de un pollo asado para hacerlo. El tiempo de cocción y la cantidad de líquido dependerán del tipo de fideo, pero sea del tipo que sea hay que asegurarse de no sobrecocinarlo (se puede terminar en el horno para que seque mejor y se consiga un punto crujiente y tostado, como gratinado).

Las setas las hidrataremos un rato en el mismo caldo que vayamos a usar para que dejen su sabor: otro truco, si queremos conseguir un acabado meloso, que se pegue en los labios, es usar piezas que tengan colágeno para hacerlo. La versión vegetariana de este caldo base pide verduras bien doradas, no demasiada agua, fuego suave y nada de prisa. Para terminar; recomendamos hacer un alioli, que será un amigo íntimo de nuestra fideuà de montaña y el acompañamiento perfecto.

Si haces esta receta, comparte el resultado en tus redes sociales con la etiqueta #RecetasComidista. Y si te sale mal, quéjate a la Defensora del Cocinero enviando un mail a defensoracomidista@gmail.com