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Las quejas de los lectores: una leche de coco olvidada

Y un gazpacho espeso que al final no lo era, un lector con dudas existenciales sobre esta sección y una tarta que cumple años regular: tampoco en febrero hay respiro para la Defensora del Cocinero.

El coco está, pero no está
El coco está, pero no estáRAQUEL BERNÁCER

Abu y Yoyo liberan todo el vapor que les ha provocado no encontrar indicaciones y cantidades en la receta de Dal de lentejas y coco con brócoli: “Qué bueno que nos han abierto una válvula para liberar ese vapor que se va acumulando a medida que leemos las recetas o en el momento de hacerlas. Leyendo la lista de los ingredientes, todo calibrado en gramos, cucharadas de postre, tamaño de las cebollas, litros de agua/caldo, llegamos a la leche de coco. ¿Una lata? ¿Una caja? ¿Dos? No sabemos. Todos tenemos un mínimo de sentido común, e iremos agregando hasta llegar a la consistencia deseada. Pero las expectativas eran continuar con la línea de pesos y medidas. Bueno, solucionamos lo del coco. ¿Qué hacemos con la lima? ¿Antes? ¿Después? ¿Durante? Gran misterio. En nuestro caso, hemos agregado la mitad del zumo al final de la cocción y el resto lo dejamos a gusto de los comensales".

Cada cual tiene su particular día de la marmota, y el mío sucede cuando los redactores comidistas no repasan las recetas y estas salen a la luz con ingredientes fantasma, cantidades ocultas o procedimientos sin definir. ¿Qué hago, Súper? ¿Me mato? ¿O les amenazo con una semana de vacaciones en las mazmorras de Loarre?

Raquel Bernacer reconoce el despiste, hace acto de contrición y desvela el entuerto para que podamos añadir la cantidad de leche de coco en la lista de ingredientes: “La cantidad de leche de coco que va en la receta es de 200 ml. 100 ml se ponen al terminar de cocer el dal y el resto se distribuye en los platos de los comensales. El zumo de lima lo agregué también al final de la cocción.”

Un gazpacho demasiado espeso

Alejandro empezó haciendo la receta de gazpacho de cilantro, respetando fielmente las medidas, y terminó usándola como su plan Pond’s de belleza en siete días particular: “Me salió un gazpacho con una textura demasiado espesa, más bien estilo crema. Además, estaba muy heavy como para tomárselo así, bebido, parecía una salsa por potencia y textura. Creo que la receta funcionaría mejor con 800 ml de agua en vez de 500, por lo menos.”

Lástima que el SEPU ya no esté abierto, porque me vendría genial darme una vuelta por la sección de complementos para comprar un guante, lanzárselo a Alejandro y batirnos en duelo como si fuéramos unos Bridgerton cualquiera. ¿Por qué? Porque ambos respetamos fielmente las medidas de la receta, pero los resultados fueron muy diferentes. Leída la receta, me rechinaba también la proporción de agua, pero al triturar los ingredientes obtuve una crema ligera y nada espesa con una textura gazpachística perfecta.

Más líquido que denso
Más líquido que densoMARTA MIRANDA

Creo que es la primera vez en más de cinco años que esta defensora se queda sin palabras, sin poder discernir dónde está el problema del gazpacho de Alejandro. ¿Cuestión de gustos? No lo creo, porque mi gazpacho tenía una textura indiscutiblemente líquida y ligera. ¿Un problema de fallos en las proporciones? Juro por cada una de las horquillas de mi moño que medí cada ingrediente con esmero, y si Alejandro también lo afirma, no voy a ser yo quien lo dude.

Mientras espero a que el espíritu de Jiménez del Oso tome cartas en el duelo Defensora/Alejandro, me pongo en plan Orzowei y rompo una lanza por la receta de Miriam García: funciona con las proporciones que se indican en la lista de ingredientes.

Marcelo pregunta

Marcelo acaba de aterrizar en El Comidista procedente de Melmac, y lo primero que ha visto es la sección de esta lozana y exuberante defensora: “Es una chorrada, pero no puedo evitar preguntar. ¿Realmente están dispuestos a aceptar quejas de lectores porque algo les salió mal? ¿Son como polis gourmets que reciben información de lectores ortibas? El que cocina debe aceptar que la equivocación forma parte de la práctica.”

Te lo juro, Marcelo, estamos dispuestos a aceptar quejas de los lectores a los que les salen mal nuestras recetas. De hecho, así estamos desde hace casi seis años, recibiendo aludes de cartas –con sus sellos rechupeteados– llenas de quejas y algún elogio. No solo las aceptamos, sino que también damos la razón a quien la tiene: ese es mi trabajo en esta web. Esta sección se creó para mejorar los contenidos receteros de El Comidista. A veces se equivocan los lectores, a veces nos equivocamos nosotros.

Desde ahora me sentiré un poco Laverne Hooks cuando escriba en esta tribuna, aunque no recibimos chivatazos de lectores ortibas, sino que son los propios cocinillas frustrados quienes confiesan sus tropelías sin que esta defensora les ponga siquiera un ojo encima.

Un aniversario algo líquido

Ana ha llegado a la bandeja de entrada del gabinete defensor para hacer un Hormigas Blancas a Mikel Iturriaga con su receta de tarta de fresas sin horno: “Desde hace años hago la tarta de fresas sin horno para el cumpleaños de mi chico, porque nos encanta y están de temporada. Pero creo que la cantidad de maicena no está bien anotada, porque siempre queda la masa demasiado líquida. La echo a ojo, pero ya que he visto este medio para avisaros, lo aprovecho.”

Me encanta que Ana festeje el décimo aniversario de esta receta avisándonos por fin de que hay algo que no funciona en la fórmula. Mikel Iturriaga seguro que también celebra la consulta implosionando su cerebro mientras trata de recordar si anotó bien los gramos de harina fina de maíz. Como tengo el día bonachón, pasaré por alto el detalle nimio de medir a ojo la maicena y quejarse de que la cantidad está mal anotada.

Preparé la crema y el resultado fue una masa cremosa, firme y bien cuajada. Me quedó tan espesa que tuve que saltarme el paso del colado. También tardé bastante más tiempo en cuajarla que los 5 minutos que indica la receta, porque la hice a fuego muy lento hasta que espesó por completo.

Espesa, cuajada y cremosa
Espesa, cuajada y cremosaMARTA MIRANDA

Además del ojímetro, creo que el problema está en el proceso de mezclar el queso crema con la crema pastelera ya cocinada. Ya hemos visto este problema en otras ocasiones: cuando se mezcla queso crema en una masa, si se hace con alegría, usando la batidora con el brazo triturador o las varillas de batir, el queso pierde la cabeza y la masa se convierte en un triste aguachirris sin rastro de la solidez que adquiere y mantiene en frío.

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