Las quejas de los lectores: Una tarta de limón desastrosa
Y unas berenjenas rellenas supuestamese sosas -que no lo eran-, bombones peleados consigo mismos y una cebolla que aún no ha aprendido a asarse sola: estas son las cuitas de octubre de nuestra Defensora del Cocinero.
David se encomienda a los Dioses de la solidificación mientras pide ayuda a esta estricta gobernanta: “Ayer hice por primera vez la tarta sin horno de limón y galletas. La receta es bastante sencilla, por lo que me llama la atención lo mal que me ha salido. En teoría con los pasos uno y dos tenemos que obtener una crema homogénea y espesa. Con esas cantidades de líquidos, de sólido y leche condensada, lo que obtuve fue una mezcla completamente líquida con la que no se podían formar capas con las galletas.”
David cuenta cómo, aún en mitad de la tragedia, montó la carlota como pudo y la metió en el frigorífico a esperar un milagro: “Esta mañana la tarta ha cogido algo más de consistencia, pero sigue siendo líquida, con las galletas flotando arriba del todo. Como el sabor pinta bien, voy a meterla en el congelador y ver si por lo menos pasadas unas horas se puede cortar y servir. ¿Podéis por favor revisar las proporciones por si hay algo mal y decirme si falta algún ingrediente que le dé más consistencia tipo nata montada.
Al elaborar la crema de la carlota encontré dos inconvenientes que han podido originar el desastre líquido de David. Por un lado, se ofrece la cantidad de queso crema en dos formatos: 4 cucharadas rasas de queso crema con una equivalencia de 100 g. Pesando las cuatro cucharadas rasas, solo obtuve 40 g de queso, insuficiente para dar consistencia a la mezcla. Una cucharada rasa se obtiene pasando un cuchillo u otra superficie plana sobre la cuchara llena y eliminando el sobrante. Creo que, en este caso, se debería eliminar la referencia de cucharadas porque, ya sean rasas, con copete o cucharadas vulgaris, es imposible dar con una cantidad regulada de queso crema, clave en esta receta.
Por otro lado, y esto ya lo hemos visto anteriormente, el zumo de dos limones puede ser un chupito o el lago Victoria dependiendo de lo carnosos que sean los limones o del grosor de corteza que tengan. Yo utilicé 100 ml de zumo de limón y obtuve una crema con la que pude montar la tarta sin problema. Por último, en esta receta es importante batir durante un tiempo largo con batidora de varillas a velocidad media. Si se mezcla con el brazo triturador de una batidora, el resultado cambia por completo y la mezcla sale líquida.
Las varillas hacen que la mezcla monte y engorde -el resultado se observa al dejar de batir-, aunque nunca tendrá la textura de la nata montada, más bien la de una crema espesa. Añadimos este detalle a la receta para un buen resultado. Para tener éxito con esta tarta pesa 100 g de queso crema, olvida las cucharadas, mide el zumo de limón añadiendo solo 100 ml y monta la crema con batidora de varillas durante al menos cinco minutos a velocidad media.
La cebolla no se asa sola
Juan Carlos pone a prueba mi capacidad detectivesca enviándome esta consulta con “La receta del aguacate” como asunto del correo: “Se necesita 1/2 cebolla, ¿asada? En los pasos que enumeráis no se menciona nada, pero sí en ingredientes. A ver si me pueden aclarar. La deerstalker me sienta tan, pero tan bien, que me la encasqueté hasta las cejas para buscar la receta cuestionada en el buscador de El Comidista. La búsqueda de recetas con aguacate me dio un resultado bastante amplio, pero gracias a mi monóculo y mis dotes detectivescas, pude llegar al paté de aguacate, cebolla asada y almendras. Gracias queridos lectores por ejercitar mis ajadas neuronas.
Juan Carlos, ¿por qué no leéis las recetas completas? Sobre todo si os quedáis con dudas, como es el caso. En el segundo párrafo de la introducción se cuenta que se necesita un resto de cebolla asada, y además se detalla qué puedes hacer si no tienes una cebolla asada a mano y no te apetece ponerte a asar cosas. Mònica Escudero, autora de la receta, también recomienda el punto de cocción de la cebolla. Que os cuida como una madre y le ignoráis como buenos hijos tardoadolescentes. Otra cuestión que puede servir como aprendizaje a la hora de leer e interpretar recetas: si en la receta aparece en el listado un ingrediente ya elaborado -picado, troceado, asado, cocido, pochado, etc.-, ese proceso no va a aparecer nunca en la elaboración.
Unos bombones a ojo de buen cubero
La mantequilla se le ha sublevado a Josu cuando ha intentando hacer los bombones brigadeiros: “He hecho los bombones brasileños ‘brigadieres’ dos veces. El primer intento fue un auténtico fracaso. No pude ni hacer la bola del bombón. En la segunda salieron algo mejor, pude hacer la bola pero perdían grasa. ¿Por qué pudo ser? ¿Por exceso de mantequilla? Igual convendría poner las cantidades en gramos porque yo creo que se me quedó corto de mantequilla.”
Las dificultades no desanimaron a Josu, que hizo varios intentos hasta conseguir un buen resultado: “Hice un primer intento con las cantidades indicadas a ojo y fue un fiasco, no se podía elaborar la bola del bombón. Se me quedó una masa un poco líquida. Segundo intento, también a ojo. En esta ocasión sí di con la tecla, pero me pasaba lo mismo, que en la sartén soltaba la mantequilla. Aun así pude hacer las bolas. No dándome por vencido y pensando en un paso más, decidí hacer las recetas con el peso, tomando en gramos las referencia para paliar el posible error.”
Hice la masa de los bombones con el cerebro un poco cortocircuitado por las contradicciones de Josu, que lo mismo le sobra mantequilla que se le queda corta. Pero este gabinete defensor es así, fantasía pura. Después de hacer la masa de los bombones, creo que el problema no es el exceso de mantequilla, sino un tiempo de cocción demasiado largo o una temperatura excesiva, que hacen que la grasa se separe de la mezcla. Sin mantequilla, es complicado que la masa se solidifique adecuadamente tras varias horas en el frigorífico, siendo así imposible formar las bolitas.
Calcular todas las cantidades de una receta de repostería en cucharadas es un poco temerario, más aún cuando medimos leche condensada –que tiene vida propia– o mantequilla, pero la receta funciona, los bombones se pueden bolear una vez que la masa está muy fría y, durante la prueba, la mantequilla permaneció integrada en la masa. Mi consejo para Josu es que cocine los brigadeiros con fuego suave y termine la cocción una vez que la masa empiece a espesarse y separarse del fondo de la sartén. Por supuesto, el enfriado debe hacerse en el frigorífico durante varias horas para asegurar un boleado adecuado.
Unas berenjenas insípidas
Sergio hace tiempo que no siente nada al hacerlo con El Comidista: “Os escribo porque considero que deberíais revisar la receta de berenjenas rellenas a la turca, el resultado ha sido pésimo. No soy cocinero experto pero es que, sinceramente, no sabía a nada de nada, y mira que sal llevaba un rato. No se aprecia nada del sabor de la canela, el pimentón y el limón es como si no lo hubiese añadido.”
Leo la receta estupefacta mientras pienso que más que una receta, quizá sea una fórmula mágica que elimine el sabor de todo lo que toque. Maldito Harry Potter. La cebolla, la berenjena, el ajo, la canela, el pimentón, el limón, el queso y la pimienta tienen por sí solos sabor de sobra, y combinados pueden ser una bomba a nada que se sazone bien. El misterio está servido.
Hice las berenjenas y estoy segura de que, si Aenor se dedicara a certificar recetas de berenjenas, a esta le daría una pegatina reluciente. La receta funciona, tiene distintos matices de sabor y resulta suculenta. Solo se me ocurre, y este es un asunto muy serio, que nuestro lector tuviera un episodio de pérdida de los sentidos del gusto y el olfato en el momento de elaborar y probar las berenjenas, algo que por desgracia está siendo muy común desde el inicio de la pandemia del Covid-19. No quiero dar por hecho que Sergio haya sufrido disgeusia ni que esta pudiera estar relacionada por fuerza con el Covid-19, pero no encuentro otra explicación a la ausencia total de sabor de esta receta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.