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SEPU, el gran almacén más antiguo de España, cierra en octubre

Los grandes almacenes SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos), situados en el número 32 de la Gran Vía madrileña y los más antiguos de España, cerrarán sus puertas definitivamente al público el 15 de octubre próximo debido a problemas económicos, según anunció ayer la dirección de la empresa. SEPU abrió sus puertas en el emplazamiento actual en 1934 y fue el primer gran almacén de España y líder durante muchos años de la venta al detalle, informa Efe.

La trayectoria del negocio, según indicó la empresa en un comunicado, ha atravesado enormes dificultades en los últimos tiempos y la sociedad tuvo que declararse en suspensión de pagos en dos ocasiones en los últimos 20 años. La última vez fue en agosto de 1992, pero no desembocó en una reestructuración adecuada e impidió la recuperación de la posición de la empresa en el mercado.

Otros problemas, como la restauración de la fachada del edificio, que ocultó los escaparates y dificultó el acceso durante muchos meses, agravaron aún más la situación. Desde mediados de 2001, una nueva dirección en la empresa intentó enderezar el curso de los acontecimientos, pero sus gestiones no tuvieron éxito por lo que 'se ve abocada al cierre del establecimiento de la Gran Vía de Madrid y a acometer un plan de reestructuración integral', afirma la empresa en el comunicado.

Desde mañana, sábado, SEPU empieza su campaña de liquidación con descuentos de hasta el 50% en todos los artículos 'por lo que es posible que la fecha de cierre definitivo se adelante'.

En el local que ocupa SEPU, fue inicialmente sede del primer gran almacén instalado en la capital llamado Madrid-París, de inequívoca influencia francesa. El español Teodoro Anasagasti dirigió las obras de construcción que concluyeron en 1924. La inauguración de SEPU se produjo en agosto de 1934. Aterrizó en el panorama comercial de la Segunda República española con una oferta revolucionaria: el precio único. Allí, todo costaba una peseta o dos, o tres, o cuatro o cinco. De hecho, fue la predecesora de las tiendas de todo a cien que han invadido las calles más comerciales.

Propiedad suiza

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El perfil del cliente siempre era clase media o media-baja. Tras la aventura comercial estaba la familia suiza Goetschel, principales accionistas junto con otros socios minoritarios de nacionalidad española. La circular número 12 enviada en 1934 desde la central de Barcelona recordaba a sus jefes: 'Debemos tener gran cuidado de que nuestras dependientas no trabajen más de las ocho horas reglamentadas'.

En aquel momento, la nueva Gran Vía era un recién nacido y los madrileños no se animaban a comprar en la zona 'por la fama de lujo que había adquirido', según cuentan las crónicas de la época.

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