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La supervivencia de las servilletas que no limpian

Aunque no lo parezca, esas servilletas de bar que no limpian sino que más bien restriegan la suciedad de tus manos tienen su historia y su razón de existir.

Te vas a pringar y yo no te voy a ayudar
Te vas a pringar y yo no te voy a ayudarFELIPE HERNÁNDEZ

Te estás pringando pero bien comiendo jamón. Y aceitunas. Y croquetas. Y gambas. La cerveza empieza a condensar y te deja un charco de agua en la mesa. Pero por más servilletas que sacas, ninguna te soluciona este estropicio. Lo peor es que tienes frente a ti una montaña de papelillos arrugados con los que no tienes ni idea de qué hacer. Sabes de quién es la culpa: de esas servilletas inútiles que no absorben nada. ¿Por qué siguen existiendo en España las servilletas que son antiservilletas?

No sé si existe algún español que no se haya topado con estas servilletas infernales. Así que vamos a ponerles nombre. Desde el gremio servilletero se las conoce como "servilletas de papel sulfito satinado por una cara". Cuando te las encuentras en los servilleteros planos, se llaman servilletas zigzag, ya que salen entrelazadas con la que viene justo debajo. Y cuando las sacas de ese servilletero vertical -del que tanto salen una como treinta servilletas- se llaman "miniservis", igual que este recipiente a muelles que las contiene.

Parecen muy majas, pero no
Parecen muy majas, pero noWIKIPEDIA

Todo esto no lo sé yo de ir por la vida y los bares embadurnándome de grasa sin remedio, sino que me lo cuenta Pablo Aguilella, de la empresa Caricias, que fabrica servilletas, manteles, posavasos y más, entre ellas, las miniservis. “Directamente, no entiendo por qué las compran”, dice Aguilella. “Hay alternativas más económicas, como el tissue de celulosa, que secan y limpian de verdad”. Su precio medio de venta al distribuidor es de unos 25 euros por cada 12.000 servilletas, lo que significa que cada una de estas antiservilletas cuesta 0,002 euros. Así que según Aguilella, no es cuestión de precio, sino de estética: “Cada bar las personaliza con su logotipo, que se ve más bonito sobre el papel satinado”.

Para él, el producto que sustituye a estas servilletas de sulfito satinadas por una cara son las servilletas de dos capas de 20 x 20 centímetros, que son las típicas servilletas que nos ponen bajo la copa de un cóctel para no dejar un cerco de agua sobre la barra o mesa. “Estas tienen ese toque áspero, que al final es lo que limpia”.

Por suerte o por desgracia, Aguilella me cuenta que apenas quedan fabricantes en el mundo que produzcan las llamadas de zigzag, con ese ribete tan particular de cenefas que son aviones, cadenas u otros motivos. Porque, ahora, lo que se lleva, es lo ecológico: “Hemos experimentado un crecimiento de más del 300% en estos productos”, confirma este fabricante.

Muy mona, pero muy mala
Muy mona, pero muy malaROSA MOLINERO

En Comercial El Maño, suministradores de material de hostelería, José Antonio Montolío me confirma que la venta de estas antiservilletas se ha reducido mucho. “Apenas las vendo y solo las compran negocios antiguos, a pesar de que les aconsejemos otras. Estas ya están en desuso”. También aclara que, desde su punto de vista, a pesar de que las recicladas se estén vendiendo más, siempre ha existido la servilleta de celulosa reciclada, aparte de la de celulosa virgen. “Ahora viene en color marrón, sin el tratamiento de clorado que las blanquea”.

A estas alturas, tal vez te estés preguntando qué nos pasa en España para seguir manteniendo estas antiservilletas en circulación. Pero no estamos solos. En este artículo del periódico argentino La Nación también se quejaban de que la plaga de antiservilletas era común en pizzerías y bares de Argentina. Lo mismo ocurre en Polonia, según se quejaba el bloguero Pepe Mansilla con mucha razón.

Pocas cosas más castizas que una servilleta que no limpia
Pocas cosas más castizas que una servilleta que no limpiaFELIPE HERNÁNDEZ

Más allá de su funcionalidad, hay alguien que ha visto en estas servilletas un potencial. Se trata del fotógrafo madrileño Felipe Hernández, que alimenta la cuenta de instagram @servilletas_ desde hace dos años. A pesar de que le guía una motivación estética, afirma lo siguiente: “En esas servilletas se aprecia la cultura gastronómica española, las diferencias entre los territorios, la identidad gráfica de España, en definitiva”.

No hay amante de esa cultura gastronómica española que resista al vaivén de las modas como Alberto García Moyano (@enocasionesveobares). Abogado, copropietario de la Bodega Carol y Sants Es Crema, fundador de la Bodega Montferry y sabelocasitodo en cuestiones bariles, opina lo siguiente sobre las dichosas servilletas: “Me parecen una de las cosas que tal vez sean lo más inútil del mundo. Pero, a la vez, les tengo un cariño especial: me vuelve loco verlas, me parece un detallazo tenerlas. Seguramente tiene que ver con la nostalgia”.

Para que luego digan que no hay torreznos en Barcelona
Para que luego digan que no hay torreznos en BarcelonaBODEGA CAROL

Precisamente, sobre estas servilletas y la nostalgia tengo una teoría que comparto con García Moyano: hace algunos años que pienso que pueden ser una buena señal, un indicativo de que en aquel bar se hace algo bien. “Ver un bar que tenga servilletas de este tipo, creo que es una llamada. Tengo estas servilletas y las tengo por algo: sé que hay algo aquí dentro que te puede molar. Y no me refiero al postureo, sino una llamada al que sea más proclive de ir a este tipo de bares”, dice este máster de los bares.

Fail como servilleta, pero bien para envolver bocadillos
Fail como servilleta, pero bien para envolver bocadillosBODEGA MONTFERRY

Sin embargo, García Moyano rompe una lanza a favor de las antiservilletas. “Ese material es más útil de lo que parece. El hecho de que sean algo impermeables significa que, como hacemos en la Bodega Montferry, tienes un 99,99% de posibilidades de que si envuelves tu bocadillo en ese papel, una salsa como el fricandó no lo traspase (sí, amigos, en la Montferry hacen bocadillos de fricandó y de muchas otras maravillas). A mí me da mucha rabia cuando a un bocata le caen churretones de grasa o salsa y va envuelto en una servilleta que absorbe mucho: ¡siento como si se tragase comida que me apetece comerme! La satinada, lo que hace es que lo devuelve, y así se puede comer. Eso es una maravilla, porque acabas de rentabilizar al 100% tu inversión en un señor bocadillo churretoso. En realidad, deberíamos hacer un agradecimiento mundial, toda la civilización, a estas servilletas”.

¿En tu país también existen la antiservilletas? Cuéntanos tu drama higiénico en los comentarios.

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