Cosas que hacer en los mercados además de comprar comida
Conciertos, arte, clases de cocina para pequeños, mayores y familias completas o festivales de cine: los motivos para acercarse a algunos mercados van más allá de lo que se vende en sus puestos.
Ir al mercado ha sido siempre todo un ritual social: allí una se ponía al día con las vecinas, departía con los tenderos o aprovechaba para tomar un café con algún conocido. Estas visitas diarias o semanales eran la razón de que en todas las casas -generalmente las madres- se supieran al dedillo el precio del lenguado, se trajeran a casa el mejor melón y de que los platos que luego acababan en la mesa tuvieran una relación mucho más coherente con la temporalidad de los productos.
Desde sus orígenes hasta la actualidad, los mercados de abastos han recorrido un largo camino, así que la actualización y la reivindicación de estos espacios ha sido, en muchos casos, ya no una opción, sino pura necesidad. La escasez de nueva clientela ha hecho que muchos mercados españoles hayan optado no sólo por modernizar sus instalaciones, sino también por lanzar iniciativas que sirvan tanto para animar a la compra de sus productos como para que sus espacios continúen llenos de vida.
Cocinar en el mercado
Una de las mejores estrategias para atraer público a los mercados es la de recordarle los vínculos que estos tienen con el hecho de cocinar. Por eso, qué mejor que trasladar las cocinas hasta allí, ya sea en forma de aulas, talleres o incluso sobre ruedas.
En el Mercado de Abastos de Santiago de Compostela, por ejemplo, cuentan con un aula donde organizan cursos de cocina. “Los hacemos porque dinamizan y dan a conocer el mercado, sobre todo los cursos del sábado, que son un merco e cociño, es decir, se hace una visita por los puestos con una breve explicación sobre los productos de temporada y se compra para preparar los platos” –explica Marta Rey, responsable del mercado e impulsora de los Cursos de Cociña no Mercado. Ahora mismo, los imparte Anna Mayer, que enseña desde cocina vegetariana a cocinas del mundo, pasando por repostería sin horno o elaboración de pasta fresca.
El Mercado del Val en Valladolid, cuenta también el Ágora del Val, una moderna cocina en la que imparten cursos, organizan catas de vinos o de cervezas artesanas, showcookings, concursos y presentaciones de productos. Con estas actividades quieren llegar desde a las amas de casa hasta a los foodies locales. Además, como apunta Fernando J. Hidalgo, de su departamento de comunicación, otra de las funciones de este aula es la de divulgar los valores de los mercados minoristas: “la cercanía, la apuesta por los productos frescos, de proximidad y de calidad, así como la defensa de la alimentación saludable y de la cocina tradicional”.
La Fundación Abastos se creó con el fin de dar valor al Mercado de Abastos de Vitoria-Gasteiz, formando al público en temas como nutrición y dietética, procesos tradicionales y modernos de cultivo. Ubicado en la planta superior del mercado alavés, su aula de cocina también acoge todo tipo de cursos, talleres, catas y degustaciones. En el Mercado de Triana, en Sevilla, tienen también na escuela de cocina propia situada en los puestos 75, 76 y 77. En el Taller Andaluz de Cocina puedes aprender a cocinar platos de Tailandia, Marruecos o Vietnam, haciendo previamente un recorrido por el mercado para hablar con los comerciantes y que éstos te expliquen todo sobre los productos que allí venden.
Formando al futuro
Muchos mercados están apostando también por instruir a las nuevas generaciones en el arte de comprar en el mercado y la importancia de una buena alimentación: serán los clientes del futuro, así que cuanto antes se conciencien sobre su importancia, mejor que mejor. En el Mercado El Fontán de Oviedo organizan talleres donde enseñan a los más pequeños a distinguir qué alimentos y hábitos son más sanos, de una forma divertida. Cumplen así con una labor social –la de enseñar a comer a los niños– que no siempre se realiza en casa ni tampoco en las escuelas: qué mejor sitio que un mercado para que aprendan este tipo de cosas.
En el caso del Mercado Central de Zaragoza es la clase al completo la que acude a sus visitas para escolares de primaria y secundaria. El recorrido comienza en la fachada norte, en la zona de las murallas romanas, donde les explican a los alumnos el contexto histórico del mercado. Después pasan a ver partes la que no todo el mundo tiene acceso, como las cámaras de conservación de los productos perecederos o la sala de despiece de carnicería. Por último, visitan la planta comercial, con lo que los niños se van con una visión bastante completa sobre cómo funciona un mercado.
En el mercado más famoso de Barcelona forman a los más pequeños en el Aula Boqueria, ubicada en la tercera planta. Allí, además de mostrar a los niños cómo se compra, les enseñan a comer bien y estrenarse en la cocina. Cocas, quiches, empanadillas, buñuelos, raviolis, galletas o flanes son algunas de las recetas que pueden aprender a preparar, por su cuenta o en el curso para padres e hijos, donde la familia cocina dos platos con diferentes niveles de dificultad. También hay cursos para adolescentes de entre 13 y 18 años, donde se les enseña a manipular los alimentos, se explican los puntos de cocción, las temporadas de los vegetales y temas de nutrición, entre otras muchas cosas. Inciden sobre las texturas, los olores y los sabores y animan a los jóvenes a que empiecen a crear su propio recetario y se interesen por la comida.
Cultura entre los puestos
Música, baile, teatro, exposiciones, fiestas, cine… Todo puede tener cabida si sirve para que la gente que habitualmente no pisa un mercado, se anime a conocerlo. En el Mercado de Santo Domingo en Pamplona, acogen, por ejemplo, funciones de microteatro los últimos sábados de cada mes, degustaciones gastronómicas acompañadas de jotas en directo, dan el pistoletazo de salida al carnaval con los Caldereros e incluso organizan un Oktoberfest con degustación de cerveza alemana y salchichas.
En Madrid, uno de los mercados más vinculados a la cultura de la ciudad es el Mercado de Antón Martín. Ubicado en un edificio de la calle Santa Isabel desde 1941, fue uno de los primeros mercados de abastos de Madrid que, lamentablemente, ha visto cómo muchos de sus negocios cerraban. Pero lejos de venirse abajo, ha sabido tirar hacia delante y reconvertirse sin perder su esencia de mercado de barrio: desde 2002, la tercera planta la ocupa una escuela de baile español. Los puestos que quedaban arriba se repartieron entre sus otras dos plantas y a ellos se han ido sumando puestos de comida japonesa, italiana, mexicana, filipina, griega, vegetariana y hasta un bar de cereales.
Además, ha logrado atraer a nuevos públicos participando en actividades como el Gastrofestival, DecorAcción, el World Pride o la Mercedes Benz Fashion Week, combinando siempre cultura y gastronomía y sin perder de vista a su clientela de toda la vida. “Ha costado. Al principio las abuelitas nos miraban como diciendo ‘¿Esto qué es? A ver si nos vamos a quedar sin mercado’, pero como ven que sus tiendas se mantienen, están tranquilas. Nosotros queremos que el mercado siga siendo la plaza del pueblo, como lo ha sido siempre” –cuenta Mercedes Moyano, gerente del Mercado de Antón Martín desde hace más de 25 años.
Las personas mayores son uno de los grandes valores de Antón Martín, que colabora habitualmente con el Centro de Mayores de Antón Martín, una gente que lo mismo te baila un tango en los pasillos del mercado que te prepara un cocido de campeonato. Pero la programación es de lo más completa y hay de todo para todos los públicos: talleres con cocineros de renombre, actividades para niños, ferias de artesanía, música, bailes, charlas, cuentacuentos, exposiciones…
Entre los mercados con más vida cultural del país podemos contar también el de La Ribera, en pleno Casco Viejo de Bilbao. En las antiguas pescaderías de este edificio histórico se ubica un restaurante del mismo nombre que abre desde la hora del brunch hasta la de las copas. Uno de sus puntos fuertes es la música, ya que semanalmente organizan conciertos gratuitos de jazz y rock para su clientela. Como ellos afirman, “es una buena forma de aunar dos de las grandes pasiones que se dan en el País Vasco: la música y la comida”.
Además organizan exposiciones, proyecciones de cine, monólogos, cuentacuentos o teatro infantil, entre otras actividades de corte más gastronómico, como son los cursos de cocina, los showcookings o las catas y maridajes. Otra de sus actividades destacadas es Tú compras, nosotros te lo cocinamos, en la que el cliente compra el producto que quiera en el mercado y ellos lo cocinan allí y le añaden una guarnición para elaborar un plato redondo. Sólo hay que reservar mesa y avisar de que querrás que el chef cocine tu compra. Todo lo demás, está en sus manos.
Cuando la cocina es cultura
Cocinar Madrid es un proyecto de la comisaria y productora cultural Susana Moliner, la antropóloga Mafe Moscoso y la cocinera y antropóloga Suraia Abud, surgido a raíz de un taller de construcción de cocinas móviles en Medialab-Prado. Con este artilugio rodante ya fabricado, presentaron una propuesta al área de cultura del Ayuntamiento de Madrid para realizar talleres de cocina con un enfoque un tanto diferente.
“En nuestros talleres, la cocina no se concibe como un fin en sí mismo, sino como una herramienta de investigación para conocer diferentes realidades socioculturales, a algunas de las cuales resulta muy difícil acceder de otra manera, como por ejemplo, lo que la gente cocina en casa” –explica Suraia. Para Cocinar Madrid era fundamental abordar cuestiones como de dónde vienen los alimentos, las temporadas de cada uno de ellos o en qué condiciones trabaja la gente que los produce.
Los talleres comienzan con cada persona presentándose a sí misma a través de un ingrediente. Parten de una receta-base -una ensalada, una sopa, un guiso- a la que le van incorporando los ingredientes que traen los participantes. Hacen la compra en el mercado y van hablando con los comerciantes de los puestos, para después ponerse a cocinar y terminar comiendo todos juntos.
El proyecto empezó su andadura en octubre de 2016 en el Mercado de Argüelles en Madrid y, además de los talleres que han hecho allí, también han organizado sesiones en Casa Árabe o han cocinado para el distrito de Fuencarral en una jornada llena de música junto a la Big Band de la Complutense. Ahora mismo, están tratando de llevar el proyecto a otros mercados y el próximo 14 de octubre organizarán un taller en el Espacio Vecinal Arganzuela –ubicado en lo que fue el Mercado de Frutas y Verduras de Legazpi– en el que pondrán en relación la magia, los alimentos y los objetos que se utilizan en la cocina.
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