Tondeluna: croquetas de premio y mucho más
El restaurante sin estrella del estrellado chef riojano Francis Paniego es un regalo para los sentidos y en todos los sentidos. No exageramos: sus croquetas tienen un premio nacional de gastronomía.
¡Hombre, tú por aquí!
Sí, llevaba un tiempo ausente. Un poco atemorizado porque Mònica Escudero y Marta Miiranda me quitaran el puesto.
Lo hacen bastante mejor que tú y además no hablan de restaurantes de Logroño… ¿Qué hacías en Logroño, alma de cántaro?
Pues, mira, fui a comerme un helado. Pero eso es irrelevante. Que Tondeluna esté en Logroño es circunstancial: es un restaurante excelente. Y, por otro lado, ¿por qué no sacar restaurantes de allí? ¡Logroñofóbico!
Nunca me habían dicho algo tan feo. A ver, ¿qué tiene de especial Tondeluna?
Muchas cosas. En una plaza como Logroño, marcada por la oferta no siempre tan buena de la Calle Laurel y por un tipismo que se le presupone, Tondeluna es un oasis de cocina cosmopolita y refinada.
¿Te has vuelto idiota durante tu ausencia? ¿Qué dices?
Bajaré a tu nivel: digo que si no te apetecen las típicas tapas, en Tondeluna encontrarás comida fina. Y lo que es mejor: a un precio muy bueno y en un local con un premio FAD de diseño. Aunque lo del diseño te debe importar un rábano.
Uish… ya te has ofendido. A ver, cuenta qué comiste, que es lo único que haces regular.
Comí de la carta de primavera-verano, que a estas alturas estará a punto de mutar, pero ese día se estrenaba. Y fue una cena magna.
Todo empezó con un cubo de mantequilla salada y un pan buenísimo. Un aperitivo de campeones y que provoca adicción. Un diez.
Pues si eso es cosmopolita y refinado…
Ay, qué rabia das… La cosa continuó con una ensaladilla rusa con verduras frescas y una mayonesa muy suave y esponjosa. Un milagro, una cosa excepcional.
A continuación llegó un carpaccio de gambas y tomate que era un auténtico locurón. Llevaba dátiles y estaba bañado en un ajoblanco bien rico, componentes que redondeaban los sabores suaves de la materia principal. Y luego estuvo el tomate rosa –no sé si de Barbastro o de quién sabe dónde– con ventresca de atún y cebolleta. Un plato sencillo pero exquisito, de los que muestran la calidad de un restaurante: cuando algo tan básico está así de bueno es porque la cocina demuestra interés por los detalles.
Bueno, no está mal. Cómo continuó.
La cosa prosiguió con unas croquetas basadas en la receta de Marisa Sánchez, madre del cocinero Francis Paniego y, sobre todo, Premio Nacional de Gastronomía. Dicen que son las mejores croquetas del Universo: sin haberlas probado todas, podría estar de acuerdo.
Estuvieron magnas las alcachofas fritas con tocino y aunque detesto los tatakis, por definición y prejuicio, el de bonito con chutney estuvo más que correcto.
¿Ganaste kilitos, no?
No, esta cena la comimos un grupo de seis con la intención de probar todo. Luego te cuento.
Por cierto, fueron de nota los canelones al estilo de Nandu Jubany y me entusiasmó el San Jacobo de lengua de vaca y queso de los Cameros, de leche de cabra.
Caramba… ¿hubo postre?
Sí. Nos arrodillamos ante la torrija y nos dejó un poco más fríos el chocolate con sal y aceite, pero por haberlo probado antes.
Siendo un grupo beberíais como cosacos.
No, al contrario. Tomamos unas cervezas, y ya. La carta de vinos no la catamos, pero sobre el papel pintaba muy bien. A ver, Tondeluna está en la capital de La Rioja así que por ahí no fallarán…
¿Y este festín por cuánto os salió?
Veintisiete euros con cincuenta por barba. En Tondeluna ofrecen varios menús muy competentes con un precio muy reducido.
¡¿Cómo?! ¡¡Voy volando a Logroño!!
No hay aeropuerto, lerdo. Coge el coche y tira millas.
Tondeluna. Calle Muro de Francisco de la Mata, 9. Logroño. Tel. 941 23 64 25. Mapa.
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