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La ciguatera no es el nuevo anisakis

Las noticias refiriéndose a la ciguatera como “el nuevo anisakis” están a la orden del día, pero, ¿tiene algún fundamento esa comparación? ¿Sabemos realmente qué es la ciguatera? ¿Hay que preocuparse al respecto?

El medregal o Seriola dumerili es el pescado que ha generado más casos de intoxicación por ciguatera en Canarias
El medregal o Seriola dumerili es el pescado que ha generado más casos de intoxicación por ciguatera en CanariasWIKIMEDIA

Hablemos claro: lo único que tienen en común el anisakis y la ciguatera es que son dos problemas de seguridad alimentaria relacionados con el pescado, cada vez más frecuentes en ciertas zonas geográficas. Bueno, eso y que tienen nombres raros. Porque el anisakis es un parásito con forma de gusano que puede encontrarse en el tracto digestivo o en el tejido muscular de numerosas especies de pescado. La ciguatera, a su vez, ni siquiera es un ser vivo: es el nombre que recibe la intoxicación causada por la ingesta de pescado contaminado por una serie de toxinas.

¿En qué consiste la ciguatera?

Las ciguatoxinas son neurotoxinas que afectan a las conexiones interneuronales y neuromusculares, alterando la conductancia nerviosa y dañando la estructura de las neuronas. La gravedad de la intoxicación que provocan -el tiempo y el alcance- depende de muchos factores, como el tipo de toxina, la cantidad presente en el pescado, las partes anatómicas que hayamos consumido, la cantidad de pescado ingerida, la sensibilidad de cada persona, etc.

Los síntomas que se generan como consecuencia son muy variados:

Los síntomas gastrointestinales remiten al cabo de 24-48 horas, y las alteraciones neurológicas se resuelven en semanas. Pero otros síntomas como el prurito, el dolor articular, el dolor de cabeza, la depresión y la fatiga pueden persistir durante meses o incluso años, de modo que en algunos casos llegaría a convertirse en una enfermedad crónica.

En la actualidad no existe ninguna prueba analítica para confirmar el diagnóstico de ciguatera: el protocolo pasa por estudiar los síntomas de la persona afectada y realizar un análisis del pescado que consumió. Del mismo modo, tampoco existe un tratamiento específico, así que la mejor solución está en la prevención.

¿Es nueva la ciguatera?

A juzgar por la reciente avalancha de noticias sobre este tema quizá pienses que la ciguatera no existía hasta antes de ayer, pero no es así. Incluso se cree que hay una referencia a esta intoxicación en La Odisea de Homero, así que posiblemente ya se conocía hace unos 2.800 años. Lo que sí es más reciente es el descubrimiento del agente que la causa. A principios del siglo XIX se llegó a pensar que era producida por la ingestión de un caracol de mar llamado cigua, lo que le dio el nombre con el que se conoce hoy en día.

No fue hasta 1967 cuando se consiguió identificar y aislar el agente que realmente está detrás de esta intoxicación: un grupo de toxinas pertenecientes al grupo de las ciguatoxinas. Se trata de compuestos químicos producidos por algunas especies de algas marinas microscópicas (mejor dicho, dinoflagelados), concretamente del género Gambierdiscus, que crecen sobre algas y sedimentos de arrecifes de coral en zonas tropicales y subtropicales.

Gambierdiscus toxicus
Gambierdiscus toxicusWIKIPEDIA.COM
Ciguatoxina
CiguatoxinaWIKIPEDIA.COM

Esas microalgas (y las toxinas que producen) son ingeridas por peces herbívoros y estos a su vez por otros peces carnívoros, de manera que se van acumulando a lo largo de la cadena trófica. Las mayores concentraciones pueden encontrarse en especies de gran tamaño, que son las que suelen estar implicadas en los casos que afectan a humanos cuando se consume directamente algún pescado contaminado. Pero, ¿de qué pescados estamos hablando? Bastantes: han encontrado ciguatoxinas en más de 425 especies de pescado de aguas tropicales y subtropicales, principalmente en el mar Caribe y los océanos Índico y Pacífico. Entre las afectadas con más frecuencia se encuentran meros, pargos, cunas, barracudas, jureles, morenas, medregales, abades o estorninos.

¿Por qué se habla tanto de ella ahora en España, si nos pilla tan lejos?

Hasta hace relativamente poco tiempo en Europa la ciguatera se veía como un problema lejano o anecdótico, ya que los brotes se producían de forma muy ocasional y eran debidos al consumo de pescado importado desde zonas tropicales. Pero desde hace unos años despierta cierta preocupación porque, según parece, la distribución de las microalgas productoras de ciguatoxinas se ha expandido desde regiones tropicales y subtropicales hacia regiones templadas, como el Mediterráneo y el océano Atlántico, posiblemente debido al cambio climático. Se han registrado brotes en Madeira y, sobre todo en Canarias, donde se notificaron unos 100 casos entre los años 2008 y 2015.

¿Eso es mucho o poco? Depende: por una parte hay que tener en cuenta que estamos hablando de la intoxicación alimentaria no bacteriana causada por pescado más extendida en el mundo -se registran unos 50.000 casos al año en todo el planeta, aunque se cree que está infradiagnosticada y la cifra real se acercaría más a 500.000-, así que desde ese punto de vista quizá parece poco (si hablamos de todo el continente europeo). Pero hay que considerar que ha sido calificado por las agencias de seguridad alimentaria como un problema emergente en Europa, lo que significa que en el futuro podría llegar a ser más frecuente.

¿Quiere decir eso que debemos preocuparnos? A pesar de lo que acabamos de ver, se trata de una intoxicación poco común y de bajo riesgo (para que te hagas una idea, el índice de mortalidad es inferior al 0,1%). A su vez, se trata de una toxina muy potente (produce efectos adversos incluso a bajas dosis) que puede provocar infinidad de síntomas, algunos de ellos de cierta envergadura y que pueden dilatarse mucho en el tiempo.

¿Qué medidas podemos tomar para evitarla?

La ciguatoxina no provoca alteraciones en el pescado: no cambia su aspecto, ni su olor, ni su sabor, ni su textura, así que no la podemos detectar utilizando nuestros sentidos. Otra cuestión muy importante es que resiste la congelación y el calentamiento así que -a diferencia de lo que ocurre con el anisakis-, no se destruye introduciendo el pescado en el congelador ni cocinándolo. Tampoco con tratamientos de ahumado, salazón, escabechado o enlatado ni por ácidos como vinagre, limón o el jugo gástrico de nuestro estómago: si el pescado está contaminado, no tenemos forma de saberlo ni de evitar la intoxicación. Lo único que podemos hacer es tomar ciertas medidas para tratar de disminuir el riesgo. Por ejemplo:

¿Existen controles para evitar la contaminación del pescado por ciguatoxinas?

En la actualidad la legislación europea indica que no se pueden comercializar productos de la pesca contaminados con ciguatoxina, pero no establece ningún método específico de análisis ni valores de referencia. Eso es debido a que no se dispone de suficiente información ni materiales de referencia para poder armonizar métodos de análisis y establecer límites legales (ya que hasta hace bien poco se trataba de una intoxicación endémica de zonas tropicales).

Para tratar de poner solución a estas cuestiones existen en la actualidad diferentes iniciativas. Una de ellas es el proyecto Eurocigua, cofinanciado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) junto con 14 organizaciones europeas y coordinado por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) que se centra en la caracterización del riesgo de intoxicación alimentaria por ciguatera.

Debido al número y la frecuencia de los brotes registrados en Canarias, es allí donde, desde hace varios años, se están llevando a cabo más acciones respecto a esta intoxicación. Podemos destacar el Proyecto CICAN del Instituto Español de Oceanografía, que se centra sobre todo en el estudio y la distribución de las distintas especies del género Garmbierdiscus en esa zona. Los investigadores han identificado por el momento cinco especies diferentes, lo que sugiere que su presencia en las islas no se debe a una invasión reciente sino que se remontaría mucho tiempo atrás.

El Gobierno de Canarias también ha tomado importantes medidas: tras la aparición de varios brotes durante los años 2008-2009 se puso en marcha un sistema de vigilancia epidemiológica (SVEICC) y se incluyó la ciguatera como enfermedad de declaración obligatoria. Además se implantó un protocolo de actuación para la determinación de la ciguatoxina en el archipiélago canario en el que se establecen unos pesos por encima de los cuales las especies susceptibles de estar contaminadas deben someterse al análisis de ciguatera en su carne (por ejemplo, medregales de más de 15 kg o meros de más de 22).

Conclusión

Como ves la ciguatera sólo se ha registrado con cierta frecuencia en Canarias, asociada sobre todo a dos especies de pescado (medregal y mero) y no está tan extendida como algunos medios nos han dado a entender. Aunque no hay que olvidar que ha sido calificada como “un problema emergente en Europa”, así que quizá en un futuro tengamos más noticias sobre ella. En cualquier caso, lo que es seguro es que tiene poco en común con el anisakis.

Miguel A. Lurueña es Doctor por la Universidad de Salamanca, Licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos por la Universidad de León e Ingeniero Técnico Agrícola (Especialidad Industrias Agrarias y Alimentarias) por la Universidad de Salamanca. Trabaja como consultor independiente para empresas alimentarias. Además es autor del blog Gominolas de petróleo, colaborador del programa La Buena Tarde de la Radio del Principado de Asturias y miembro fundador de la Asociación de Divulgación Científica de Asturias.

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