Cenas en cinco minutos con conservas de pescado
¿Sin ideas para cenar? Estás de suerte: hoy exploramos todas las posibilidades de convertir el bonito, las sardinas o el atún en lata en platos completos, rápidos y ricos.
Ya hemos comentado en alguna ocasión que tener una alacena medianamente surtida es la mejor manera de comer dignamente los días en los que tenemos la nevera con el efecto 2000, como dicen Chico y Chica en Cuatro en Alicante. Pero, además, las latas también son la base perfecta sobre la que improvisar una cena o comida rápidas, sanas y ricas cuando tenemos hambre pero pocas fuerzas para currarnos algo muy elaborado.
En la entrega de hoy de la sección “comidas buenas para cagaprisas hambrientos que aspiran a más que a unos Yatekomo chuchurrescos, pero sin mucho más esfuerzo” -que al final acabamos llamando “comidas en cinco minutos con…” por cuestión de espacio- exploramos todas las posibilidades de las conservas marinas: bonito, calamares, atún, sardinas o anchoas, entre muchas otras.
Las latas son una buenísima manera de consumir pescado, moluscos y similares sin tener que pasar por la pescadería ni dejarnos un dineral (sí, las hay carísimas, pero esas mejor reservarlas para cuando vayamos a tomarlas tal cual, sin intervenir). Si tienes unas cuantas a mano, podrás preparar ensaladas, bocadillos, aperitivos y hasta sopas campeones, como los que te proponemos a continuación.
Platos calientes
Con mejillones, calamares en su tinta o en salsa americana podemos preparar una fideuà de lujo, receta de Falsarius Chef (usando fideo fino, se acorta mucho el tiempo de cocción). Si encuentras alcachofas envasadas sin ácido cítrico -si lo tienen saben demasiado ácidas cuando las tomas calientes-, no dudes en ponerle unas cuantas.
Aunque cocer pasta alarga un poco los cinco minutos que dan nombre a la sección, si los tenemos podemos preparar un montón de deliciosos platos. Por ejemplo esta pasta con sardinas y piñones, a la que se puede añadir un poco de hinojo, anchoas y pan tostado para hacer una versión sui generis de la pasta con le sarde siciliana. Otra opción es usar la misma conserva y una pasta corta con una salsa de mantequilla, alcaparras y piparras.
Para sacar de la categoría ‘comida de piso de estudiantes’ la pasta con tomate y atún, solo hace falta currarse una base con cebolla y ajo dorados y usar una buena passata en lugar de salsa de tetra brick: yo no soy nada fan del atún caliente, pero preparado así, todavía puedo comérmelo (y hasta disfrutarlo). Si nos pasamos a los bivalvos, podemos versionar la pasta alle vongole usando una lata de berberechos al natural: aunque la receta original lleva almejas, las de conserva quedan demasiado duras y chicletosas al calentarlas.
¿Te apetece una sopa caliente y reconfortante? Puedes hacerla en muy poco tiempo si tienes una lata de sardinas: solo hay que sofreír media cebolla y un tomate en un cazo, añadir unos 300 ml de caldo de verduras o pescado, las sardinas bien escurridas y desmigadas sin escamas ni espina y llevar todo a ebullición. Servir en un bol o plato hondo sobre dos o tres rebanadas de pan tostado y especiar al gusto. También se puede hacer con fideos de cabello de ángel, o darle un aire asiático cambiando el pan por fideos instantáneos de trigo o arroz: solo queda acompañarla con cilantro y cebolla roja picada, un gajo de lima para exprimir y unas gotas de sriracha.
Platos fríos
Los tomates, calabacines, pepinos, pimientos -frescos o asados del piquillo- o aguacates rellenos son una buenísima opción para salir del sota, caballo y rey ensaladero. Haz una farsa con la pulpa de la misma verdura -evita las semillas del pepino o tendrás un aguachirri- y otras, todas cortadas en dados pequeños. Solo queda ponerle el pescado enlatado que prefieras, un poco de mayonesa y encurtidos para darle vidilla. Para hacerlo con patatas tardarás un rato más, pero los que trabajarán serán el horno o el fogón, así que si tienes el tiempo tampoco te vas a cansar.
Ahí va una de mis ensaladas favoritas: mientras hierves unos 200 g de judías verdes 4 minutos, corta media cebolleta bien fina, separa unas hojas de perejil y escurre una lata de caballa o sardinas -si el aceite es de oliva y está bueno, puedes reutilizarlo para la vinagreta- y prepara un aliño con una puntita de mostaza. Mezcla todo y, si quieres, ponle unas almendras o aceitunas: si tienes mucha hambre, añade un par de cucharadas de cuscús hidratado y te saciarás del todo.
Cubriendo un carpaccio de ternera con una mayonesa ligera triturada con alcaparras -reserva algunas para decorar-, anchoas y un chorrito de limón tenemos una versión en crudo del vitello tonnato: la untuosidad de la salsa le viene al pelo a la textura de la carne cruda (y te sale un entrante rapidísimo que puedes servir hasta en una cena de compromiso). Esta misma salsa puede servir como aliño con enjundia para una ensalada de diferentes tipos de tomate: unos cherry pequeños y dulces y alguno más verde que aporte acidez irán bien para empezar.
Ya os hablamos hace poco de las infinitas opciones que ofrecen las ensalada de legumbres con conservas, pero es un buen momento para refrescar el tema. Abriendo un bote de cualquier legumbre cocida y una lata de sardinas, caballa o bonito tienes el 50% de la cena listo. Corta tomate, cebolla, pimiento, calabacín -sí, crudo- o aguacate, o sigue tirando de latas y apuesta por pimiento morrón, aceitunas y espárragos. Si a esto le sumas tu vinagreta favorita -aquí también puedes añadir anchoas, como en esta ensalada de lentejas, pepino y almendras- hay pocas combinaciones que puedan fallar.
También se pueden preparar aperitivos de lo más resultones con estas conservas -más allá de abrir y zampar, la opción más rápida-, por ejemplo en forma de untables. El más sencillo de todos solo lleva berberechos y queso en crema -aunque se puede personalizar con zumo de limón, hierbas o mostaza- y aunque suene a guarrindongada el jefe de este tinglado asegura que está buenísimo. Seguimos con este paté de alcachofas de Stomako, que creo que estarán de acuerdo conmigo en que puede ser buena idea sustituir los dátiles de su receta por media docena de filetes de anchoa: si después de prepararla te queda media lata orbitando por la nevera, añádelas a un hummus. Otra cosa que podemos untar es la mantequilla, y aquí tienes dos recetas marinas que gritan “ponme sobre una tostada”.
Bocadillos
Tener algunas rebanadas de un buen pan de hogaza o algunos panecillos ya partidos por la mitad congelados -del cereal que se prefiera, integrales, con semillas: todo vale- es un estupendo salvacenas ocasional. Solo hay que pasarlos unos minutos por el tostador o la sartén y estarán listas para que ponerles dentro nuestra lata favorita acompañada de alguna hortaliza fresca, un encurtido y, si se quiere, alguna salsa.
Por ejemplo, podemos hacer una versión rapidísima del clásico pan bagnat -una versión bocadillesca de la ensalada Niçoise- con una lata de atún o bonito, un par de filetes de anchoa, lechuga y tomate. Si buscamos la versión canónica tardaremos unos minutos más, aunque sin añadir mucho esfuerzo: solo hay que hacer un huevo duro, pelarlo y cortarlo en rodajas. Uno de mis bocatas favoritos se hace con una lata de bonito en aceite de oliva o escabeche (escurrida), unas aceitunas verdes deshuesadas, cebollitas encurtidas cortadas y otra lata también escurrida de pimientos del piquillo. Un pan de barra bien crujiente para dar contraste al mordisco y a disfrutar.
Una tostada con una lata de caballa o sardinas y una generosa cantidad de pimiento rojo, verde, cebolla y tomate picados y aliñados -una pipirrana de toda la vida- también dice “cómeme” con el mínimo esfuerzo. Podemos dar un aire mexicano a esta combinación, cambiando el vinagre por zumo de lima y añadiendo cilantro y algo de nuestro picante favorito: si lo sirves en una tortilla de maíz, directamente te empadronan en el DF.
El atún mezclado con mayonesa es otro básico con el que podemos hacer infinidad de sandwiches. Por ejemplo, el clásico 'vegetal' -que se llama así pero no lo es, misterios de la restauración- con rodajas de tomate, lechuga y pepinillos, que se puede personalizar con otros encurtidos y verduras (está buenísimo con alcaparras y rabanitos). También se pueden usar otras salsas, como en el bocata de la foto que abre este post: lleva yogur, mostaza de Dijon y en grano, tomate, rúcula, cebolla roja y algo más de fantasía.
¿Cuál es tu receta rápida favorita con conservas marinas? Cuéntanoslo en los comentarios y ayudarás a un desnortado a mejorar su comida o cena.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.