Una nueva generación de bodegueras conquista Napa
Un relevo generacional de activistas del vino se conjura para revolucionar el sector vitivinícola en este valle californiano de 500 kilómetros cuadrados que atrae a cuatro millones de viajeros cada año
El condado de Napa, en California, es el núcleo vinícola de Estados Unidos y uno de los enclaves más importantes del mundo por lo que se refiere al turismo gastronómico global. Situado a unos 80 kilómetros al norte de San Francisco, Napa alberga ahora más de 500 bodegas, el precio de sus botellas se sitúa en unos 99 euros de media y se calcula que el área inyecta en la economía estadounidense alrededor de 13.000 millones de euros al año a través de los vinos, los turistas y la gastronomía. Por supuesto, la región californiana es de las más caras del continente americano y también una de las más visitadas (cuatro millones de viajeros llegan hasta allí cada año) junto a la vecina Sonoma, igualmente célebre, pero más asequible.
Para contar la historia de Napa y su relación con el vino hay que remontarse hasta 1861, cuando el legendario Charles Krug abrió la primera bodega. A finales del siglo XIX, el valle de Napa ya era considerada la mejor zona de Estados Unidos para plantar viñas por el clima suave del área, calificado como mediterráneo y perfecto para el cuidado de la uva.
Sin embargo, y como cuando Robert Mondavi se instaló en 1965 en California y revolucionó la visión del sector, una nueva hornada de vinateras lleva años trabajando en una misión que parece casi imposible: que las mujeres sean la punta de lanza de un sector que ha sido abrumadoramente masculino durante casi seis décadas. “Tuve la oportunidad de trabajar para dos de las primeras enólogas de Napa, Dawnine Dyer y Eileen Crane. Ellas y otras increíbles mentoras me abrieron las puertas y me animaron a seguir esta increíble carrera”, cuenta Elaine St. Clair, la única mujer del país que ostenta los títulos comerciales de enóloga y cervecera. “Lo bueno del negocio del vino es que tiene muchas facetas, desde el viñedo hasta la producción, el control de calidad, la comercialización y la venta de las botellas terminadas. Atrae a muchas personas con talento y distintos tipos de personalidad que trabajan duro y disfrutan de este magnífico estilo de vida. Cada vez son más las mujeres que trabajan en el sector vitivinícola y hay sitio para todos”, añade quien hoy dirige St. Clair Brown, un lugar de degustación único en Napa que funciona como bodega boutique y nanofábrica de cerveza a la vez.
Priyanka French es la cabeza visible de Signorello Estate. A sus 35 años, es una de las enólogas más jóvenes en dirigir una bodega en el valle, así como una de las pocas enólogas indias de California y una de las mayores activistas de Napa a la hora de defender la gran pujanza femenina en el sector. “Me encanta ver cómo crece el número de mujeres viticultoras en el valle y fuera de él. Soy una gran defensora de este movimiento e intento por todos los medios apoyarlo a través de mi trabajo con Bâtonnage Forum. Aún queda mucho camino por recorrer, así que cuanto más grande sea esta tribu de mujeres viticultoras, más avanzaremos todas juntas. Tenemos varios retos que abordar en cuanto a políticas y apoyo en todo el sector, pero es alentador ver que cada vez más mujeres se incorporan a la industria a todos los niveles”, explica.
Se calcula que solo un 14% de las empresas vinícolas californianas están dirigidas por mujeres, aunque el porcentaje sube al 30% a la hora de hablar de tiendas y negocios. Así mismo, existe una diferencia de más 6.000 euros entre el sueldo de un sumiller y el de una sumiller. El mencionado Bâtonnage Forum es una plataforma que promueve el liderazgo femenino en todas las capas del sector del vino californiano y que, en los últimos años, ha disparado su implicación en la promoción del valle.
“No sabría decir si alguna vez me he sentido desanimada, no acostumbro a pensar de esa manera. Me siento orgullosa de formar parte de la historia y solo espero que se convierta en algo contagioso”, asegura Victoria Coleman, de Lobo Wines. Lo de formar parte de la historia no es ninguna exageración, porque Coleman es la primera mujer afroamericana en ponerse al frente de una bodega en California y una pionera del negocio desde 2005, cuando empezó su andadura al lado de otro icono de Napa: Mario Bazán. “Al principio, y cuando decidí estudiar esta carrera, no tenía una pandilla o los amigos que me hubiera gustado tener y eso lo hizo difícil”, comenta Coleman. Sin embargo, algo la convenció de que estaba en el camino correcto: “Le serví un Mario Bazán Cabernet Sauvignon del 2006 a Robert Parker [el crítico de vinos más influyente del mundo] y luego vino a felicitarme. Le puso una puntuación de 92, que no es ninguna locura, pero hizo que lo agotáramos inmediatamente”, recuerda con una sonrisa.
El valle de Napa ha sido capaz de cohesionar turismo, vino y gastronomía en un espacio de poco menos de 500 kilómetros cuadrados y es un modelo de éxito absoluto que está siendo imitado en otras partes del mundo. Pero en los últimos años muchas cosas están cambiando. “El mayor cambio ha sido consecuencia de la pandemia. Hemos visto cómo cambiaban las prácticas de producción, los servicios de hostelería y las experiencias de los clientes. En cuanto al cambio general de filosofía, estamos asistiendo a un verdadero giro hacia la agricultura ecológica y responsable y las prácticas sostenibles en el sector vitivinícola. Las bodegas están aprendiendo a ser abiertas y transparentes a la hora de comunicar estos cambios al consumidor, lo cual es una gran tendencia para nuestro sector”, analiza French.
Además, el fenómeno de la cultura vinícola ha extendido sus tentáculos más allá de las fronteras del valle californiano. “Muchos de los turistas optan por alojarse en la ciudad de Napa en lugar de en el valle. Hay varios hoteles nuevos y muchas bodegas han abierto salas de degustación en la ciudad para los visitantes. Aprecio la nueva vida nocturna y la floreciente escena musical”, dice St. Claire.
Restaurantes como La Calenda, PRESS o Morimoto y el mítico The French Laundry, con su menú de 700 euros diseñado por el chef Thomas Keller, siguen atrayendo a foodies de todo el globo, aunque el nombre que más resuena en los oídos de las mujeres que ahora empiezan a pilotar los grandes transatlánticos del valle es el de Hannah Elizabeth Rabbe. Esta emprendedora, nacida en Indiana en 1840, fue la primera empresaria vinícola de Napa después de comprar 240 acres de viñas (por 3.000 dólares de entonces) al mencionado Charles Krug, estableciendo un imperio que tocó techo en 1889, cuando el voto femenino estaba prohibido y estaba mal visto que las mujeres trabajaran. Rabbe estaba enamorada del vino, y desde entonces no es la única que no ha podido evitar caer en sus brazos. “Lo que más me gusta del mundo es abrir un vino que he descubierto y compartirlo en una mesa. Inadvertidamente, siempre estimula conversaciones y debates divertidos y variados. Sigo considerándome una estudiante de vino, así que me encanta que con cada botella haya algo que aprender y sobre lo que pensar”, remata French.