Cómo lavan la mantelería de los restaurantes (y consejos para hacerlo en casa)
En algunas lavanderías industriales, las piezas se planchan y se doblan a mano para detectar posibles manchas
Cada vez se ven menos manteles y servilletas en los restaurantes. Lo explican una apuesta por el minimalismo, la extensa variedad de celulosa de un solo uso y la necesidad de ahorrar en gastos de limpieza. Sin embargo, la mantelería resiste en algunos restaurantes, que la confían a negocios especializados para devolverles su blancura.
La lavandería Miño, en Leganés, lleva más de 40 años encargándose de dejar prístinos manteles y servilletas de restaurantes madrileños e incluso el del Congreso de los Diputados y el de la Asamblea de los Diputados de Madrid. Graciela Campos, tercera generación de esta empresa familiar, una de las más antiguas de Madrid, explica que a pesar de que son una lavandería industrial, el servicio que prestan a los restaurantes requiere de mucho trabajo artesanal. “Las piezas se doblan a mano en lugar de a máquina para detectar posibles manchas, cabello u otros residuos. Asimismo, se plancha también a mano”.
¿Qué diferencia la lavandería de restaurantes de la lavandería de ropa de vestir? “En este lavado, la característica principal es la duración de los ciclos, que son superiores, así como las fases que introducen prelavados dada la dificultad de lavar grasa, que es mucho más complicado que lavar restos biológicos, pongamos, de unas sábanas”.
Si se detecta alguna mancha tras el planchado, se vuelve a empezar. “Se pasan a la categoría de ‘rechazo’ y se vuelven a lavar con los siguientes lotes. Si la mancha persiste, se desmancha a mano con productos específicos”.
La lavandería Pardals (Barcelona) es otra de las que se especializan en restauración. “La fundó mi madre a finales de los años noventa″, explica Bernat Garreta. “En aquel momento, no paraban de abrir más y más restaurantes, y ella lo vio como una opción para tener siempre trabajo. La especialización nos diferencia”.
Limpiar, según el lavandero, es tiempo, temperatura y detergentes. “Pero el tiempo es lo más importante: cuanto más pase la ropa dentro de la máquina, generando fricción entre sí, habrá más posibilidad de que las manchas desaparezcan. Es lo mismo que cuando se lavaba a mano y se frotaba y cepillaba la ropa una y otra vez”.
Garreta, así como Campos, comentan que las manchas más complicadas de quitar en el textil de hostelería no son las esperadas de vino, huevo o grasa (para los que se usará desengrasante) o salsa de tomate (que se elimina con hipoclorito, la base de la lejía común, o con agua oxigenada en mantelería de color), sino una que no corresponde a ningún alimento: las manchas de pintalabios son las que generan más dolores de cabeza a los lavanderos.
“Al estar fabricados como resistentes al agua, los pintalabios son muy difíciles de eliminar de la tela. Y todavía es peor si no detectamos la mancha a tiempo y es planchada: esto hará que se impregne mucho y todavía cueste más de retirar”, dice Garreta. Acabar con esta y otras manchas en casa es cuestión de prueba y error, algo que no sucede en las lavanderías, donde ya tienen tomada la medida a cada lamparón. “La dosificación de los productos detergentes y otros químicos está automatizada y controlada por los fabricantes, que diseñan para nosotros programas de lavado específicos, atendiendo tanto a las características de los tejidos como a los tipos de manchas”, dice Campos.
Por su parte, el lavandero da consejo profesional para casa: “Lo más importante es detectar las manchas más complicadas antes de ponerlas a lavar. Así podremos desmancharlas antes, aplicando los productos pertinentes, antes de darles su lavado final. Y sobre todo, si algo sale manchado de la lavadora, no deberemos plancharlo para evitar que la mancha se incruste más”. Alicia Iglesias, famosa por los consejos de orden y limpieza que divulga en su cuenta de Instagram, recomienda que en caso de manchar un mantel o una servilleta actuemos lo antes posible. “Por muy insignificante que sea, debemos tratarla con premura para evitar que después del lavado quede esa típica mancha amarilla, que irá cogiendo más color conforme pasen los meses”. Su truco para deshacerse de las manchas de vino, pintalabios o tomate es el mismo: “afrontarla con rapidez; retirar el exceso con un papel de cocina intentando no ampliar más la mancha; humedecer la superficie y aplicar un buen jabón para pretratado a mano —los que tienen aceite de coco son perfectos para esta tarea o, en su falta, detergente para platos—; frotar y aclarar; pulverizar con un poco de oxígeno activo, disponible en supermercados bajo distintas marcas comerciales, y cargarlo en la lavadora con el programa que necesite el tejido”.
Para Alberto Fernández Bombín, del restaurante Asturianos, tener un menú de 15 euros no está reñido con poner mantel. “Siempre hemos tenido mantel porque nos gusta, nos parece un símbolo de respeto para el comercial, porque está en línea con nuestra visión clásica de la gastronomía y también por una cuestión de higiene: no nos convence eso de pasar la bayeta entre cliente y cliente”.
El uso de mantel conlleva un gasto en lavandería que Fernández Bombín calcula alrededor de los 2 euros por mesa de dos, y que incluye tanto el lavado como el planchado de manteles y servilletas. “Es un gasto considerable para un menú como el nuestro. Qué elegirían los clientes, me pregunto, si propusiéramos no poner mantel a cambio de un pequeño descuento”, dice el hostelero.
Los manteles y servilletas de los restaurantes, al someterse a un tratamiento de lavandería industrial, y por cumplir una labor diaria, duran aproximadamente unos dos años, tras los cuales habrá que reemplazarlos por otros, algo que supondrá un gasto adicional. “Y, además, la recepción de la mantelería, su colocación y el doblado de las servilletas, es una carga de trabajo extra para el personal que se debe tener en cuenta”, añade Fernández Bombín.
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